Durante los primeros años del cristianismo, los
ancianos continuaron gozando de cierto poder y respeto, pero en el siglo V,
otro cambio afectaría a la visión que se tenía sobre la vejez, los ancianos
entran en declive y la vejez empieza a verse de nuevo de manera negativa y pasa
a formar parte de una etapa de la vida que la sociedad rechaza. El cristianismo
no otorga un buen papel al anciano, pero en cambio logra transmitir una gran
preocupación por su cuidado. Sin embargo, la mujer vieja y además sola, era
rechazada socialmente.
En la Edad Media el papel del anciano no
mejoró, esta era una sociedad que le otorgaba gran importancia a la fuerza
física y de ello se desprende que el anciano no ocupara nunca una buena
posición ni prestigio. Es básicamente considerado un débil, por lo tanto, la
Iglesia lo colocó entre los enfermos y desvalidos. Las personas de avanzada
edad tenían la posibilidad de formar parte del grupo eclesiástico y retirarse
en un monasterio, ajenos a la brutalidad de la época. Este período se
caracteriza también por la protección de la familia a sus ancianos, que
aseguraba su supervivencia. Existía una marcada diferencia social entre la
persona mayor de la clase campesina y el anciano noble protegido en el castillo
o bien en el monasterio si se lo podía costear.
Años posteriores con la aparición de la peste
bubónica, aunque parezca increíble, favoreció al anciano, porque, aunque la
peste afectó a todo el mundo, fue más y terrible para los niños y adultos
jóvenes. Hubo una disminución considerable de la población, pero en cambio esto
contribuyó al aumento del envejecimiento de la población y los ancianos se
convirtieron de nuevo en cabezas de familia, tras faltar sus hijos, por
consiguiente, volvieron a ganar estatus social, político y económico.
Se encuentra en este período, una gran
diferencia entre hombre anciano y mujer anciana, podemos hallar un ejemplo en
la obra del historiador francés Le Roy Ladurie, Montaillou, titulado “Pueblo
Occitano” (*) la siguiente cita: “Por un lado, los ancianos de esta comunidad
no tienen una buena situación. El jefe de la casa familiar es el hijo y el
trato que de él reciben sus ancianos padres es bastante tiránico y éstos no
osan realizar cosa alguna sin consultarle. Por otro lado, la vejez de las
mujeres no es igual a la de los hombres. La mujer montailonesa, es oprimida
como joven esposa, luego amada por sus hijos al llegar a la vejez y respetada
como matriarca” (Le Roy Ladurie, 1975).
El peor momento puede situarse en El
Renacimiento, es porque Europa Occidental se sintió atraída por el legado que
dejó la Grecia Antigua y esa influencia quedaba manifiesta en el arte y en las
letras, en los que los valores que imperaban eran la juventud, la belleza y la
perfección, se expresaba en el rechazo a la fealdad, la imperfección y
naturalmente a la vejez. A todo esto, hay que añadir una recuperación de la
población tras la peste y la juventud que vuelve a relegar a un último plano,
al viejo.
En este mismo momento de historia, aparece por
primera vez la imprenta y la memoria oral de los ancianos con la que se ha
venido de generación en generación preservando en la historia relatada y
perteneciente a los mayores, deja de ser imprescindible, relegando aun mas al
anciano.
La mujer vieja será representada en el arte de
la época con exageradas y a veces ofensivas expresiones de fealdad y arrugas.
Luego el Mundo Moderno trajo la transformación
del poder político que le fue delegado al pueblo. Surge el funcionariado y lo
que conocemos hoy en día como la jubilación. El trabajo pasa a ser la
característica más valorada entre la sociedad y el Estado pasa a ser el
responsable de compensar los servicios prestados a la sociedad. Es entonces
cuando el cuidado de los ancianos que hasta ese momento correspondía
exclusivamente a la familia, pasa también a ser responsabilidad de los poderes
públicos.
Ya en el Mundo Contemporáneo, el mayor valor
pasa a ser el conocimiento moderno y por lo tanto la experiencia y sabiduría de
tiempos pasados sufre una gran transformación, el anciano ya no se adapta, es
incapaz de aprender y progresar y el concepto de vejez sufre, por consiguiente,
un sentido y valor negativo, además del gran valor que se le otorga a la
apariencia física y estética.
A esto hay que añadirle que debido al desarrollo
de las ciencias y entre ellas la médica, la esperanza de vida se alarga en las
sociedades y el número de ancianos crece. Esto conlleva a una mayor necesidad
de asistencia médica, que a su vez conduce a un empobrecimiento del Estado y
precario bienestar. Este fenómeno es progresivamente agravado por la
disminución de la natalidad, la liberación femenina, su incorporación masiva al
mercado laboral y el control natal a través de la píldora anticonceptiva.
