viernes, 4 de mayo de 2012

Asistamos A Nuestros Ancianos


Cuidar a los ancianos es un tema importante que está enfrentando la generación económicamente activa de nuestras sociedades con una condición humana e inevitable como lo es honrar y cuidar de nuestros ancianos. No olvidemos que la actual generación activa es la que a la vuelta de unos años llenaran la generación de adultos mayores.-

Esta obligación para con la generación saliente que es la que nos deja un mundo diferente, debe ser abordada responsablemente en nuestros días, antes que el numero de personas mayores se nos desborde y tengamos problemas mayores. Mundialmente las estadísticas actuales sugieren que mucha de la fuerza laboral actual, vivirá más allá de los límites esperados en el pasado, por lo que el numero de ancianos esta ya creciendo en proporción no vista en la historia humana.

Cuidar a los ancianos ya sea por sus descendientes o por instituciones constituidas para el caso, involucra una actividad multifacética y a menudo emocionalmente difícil para los que se ocupan de ellos.

En el caso de los familiares, requiere que se dé libremente perdón y que se traten las viejas heridas. La persona que cuida (a menudo un hijo o hija), debe ser capaz de "superar" los obstáculos emocionales y ser capaz de proveer cuidado de calidad para el padre o madre que envejece. Asuntos no resueltos durante sus años vitales y productivos, no son confrontados por los padres que enfrentan numerosos asuntos relacionados con el hecho de envejecer.

Cuidar a los ancianos, a menudo involucra lo siguiente:
·        Proveer un hogar
·        Ofrecer apoyo y ayuda legal
·        Ayudar con las responsabilidades financieras
·        Realizar los arreglos para que tengan los cuidados de una enfermera
·        Lidiar con asuntos de la salud médica y mental, relacionados con el envejecimiento, tales como: demencia senil, Alzheimer, etc
·        Satisfacer sus necesidades de socialización
·        Ayudar a los ancianos a tomar decisiones, incluyendo aquellas referentes a su muerte, por ejemplo, testamentos, poderes, etc.

"Honra a tu padre y a tu madre."-

La obligación que tienen los hijos de honrar a sus padres dura toda la vida.  Si los padres son ancianos y débiles, los hijos deben dedicarles su afecto y atención proporcionalmente a su necesidad.  Con nobleza y decisión deben amoldar su conducta, hasta con abnegación si es necesario, para evitar a los padres todo motivo de ansiedad y perplejidad....

Debe enseñarse a los hijos a amar y cuidar con ternura a sus padres.  Hijos, atendedlos vosotros mismos; porque ninguna otra mano puede hacer tan aceptablemente los pequeños actos de bondad que la vuestra puede hacer para ellos.  Aprovechad la preciosa oportunidad que tenéis para sembrar bondades.

Nuestra obligación para con nuestros padres no cesa nunca.  Nuestro amor hacia ellos y el suyo hacia nosotros, no se miden por los años ni por la distancia y nuestra responsabilidad no puede ser puesta a un lado. Recuerden los hijos atentamente que aun en el mejor de los casos los padres disfrutan de poca alegría y comodidad.

Una vez llegados a la madurez, algunos hijos piensan que han cumplido su deber cuando han provisto de morada a sus padres.  Aunque les dan comida y albergue, no les conceden amor ni simpatía.  En la vejez los padres anhelan que se les expresen afecto y simpatía, los hijos sin corazón los privan de sus atenciones.  Mientras éstos vivan, los hijos debieran tener gozo en honrarlos y respetarlos.  Debieran infundir en la vida de los ancianos padres toda la alegría que puedan y allanar su senda hacia la tumba.  No hay en este mundo mejor recomendación para un hijo que el haber honrado a sus padres, ni mejor anotación en los libros del cielo que aquella donde se consigna que amó y honró a su padre y a su madre.

Algunos padres son responsables por la falta de respeto. Cuando los padres permiten que un hijo les falte al respeto en su infancia, tolerando que les hable ásperamente, tendrán que segar una terrible cosecha en años ulteriores.  Los padres que no requieren pronta y perfecta obediencia de sus pequeñuelos no echan el debido fundamento para el carácter de sus hijos.  Los preparan para que los deshonren en la vejez y llenen su corazón de pesar cuando se estén acercando a la tumba, a menos que la gracia de Cristo transforme el corazón y carácter de esos hijos.

