viernes, 1 de marzo de 2013

Los Y Las Viejas Debemos Seguir Siendo Útiles



"La única manera de no llegar a viejo es morirse joven" les decía el viejo maestro a sus alumnos (todos jóvenes) que en clase y fuera de ella se burlaban entre ellos de su edad, a simple vista, ya bastante avanzada. Era el ímpetu juvenil contra el viejo que no se resignaba a la jubilación, por dos reales razones:
  1. Qué hacía todo el día en la casa, con esa jubilación de hambre que se paga en la mayoría de países latinoamericanos; y
  2. No quería estar condenado, todo el día, a ver la misma cara, de pocos amigos, en la casa.
Y en sus momentos tranquilos como consuelo, el viejo profesor recordaba que, hace años, el también fue joven. Y que había tenido la suerte de llegar a viejo. Aún cuando, los jóvenes de hoy, no consideran que algún día llegarán también a viejos.

Y se consolaba recordando que en tiempos pasados, las también viejas tribus de la humanidad (la mayor parte, ya desaparecidas) eran administradas y dirigidas por los viejos. Solo que hoy, estas míseras sociedades modernas y dicen que desarrollados consideran que a los 45 años uno ya es viejo.

Tan es cierto lo anterior que si una persona se presenta en una empresa y dice que está sobre los 45 años, le dicen que ya es un viejo, que no les sirve. Y el viejo protestaba porque las empresas actuales exigen que los y las jóvenes, si quieren trabajar, tienen que tener máximo 30 años y 10 de experiencia. Nadie, por supuesto, contesta a la pregunta: ¿y cómo obtengo la experiencia si nadie quiere darme trabajo porque no la tengo?

Sin duda, estamos frente a uno de esos problemas que tiene siglos de existencia; y que no ha sido resuelto por la humanidad. El joven, siempre querrá que los y las viejas se vayan a casa y dejen el campo libre, para ellos poder ascender. En especial, en esas oficinas en que todo el mundo dice y se pregunta: ¿y cuándo se irá el viejo no nos deja hacer las cosas como manda la modernidad? Y el viejo o la vieja se preguntan: ¿cuándo aprenderán estos jóvenes que, sin lo que sabemos los viejos, ellos no podrían ni hervir agua?

Mucho se habla en los inicios de años de las personas de la tercera edad (es supuestamente su mes en el ámbito mundial, pero las cosas son así: se habla pero no se hace nada nuevo, se quiere seguir tratando al viejo como una calamidad.

¿Entonces?...

...¿Qué hacemos?...

Pues ni modo seguir haciendo lo que hemos en el largo de la vida hacer y que no es otra cosa que ser transformadores del mundo, para que las generaciones que vienen atrás lo hallen un poco mejor y pasadero.

Digo y repito se puede hacer mucho por los ancianos. Y se me ocurre pensar porque no auspiciar una especie de turismo de viejos (jas) que... ¿Cómo es eso?... Pues muy sencillo. Los y las viejas de cada pueblo pueden agruparse y recibir, como es debido, a sus congéneres de otros pueblos; darles de comer "como en casa" (sabroso y nada pesado) y servirles de guías para que conozcan los lugares de interés que hay en cada rincón patrio, a fin de que no pasen como sonsos y olvidados el resto del tiempo. Eso y mucho más, sería lo que yo llamo el turismo para ancianos. Cada gobierno local podría poner lo suyo para divertir a los que llegan, incluso a que se conformen grupos musicales o de teatro, de pintura, de cuenta relatos, etc. De esta manera, los y las viejas seguirían haciendo algo más.

Estas apenas son ideas. Pienso que estas son unas ideas de lo mucho que se puede hacer para que los viejos y las viejas (más los viejos) dejen de pensar que solo sirven para sentarse en los bancos de las plazas y ser parte del paisaje. Que por ese lado pueden ser una solución y dejar de ser un problema. Porque, como dijo el viejo profesor, la única manera de no llegar a viejo es morirse joven. Y el joven no quiere morirse si no llega a viejo.

Otra idea, para que no se mueran temprano, como ya ha ocurrido y me consta, porque conocí a alguien que fue durante muchos años trabajador de una entidad de aduana portuaria (Victor Valencia), de la noche a la mañana, le jubilaron. Y se murió de pena; o porque no sabía qué hacer. Eso de sentarse en los bancos del parque de la colonia le pareció siempre "una pérdida de tiempo" y peor estar en la casa. Otra idea decía, es la de conformar pequeñas empresas de plantas (viveros), artesanías, etc.

Otra idea seria: si una dama se pasó haciendo oficios toda la vida, hasta que se jubiló, puede dedicar 2, 3 y 4 horas diarias a hacer esos mismos oficios, a un precio "razonable". Esto beneficiaría a las jubiladas y a la empresa privada. Lo mismo se puede pensar del ciudadano que se pasó toda una vida haciendo tal cosa, o es ingeniero, o médico o abogado. Puede dedicarse 2, 3 y 4 horas diarias a lo que siempre ha hecho. Y a un precio "módico". O puede dedicar sus horas a los que padecen las llamadas "enfermedades terminales" En fin, que se puede hacer muchas cosas de manera que los y las jubiladas no se mueran de soledad, por lo menos.

En este país (igual que en el resto de América Latina) estamos acostumbrados a que todo se nos dé resuelto por el Estado, a través de sus organismos estatales. Para encontrar qué hacer, no hace falta un centavo ni que alguien lo haga por nosotros. Se puede hacer muchas cosas desde el punto de vista privado.

Pienso que tenemos (me incluyo) todavía mucho que decir a la sociedad. Y cuando se es viejo (ja) se aprenden cosas y situaciones que debíamos aprender cuando éramos jóvenes. Y cuando éramos jóvenes, pues no pensábamos que íbamos a llegar a viejos y que la juventud sería eterna. Y no hay que ser una sociedad de "avanzada" para encontrarle solución al problema de los viejos y las viejas. Tal vez, las sociedades "avanzadas" en este aspecto, quizá estén más atrasadas que las nuestras.

Desde luego, no le vamos a pedir que algún viejo (ja) que ya da muestras de su vencimiento; o de que sufre una aguda depresión o/y tiene un cáncer avanzado, o cualquier otra enfermedad terminal, que ponga lo suyo. Ya dio, hace fechas, lo que pudo y lo suyo.

Lo que estoy diciendo es que los viejos y viejas todavía tenemos algo que decir a los jóvenes; de manera que, cuando éstos lleguen a viejos (jas) no sean como nosotros, los que y estamos en lista, para irnos; pero que tenemos algo más qué decir y opinar.

Los que ahora somos viejos (jas) no debemos de dejar que nos tapen la boca, no debemos de dejar que otros vengan a querer pensar por nosotros, como tampoco debemos de dejar que nos vuelvan y hagan inútiles.

Somos la experiencia de la vida andante, en nosotros esta la historia contemporánea de nuestros pueblos, pero sobre todo somos el futuro para esos jóvenes que llegaran a ser igual que nosotros.

Por último, no lo olvide “”mas sabe el viejo por viejo, que por estudioso”, pelee, aun estamos por dar la mejor batalla y tenga presente: Quienes ceden en las palabras, ceden en las ideas.

Adelante que aun falta mucho.

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