viernes, 25 de mayo de 2012

Jóvenes Ahora Es Cuando o Arriba Los Viejos


La gente llorando por el cambio climático, por las profecías mayas o por las conspiraciones mundiales, cuando el auténtico Apocalipsis avanza hacia nosotros de forma inexorable. ¿Y saben que es lo peor de todo? Que Ustedes, jóvenes, serán entonces los ancianos.

Una rápida mirada a los empleados de un centro comercial nos llevará a la conclusión de que la mayoría son jóvenes. Las compañías de teléfonos celulares presentan una flota laboral de menos de 40 años de edad. Sucede lo mismo con muchas cadenas de restaurantes de comida rápida y las tiendas de artículos electrónicos.

Se han puesto a pensar que ya hay una generación de gente que se ha criado jugando a videojuegos y que, dentro de relativamente poco, empezaremos a tener jubilados que se referirán a las videoconsolas por su nombre y no como lo hacemos ahora los adultos mayores.

Este cambio, tan veloz como inevitable, supondrá una revolución en el panorama social y como sujetos de la historia, de nuestro pasado y de nuestro futuro y yo, como hombre de Dios, preocupado de mi prójimo, me veo en la obligación de hacer por lo menos una reflexión y llamado a las generaciones jóvenes sobre la necesidad de trabajar desde ya y en serio sobre nuestro futuro próximo Este cambio inevitable, requerirá y queramos o no realizara, una revolución en el panorama social al que creo no queremos ver aun cuando inevitablemente se ha de dar.

Amadas generaciones anteriores a la mía, el futuro de ustedes, lo construimos nosotros los viejos, pero bienestar de ustedes a veinte, treinta años adelante depende de ustedes.

Para darle basamento al futuro, veamos el presente, partiendo del pasado en el que el cuidado del anciano que durante siglos había sido realizado desde la familia, sin ningún tipo de remuneración y entendido como un deber independiente y familiar, se cambia con la llegada de la Revolución Industrial, cuando al ser humano se le valora por el trabajo que ha realizado y el Estado se organiza para compensarlo ante el resto de la sociedad. Ahora que el Estado pretende dar una respuesta, el cuidado del anciano del mundo moderno se torna impersonal y reglamentado. Surgiendo así una progresiva despersonalización y un creciente predominio de funcionarios, para cuyo retiro se inventa lo que hasta nuestros días hemos llamado como jubilación. Esto supone una perspectiva institucional del cuidado del anciano.

Actualmente en el mundo contemporáneo, ciencias como la medicina y sus ramas: la geriatría y gerontología, influyen definitivamente en la vida de los ancianos posibilitando el incremento de la esperanza de vida. Sin embargo y dados los vertiginosos avances tecnológicos, los ancianos no solamente dejan de ser depositarios de sabiduría sino que al contrario, se ven vorazmente alejados del conocimiento moderno, debido a que se considera que ya no aprenden.

La época actual se caracteriza por una cierta decadencia del concepto de experiencia. En un mundo que elogia la novedad, la experiencia no es tan apreciada porque representa el pasado. Además, basta atender la Idea o imagen aceptada por la mayoría resultado de las ventas de una publicidad desvalorizante, para comprobar que física y estéticamente, el anciano ocupa un papel más que deleznable para nuestra sociedad.

Y a la par que lo anterior sucede, no queremos tomar en cuenta principalmente la generación joven adulta, que en el mundo y sociedad actual, las nuevas condiciones de vida, particularmente de los países más desarrollados y de las  grandes (mega) ciudades, están haciendo que la población vaya envejeciendo, haciendo que el grupo cronológico con mayor velocidad de crecimiento sea el de los ancianos que se encuentran ya por sobre los 85 años.

Por otro lado, la prolongación del período de asistencia jubilada, conlleva a un empobrecimiento progresivo, agravado por la mayor necesidad de asistencia y consecuentemente el gasto médico y la menor cantidad de población económicamente activa. Ello se ve agravado por tasas de fecundidad y natalidad que continúan descendiendo y por el abandono o dejadez de los vínculos familiares que ponen a los más viejos en una situación de potencial desamparo.

