Los adultos mayores, en casi todas las sociedades actuales tienen
ahora una esperanza de vida ligeramente superior a las décadas pasadas, rango
que a cada momento aumenta en cuanto a la longevidad. Los nuevos adultos
mayores son más informados e independientes y tienen una mejor salud que sus
antecesores debido a sus hábitos y cuidados inducidas por el cambio
revolucionario cultural que enfrentamos. Esta forma silenciosa y expansiva de
una nueva revolución cultural, va acuñando y estableciendo nuevos rasgos o
términos como:
Viejos/jóvenes:
Corresponde a los viejos/jóvenes la tercera edad, personas con buenos
indicadores de salud y de integración social. Es una etapa que dura más que
décadas atrás, en la que pueden llevar una vida plena e independiente. La
economía ya los identifica como un significativo grupo de consumidores con una
estructura de gastos dirigidos al esparcimiento, los alimentos y los fármacos.
Viejos/viejos:
La cuarta edad: el término surge debido al acelerado envejecimiento de
la población y la prolongación de la vida en la etapa de la vejez. Son los
viejos/viejos, quienes requieren, especialmente cuando han perdido su
autonomía, de apoyo permanente y personas dedicadas exclusivamente a ellos.
Generalmente son mayores de 75 años.
Comunidades espejo:
Existen en todos los países poblaciones que registran el aumento de población
de la tercera edad. Estas comunas son prácticamente un espejo de lo que
ocurrirá en nuestras sociedades en unos 10 o 15 años más, puesto que una de
cada cuatro personas será mayor de 60 años. En 2050 los mayores de 60 años
serán casi 30% de la población (hoy son cerca de 13%). Las ciudades y el
transporte público deberán adaptarse.
Mujeres, las más vulnerables:
La población envejecida se compone mayoritariamente de mujeres. Bajo
las condiciones actuales de los sistemas de pensiones y de salud, son las más
expuestas. Junto con recibir menores ingresos que los hombres, tienen mayor
incidencia de enfermedades como osteoporosis, osteoartritis y depresión. En el
caso de los hombres, el desarraigo social en su etapa pos laboral repercute
fuertemente en su salud provocando su relativa sobremortalidad.
La intimidad a distancia:
Los adultos mayores de este siglo desean envejecer solos,
especialmente cuando están sanos y autovalentes. Mientras pueden, prefieren
vivir en su propio entorno, no abandonar sus casas y mantener una relación a
distancia con sus familiares más cercanos. Quieren evitar la sobreprotección o
la discriminación positiva. Nace el concepto de “intimidad a distancia”.
Mujeres cuidadoras:
Aunque son cada vez más numerosas las personas que envejecen solas, se
presume que gran parte de los cuidados de los adultos mayores dependientes
seguirán recayendo en su núcleo social más próximo, especialmente en las
mujeres. Son ellas y las familias los diques de contención, por el momento.
Pero se estima que las mayores expectativas de vida de quienes envejecen y los
requerimientos específicos de sus cuidados, harán en el futuro muy improbable
que sean las familias las que sigan cumpliendo ese rol.
Fuera de las movilizaciones y
organizaciones sociales:
A pesar de lo deficitario de los sistemas de salud y pensiones,
mundialmente no se registran movilizaciones sociales organizadas por adultos
mayores al nivel de otros grupos sociales. Se explica principalmente debido a
la diversidad que define a este segmento, pues cada uno ha hecho una síntesis
muy personal de su propia y larga vida, lo que hace dificultoso que se
organicen en causas comunes.
Los prejuicios:
Estudios dicen que los jóvenes actuales quieren y pueden vivir más
años que sus ancestros, pero estos jóvenes, no desean ser ancianos debido a las
imágenes negativas que asocian al “adulto mayor”, “anciana” y “anciano” a
personas dependientes, enfermizas, frágiles, conservadoras y sexualmente no
activas.
Envejecientes:
A las personas en proceso de envejecimiento se les llama
envejecientes. Adulto mayor, personas grandes y senior son las palabras
políticamente correctas. Viejo y vieja son palabras cargadas de un sentido
peyorativo. Anciana y anciano están ligadas a la cuarta edad.
La batalla por el diario vivir:
Aun ante una realidad tangible, nuestras sociedades aun no despiertan
para asegurar su vejez, por lo que encontramos hombres como Leandro Obregón, a
quien me encontré en la plaza frente a la alcaldía de Tecpán, Guatemala, a sus
85 años dice que, si Dios le permite estar con salud y con vida y no hay que
desaprovecharla para hacer la lucha vendiendo en la calle dulces, negocio que
hace de las nueve a las cuatro o cinco de la tarde. Comenta el comerciante que
le regalaron una ayuda económica años atrás y una caja de cartón la supo
adaptar para acomodar ahí su mercancía. Ahora son dos años que sale a la calle
a vender ya que anteriormente trabajaba con una hermana en una tienda, pero
luego falleció y se acabó el trabajo, “así que tuve que buscar la forma de
trabajar”.
No al paternalismo:
Es necesario y urgente que tengamos culturalmente un cambio de
pensamiento ante esta etapa de la vida, no podemos seguir creyendo en que
nuestros mayores son inútiles, evolucionemos y adaptemos nuevas formas de
producción, de trabajo para seguirles permitiendo ser útiles nuestros países.
Nuestro mayores no son inútiles, somos nosotros los que no creemos en
ellos y quienes los inutilizamos.
No en balde Dios habla en Salmo 92:14 "Aun en la vejez
fructificarán; Estarán vigorosos y verdes;" RV
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