Otra forma de honrarlos es el sostener a
nuestros ancianos
Explícitamente en la Biblia vemos que cuando se
habla de honrar a los padres ancianos se refiere a la ayuda económica que les
debemos dar. Podemos ayudarles alzando sus manos cansadas como lo hicieron Ur y
Aaron con Moisés. Ellos nos han bendecido durante su vida y lo siguen haciendo
ahora mediante sus buenos consejos. Jesús reprendiendo a los fariseos por su
hipocresía les dijo: Mateo 15:4…6 “Dios dijo: “Honra a tu
padre y a tu madre”, y también: “El que maldiga a su padre o a su madre será
condenado a muerte”. Ustedes, en cambio, enseñan que un hijo puede decir a su
padre o a su madre: “Cualquier ayuda que pudiera darte ya la he dedicado como
ofrenda a Dios”. En ese caso, el tal hijo no tiene que honrar a su padre. Así
por causa de la tradición anulan ustedes la palabra de Dios”
Se entiende que los fariseos enseñaban a sus
feligreses a no ayudar económicamente a sus padres ancianos quebrantando de
este modo el mandamiento de la honra.
Una de las buenas costumbres en la iglesia
primitiva, tanto en la iglesia de Jerusalén como las iglesias gentiles, era
ayudar a las viudas de más de 60 años cuyos familiares no estaban cerca de
ellas para ayudarles y que habían servido a Dios en la juventud. Remunerando de
este modo, en gratitud, por todo el trabajo hecho en vida. Hoy no obstante
muchos padres son abandonados en asilos públicos, hospitales gubernamentales e
incluso en las calles, dejados a su suerte.
Hay sectores de la sociedad que han dicho que
es algo malo llevarlos a un asilo de ancianos. Es malo si es la forma de deshacernos
de ellos como tirarlos porque ya no son útiles, puede ser bueno si ese lugar es
un lugar de descanso, de esparcimiento, un lugar de cuidado y donde
constantemente se vele por ellos y su familia no deje de visitarlos
constantemente. Porque puede darse el caso de tenerlos en la casa y de igual forma
descuidarse de ellos
Se debe de tener presente que Pablo dice que quiénes
deben ayudar a los ancianos, es primero la familia y luego la iglesia, 1
Timoteo 5:3…4 “Reconoce debidamente a las viudas que de veras
están desamparadas. Pero, si una viuda tiene hijos o nietos, que estos aprendan
primero a cumplir sus obligaciones con su propia familia y correspondan así a
sus padres y abuelos, porque eso agrada a Dios.”
La tercera forma que podemos honrar a los ancianos
es darles un trato amable
1Timoteo 5:1 dice “No reprendas con dureza al
anciano, sino aconséjalo como si fuera tu padre.”
El joven o adulto, no debe tratar al anciano
como si fuera otro más de su majada porque tanto en su aspecto físico, mental o
emocional pueden sufrir ciertas debilidades y enfermedades por lo cual en amor
debemos darles la más alta consideración.
A veces solemos ser rudos con ellos y olvidamos
del cuidado y paciencia que ellos tuvieron por nosotros. Más bien, si alguna
vez nos toca corregirlos debemos hacerlo con mucho respeto y paciencia porque
esto demuestra que independientemente de la vida que hayan tenido o las
actitudes que ahora muestren nosotros tenemos la mejor intención de honrarlos.
Si me preguntaran ¿Qué deben hacer los ancianos
y qué deben pensar?, basado en Salmo 71 y otros pasajes bíblicos, podría decir
que los ancianos deben:
1.
Confiar
y depender de Dios. Abraham es un excelente ejemplo, es quien a su edad de cien
años fue llamado por Dios y heredó sus bendiciones por la fe en las promesas.
Fue un hombre que se seguía arriesgando a tomar decisiones y a obedecer a Dios.
Génesis 24:1 nos ilustra: “Abraham estaba ya entrado en años,
y el Señor lo había bendecido en todo”
2.
Creer
que Dios cumplirá su propósito en ellos y sus generaciones
3.
Servirle
en la vejez: Con Dios no hay jubilación: aún pueden ser de utilidad como
Moisés, como Caleb, como Pablo o Pedro cuando escribieron sus últimas cartas.
4.
Ser
un ejemplo para sus nietos y para la gente más joven: Hay consejo para las
personas de tercera edad. Está en la Biblia, Tito 2:2...5, “Que los ancianos
sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia.
Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no
esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar
a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa,
buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada”.
5.
Olvidar
lo malo, disfrutar de lo bueno, ponerse a cuenta con Dios.
6.
Prepararse
para la eternidad recibiendo a Cristo en el corazón.
7.
Buscando
la paz para con el prójimo y la familia, reconciliándose y perdonando.
8.
Los
cristianos si realmente somos educados bajo los preceptos del Reino de Dios, debemos
tener y expresar un reverente respeto por los ancianos en general y
especialmente por los que se ocupan en la predicación o la enseñanza. “Los
ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente
los que trabajan en predicar y enseñar” (1 Timoteo 5.1)
Saber llegar a esa etapa de la vida es también
un reto a superar. Muchos en nuestro tiempo tratan de parar el tiempo y parecer
jóvenes siempre. Pero cien por ciento seguro que no lo conseguirán.
Los jóvenes y adultos en general deben
considerar que un día serán ancianos, por lo tanto, bueno es que se cuiden y
aprovechen su tiempo, preparándose para llegar a esa etapa. No sea que llegue a
ser como dice Eclesiastés 12:1 “Acuérdate de tu Creador en los días de tu
juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales
digas: No tengo en ellos contentamiento;”.
Es hoy cuando debemos sembrar para que un día
cosechemos honra, debemos sembrar para tener un buen carácter, buenos recuerdos
y una familia que nos ame.
Deberíamos preguntarnos ¿Cómo quiero que sean
mis años en la última etapa?
Las personas hacen planes a corto plazo, a
mediano y a largo, pero pocos empiezan a pensar en que serán ancianos sino a
partir de los 40 o 50. La mejor forma de llegar a una ancianidad llena de buenas
anécdotas y experiencias es acordarnos de nuestro creador hoy y seguir sus
mandamientos mientras que disfrutamos de este tiempo.
Eclesiastés 11:9…10 “Alégrate,
joven, en tu juventud; deja que tu corazón disfrute de la adolescencia. Sigue
los impulsos de tu corazón y responde al estímulo de tus ojos, pero toma en
cuenta que Dios te juzgará por todo esto. Aleja de tu corazón el enojo, y echa
fuera de tu ser la maldad, porque confiar en la juventud y en la flor de la
vida es un absurdo”
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