¿Ahora bien, cómo tendríamos que redefinir el rol de los ancianos de cara al futuro? A fin y al cabo todos vamos para allá y por lo tanto, el tema debería ser parte de nuestra preocupación.

El rol de los adultos mayores o si quieren llamarlos ancianos o viejos, es un tema a investigar seriamente. Si los condenamos a convertirse en objetos pasivos anestesiados por las vanalidades sociales del hacer cotidiano, estaremos, creo yo, desperdiciando gran parte de ese abundante hacer cognoscitivo que ellos pueden aportar.

Si se les considera como un valor del que la sociedad puede aprovecharse, como personas que pueden ofrecer todavía a la sociedad algo, entonces es posible organizar la función de la vejez desde un lugar que cobre sentido.

Si los ancianos no son guiados, llevados o propiciados a poner sus tiempos y sus experiencias en ejecución y brindarlas a los demás no dejarán de ser vistos como una carga para las sociedades en desarrollo y un flujo de ganancia turística para los desarrollados.

Actualmente se nos es más fácil entender y definir los diferentes tipos de edades. Todos tenemos una edad biológica reflejada en nuestro documento de identidad, pero está también la edad psicológica que se vincula con nuestras habilidades adquiridas y nuestra capacidad de adaptarnos. Con todo y eso, también se puede definir una edad social relacionada con los roles que reflejamos en la sociedad o los que esta nos impone. Es por eso que deberíamos encontrar mecanismos de interacción social y familiar que promuevan el envejecimiento activo.

En nuestros días, al anciano le hemos adaptado el rol del Cuenta Cuentos, pero tal vez la clave sea encontrar la forma en la que los niños, dotados de la habilidad de adquirir conocimientos computacionales a un ritmo vertiginoso, interactúen estrechamente con los ancianos para capacitarlos y buscar la manera de que estos últimos aprovechen las potencialidades de la era cibernética.

Los adultos jóvenes de ahora, deben de preparar ese futuro en el que ellos vivirán, pero... ¿Cómo acomodarlo si aun no son viejos?... Sencillo, aliándose con los viejos, como dice la Palabra de Dios, "transformando el entendimiento".

Vosotros, los de la generación que viene atrás de mí, no pueden y mucho menos les conviene, seguir pensando en el viejo como la sociedad actual lo mira, hay que ver a los viejos como una fuente de inversión para crear el futuro.

Las bondades de la computación en todos sus aspectos, pueden llenar las expectativas de millares de ancianos y estos conociendo de ella, pueden llevar sus voces e inquietudes a lugares insospechados. Este blog titulado "55ymás" es un ejemplo.

Es necesario iniciar a la brevedad posible una revolución en la parte de nuestra sociedad concerniente al anciano.

La era cibernética ha cambiado al mundo actual, pero a nuestros ancianos los estamos dejando por fuera y eso no se vale, porque estamos dejando por fuera el futuro de este presente.

Nuestros ancianos son capaces de aprender, dejemos de darles ositos de peluche y llevémosle una puerta al mundo por donde ellos comuniquen y sigan siendo creativos, transformadores de nuestra sociedad, sujetos creadores de cultura... ¿Por qué no pensamos en llevar computadoras a nuestros ancianos?

Pero, aun cuando actualmente la longevidad aumenta por los adelantos científicos, son cada vez menos las oportunidades de empleo para los que transitan por la quinta, sexta y séptima década de vida. Hemos olvidado la veneración a la sabiduría de aquellos que levantaron nuestra sociedad o acaso creemos que ellos no son capaces si les damos la oportunidad.

Y de eso se trata, darnos TODOS una nueva oportunidad.

Los viejos sabemos bien de las trampas sociales que una sociedad de vanalidades nos ponen, muchos ya pasamos por ellas y fuimos maltratados, detenidos en nuestro desarrollo por querer alcanzar esas vanalidades, ahora viejos, podemos enderezar el camino para beneficio de jóvenes, tan solo necesitamos tres cosas:
1. La sabiduría de Jesucristo en nuestros actos,
2. Las armas actuales de los jóvenes (computadoras) y
3. Que las generaciones jóvenes adultas nos den la oportunidad.

INTENTEMOSLO

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