Resulta especialmente terrible pensar que un hijo se vuelva con odio contra una madre envejecida, debilitada y afectada por los achaques de su edad. Debieran dirigirle tiernas palabras, que no irriten el ánimo.  Nunca carecerá de bondad quien sea verdaderamente cristiano, ni en circunstancia alguna descuidará a su padre o a su madre, sino que escuchará la orden: "Honra a tu padre y a tu madre." Dios dijo: "Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano." . . .

Hijos, permitid que vuestros padres achacosos e incapaces de cuidarse a sí mismos vean sus últimos días colmados de contentamiento, paz y amor.  Por amor a Cristo, mientras caminan a su encuentro con Dios, reciban de vosotros tan sólo palabras de bondad, amor y perdón.  Deseáis que el Señor los ame, los compadezca y los perdone y hasta que los cuide en caso de enfermedad, ¿estad por tanto dispuestos a tratar a otros como quisierais ser tratados?

Se hace constantemente hincapié en la necesidad de cuidar a nuestros hermanos y hermanas ancianos que no tienen hogares. ¿Qué puede hacerse por ellos?  Una solución, pero no la mejor, es establecer instituciones para el cuidado de los ancianos, a fin de que puedan estar juntos en compañía.  La mejor solución es que los miembros de cada familia atiendan a sus propios parientes. 

Cuando lo anterior no es posible, la obra incumbe a la iglesia y debe ser aceptada como un deber y privilegio.  Todos los que tienen el espíritu de Cristo considerarán a los débiles y ancianos con respeto y ternura especiales.

Cuidar a nuestros mayores es un privilegio que debe desarrollarse con gozo.

Para los hijos, el pensar en que contribuyeron a la comodidad de sus padres será motivo de satisfacción para toda la vida y les infundirá gozo especial cuando ellos mismos necesiten simpatía y amor.  Porque debe de pensarse y entender que todos vamos hacia la experiencia de la vejez.

Aquellos cuyo corazón rebose de amor tendrán por inestimable el privilegio de suavizar para sus padres el ineludible paso al cielo.  Se regocijarán por haber podido infundir consuelo y paz en los postreros días de sus amados padres.  Obrar de otra manera, negar a los ancianos indefensos la satisfacción de ver y vivir su corolario de amor por sus hijos e hijas, es un hecho condenable y no grato a Dios.

Dios nos ha permitido en estos días (primer cuatrimestre de 2012) estar cerca del caso de una madre de tercera edad, en donde sus hijas se han volcado en la búsqueda y satisfacción para su anciana madre hasta el momento que Dios quiso tener a aquella mujer en su casa. Se que por el momento el dolor del alma no permite el goce del espíritu de sus hijas por aquel servicio, pero el alma olvida y el espíritu vivifica y a la vuelta de algunos meses y el correr del tiempo, estas hijas serán llenas, felices y bendecidas de Dios por su fidelidad a su progenitora. Sus días serán largos y buenos.

Cuidemos y honremos a nuestros ancianos, cada uno dentro del rol que le corresponde, Dios tiene propósitos para cada uno de nosotros. En la formación que vamos teniendo como hijos de Dios, Él no desea que suframos sin propósito. En la voluntad permisiva del Señor nos suceden cosas que nos ayudan a madurar y a crecer.

Tengamos presente que todo lo que Dios permite tiene el propósito de hacernos más a su imagen, más maduros y el de tratar nuestro carácter para que crezcamos espiritualmente; todo esto a pesar de nuestros errores y pecados que lleguemos a cometer. Esto quiere decir que, nuestros errores y pecados nunca van a frustrar el plan de Dios.

Si Dios ya lo dispuso, Él lo hará a pesar de las fallas que cometamos.

Proverbios 3:1..2 dice: “Hijo mío, no te olvides de mi ley, Y tu corazón guarde mis mandamientos; Porque largura de días y años de vida Y paz te aumentarán”

Si así lo hacemos Dios Padre bueno y misericordioso nos bendecirá. ¡Créalo y Actué!


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