viernes, 5 de enero de 2018

Con La Edad Viene La Astucia (*)



Continuamos esta serie con un cuento húngaro titulado: “La Anciana Que Burló A La Muerte”

Cierta vez, sea cierto o no, no lo puedo precisar, hubo una vieja muy vieja. Ella era más vieja que el jardinero que plantó el primer árbol, sin embargo, ella estaba llena de vida, llena de sabiduría y nunca soñó que la muerte podría algún día o atravesarse en su camino.

Ella lavaba su ropa y limpiaba su cabaña; ella cocinaba comidas sabrosas y horneaba sus panes; plantó su jardín y cuidó sus flores. Ella fue amable con los extraños y fue amado por sus vecinos. Ella estaba ocupada con la vida.

Un día, la muerte recordó a la anciana y le tocó a la puerta de su casa cuando la anciana vio quién era, le dijo que no podía irse con ella ese día, que acababa de comenzar a lavar la ropa, que luego la enjuagaría, la pondría a secar colgada y después la plancharía cuando ya esté seca. Que ese día no podía irse con ella.

Pero ella podría estar lista para la mañana siguiente para irse, que si la muerte sería tan amable de regresar entonces.

Como la Muerte se había olvidado de ella tantas veces, pensó que era justo darle otro día para poner su vida en orden.

- "Puedo esperarte hasta mañana", dijo.

Y mientras salía de su jardín, tomó de su bolsillo una libreta de apuntes que usaba de agenda y escribió la palabra "mañana" a su vez marco con la misma palabra la puerta.  
Al día siguiente, la muerte regresó y le dijo a la anciana que tenía que irse con ella, que no tenía todo el día para esperarla.  

La anciana sonrió y dijo:

- "Pero mi querida Muerte, debes estar equivocada. Este no es el día en que vendrías, solo mira y mira bien lo que escribiste en mi puerta de entrada. Ahí es cuando debes venir por mí".

La muerte miró el poste de la puerta y por supuesto, había una palabra de su propio puño y letra que decía "Mañana".

- "Ahí", dijo la anciana. "Debes venir a buscarme mañana".

Entonces, la Muerte se fue y regresó al día siguiente. La anciana estaba de pie junto a la puerta, esperándola y al verla le dijo:

- "Muerte, ¿no recuerdas lo que escribiste en la puerta? No vendrás por mí hoy, sino mañana".

Y así continuó durante un mes entero. Un día finalmente, la muerte ya había tenido suficiente de este juego. Enojada y cansada dijo:

- "Vieja, has estado engañándome. Mañana es tu último día y vendré por ti".

Salió del jardín y borró la palabra "mañana" de la puerta.

La anciana dejó de sonreír. Trató de pensar en una forma de detener la Muerte y evitar acompañarla, pero ella no tenía ninguna idea nueva. Esa noche paso vuelta y vuelta en la cama y no durmió en absoluto.  

Por la mañana, la anciana decidió que se escondería en el barril de miel que ella guarda en una esquina de la cocina. Se metió en la gruesa, miel rica y dorada, dejando solo su nariz y ojos sobre el borde para mirar así cuando la Muerte llegase.

Pero luego se dio cuenta de que la muerte la buscaría y pensó que este podría ser el primer lugar que probaría. Entonces, ella salió del barril de miel y rápidamente se escondió en un cofre lleno de plumas de ganso que había estado guardando para hacer un buen edredón.

Pero, justo cuando se metió entre las plumas, se preguntó si la Muerte abriría el cofre, por lo que se salió y lentamente comenzó a caminar a través de la habitación hacia las escaleras que conducían al ático y en ese momento la muerte entró por la puerta.

La muerte acuciosamente echó un vistazo alrededor pero no vio a la anciana en ninguna parte. En cambio, vio a una extraña criatura, toda cubierta de plumas blancas y algo grueso, viscoso y dorado que parecía derramarse de ella. No era un pájaro y no era una persona. Fue una visión espantosamente horrible. 

La muerte estaba tan aterrorizada que se volvió y salió corriendo de la casa de la anciana gritando que nunca volvería a esa casa.

La anciana se limpió y una vez más se puso a trabajar cantándole a la vida.

 Un día el Señor Jesús sorprendió a sus Discípulos con esta determinante solicitud:

- “Los envío como ovejas en medio de lobos. Por tanto, sean astutos o sabios como serpientes y sencillos o inocentes como palomas”. Mateo 10:16

¿Por qué el Señor usó esos dos animales para pedir que la actitud de ellos fuera determinada por la manera de operar estos dos animales?

La palabra en griego que el Maestro usó fue: “Pronimos” que significa: Prudente, Cuidadoso, Sagaz, Pensante, Discernidor, Inteligente y Sensible.  Al observar a una serpiente cuando busca una presa o cuando se siente atacada ella no se desespera, sino que opera con mucha prudencia ya sea para atrapar la presa o para no convertirse en una presa.  La serpiente no se deja llevar por la angustia, sino hace muy bien sus cálculos.  

Muchas veces en la vida estamos rodeados de ataques angustias, soledades y dolores o estamos listos para dar el paso de victoria y es allí donde entendemos que la orden del Señor fue: “No se apresuren, no huyan desesperados, no ataquen sin cálculo y discernimiento, midan cada paso, cada sendero y tomen ventaja de cada oportunidad”.

Esa orden tiene vigencia hoy para nuestras vidas y ministerios, para nuestras familias y nuestros proyectos, en medio de los ataques y las argucias del enemigo.

El Señor también nos pide que además de astutos o sabios como las serpientes, seamos sencillos como las palomas. Con la palabra “sencillos”, el Señor usó la palabra griega: “akeraios” lo cual significa inocentes, simples, inofensivos.

¿No es esto una contradicción?

No, recordemos que cada vez que la astucia, la sabiduría, la prudencia y la inteligencia brillan en nuestra vida por la gracia de Dios, una puerta se abre para que entre el orgullo y el mejor antídoto para desactivar el orgullo es precisamente la sencillez, la inocencia y recordamos que en realidad somos simples, pero con Él llevamos todas las de ganar.

Ánimo, caminemos con fuerza y Fe.  Él está con nosotros y si Él está con nosotros quién contra nosotros.

(*) Cuento número tres que se deriva del estudio titulado: “Las Historias De Los Abuelos Benefician A Los Niños”; si no lo ha leído lo invitamos a hacerlo.


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