El sexo deja de verse exclusivamente como para procrear.
La familia sufre grandes transformaciones en su estructura; desaparece la
familia extendida para convertirse en la familia nuclear y el anciano se
transforma en un ser desprotegido. Empieza a producirse el fenómeno de la
soledad entre las personas mayores, especialmente los que viven en zonas
urbanas.
Hoy la población está envejeciendo rápidamente
y este fenómeno solo lo frena la natalidad y la inmigración. La familia nuclear
se encuentra con grandes dificultades, a la hora de cuidar a sus ancianos y con
la incorporación de la mujer al trabajo, la familia no puede dar respuesta a
esta situación.
Actualmente está tomando forma un nuevo
sistema, de por si caro, denominado Servicios Sociales y Residencias, que
actúan para substituir a lo que tradicionalmente era exclusivamente
responsabilidad de la familia, pero especialmente de las mujeres.
Tal y como se ha visto desde tiempos remotos,
el cuidado de los ancianos supone una gran preocupación y un enorme gasto a los
Estados. También el envejecer tiene varias concepciones en China, India, Japón,
Corea, Irán, Irak, Israel y en casi todos los países del continente asiático,
existe un enorme respeto a los ancianos. En India existe un gran porcentaje de
personas mayores en las zonas rurales que realizan actividades agrícolas y
reciben todas las admiraciones y respeto por parte de los familiares. En Japón
existe una gran preocupación en integrarles en la vida laboral, creando
Agencias de empleo para jubilados y Centros educativos para niños y mayores de
manera simultánea. En Brasil, México, Ecuador, Paraguay, Bolivia y otros países
de América Latina con tradición artístico-cultural, el anciano artesano
desarrolla su actividad y creatividad con éxito, hasta que la salud se lo
permite y no hasta que lo retire la sociedad. En Suiza, un estudio realizado,
muestra como los ancianos viven muy en contacto con su familia, pero en cambio
en zonas urbanas el anciano aparecía alejado, con rostro triste y preocupado.
En cambio, el mismo estudio realizado en niños asiáticos y latinoamericanos, el
abuelo aparecía muy integrado. En Francia se están realizando programas para
que los ancianos enseñen oficios a los jóvenes. En España en la actualidad,
existe uno de los índices más elevados de esperanza de vida.
Los ancianos son tratados a menudo como niños y
se usa calificativos tales como “chochear” al referirnos a que sus facultades
físicas y especialmente mentales, se han visto mermadas. Esto plantea que ese
deterioro generalizado ha sido más bien fruto por no usarlo, que por el papel
que nuestra sociedad le ha adjudicado. Tendemos a representar al anciano con su
bastón haciendo largos paseos para pasar el tiempo, a menudo acompañado de sus
nietos o incluso jugando al dominó o a cartas en casa y/o centros de ancianos
en general.
Actualmente se está replanteando esta visión
del anciano y se está intentando cambiar su rol, buscando alternativas que no
los excluya del conocimiento técnico, por ejemplo, asistiendo a Centros de
Competencia Internacional de dibujos de las familias.
Todo apunta a que la edad no debe de limitar,
la única cosa que puede limitarnos es la enfermedad. Desde un punto de vista
económico, el anciano ya no es productivo ni útil y pasa a ser una carga
económica para el sistema. En otras culturas completamente divergentes a la
nuestra, la subsistencia y la necesidad de adaptación al medio ha conllevado a
maneras de proceder.
Luego entonces nos damos cuenta o caemos en cuenta,
que se está gestando o iniciando a desarrollar una nueva visión histórica del
anciano, como protagonistas de esta parte del desarrollo histórico social del
anciano, tenemos hoy, a diferencia de antes, el darnos cuenta que nuestras
sociedades están destinadas a ir día a día con mas ancianos, lo que hace
necesario que todos, jóvenes, adultos y viejos nos esmeremos por construir un
futuro sin parangón en nuestra historia.
De su compromiso depende.
(*) Montaillou, pueblo
occitano de 1294 a 1324, es un libro del historiador francés Emmanuel Le Roy
Ladurie , publicado por primera vez en 1975. Fue traducido por primera vez al
inglés en 1978 por Barbara Bray y ha
sido subtitulado “La tierra prometida de Error y cátaros y católicos en una
aldea francesa” Montaillou fue el "trabajo más importante y popular"
de Ladurie, quien usó los registros inquisitoriales de Jacques Fournier para
reconstruir las vidas de los habitantes de Montaillou. El trabajo fue parte de
la antropología histórica de la escuela Annales.
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