Muchos países en unos años estarán compuestos
por personas de la tercera edad, lo que debe abordarse con valentía por las
sociedades, máxime si tomamos en cuenta que este sector tiende a estar formado
por personas a las cuales se menosprecia y se les falta el respeto en nuestros
actuales países occidentales.
Por otro lado, Dios en la Biblia escogió
presentarse como un anciano de días (Daniel 7), lo cual representa su sabiduría
y eternidad, su autoridad y la pureza de su reino. Dios da mucho valor a las
personas que llegan a esta etapa de la vida: en Levíticos 19:32, la orden es
ponernos de pie ante los ancianos como una señal de reverencia, cosa que ha
caído en un desuso y las razones pueden ser muchas, entre ellas el sobrevalor
que se le da a la belleza y fuerza juvenil, así como a su desempeño laboral en
contraposición a la debilidad y flaqueza física, así como dependencia de los
ancianos. La Biblia sin embargo nos dice que cada etapa de la vida tiene su lado
hermoso si uno lo sabe valorar; Proverbios 20:29 nos dice, “La gloria de los
jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez”.
En la juventud debemos soñar, aprovechar y
vivir plenamente como lo dice Eclesiastés 12, en la etapa anciana debemos
anhelar llegar bien para poder adquirir descanso, experiencia, sabiduría,
autoridad, etc.
Podría ser que el hecho de que se menosprecie
la vejez sea una de las razones por las que no nos preparamos para ella.
Los ídolos de la televisión nos enseñan que hay
que rehuir a las arrugas por medio de las cirugías y los cosméticos y tintes a
quitar las canas, pero pocos nos enfrentan con la realidad de que esta etapa ha
de llegar tarde o temprano, que es imposible eludirla y lo importante a
preparar y cuidar es el cómo llegamos hasta ella.
En la actualidad, primer cuarto del siglo XXI, muchos
ancianos llegan mal a esa etapa porque cuando eran jóvenes no pensaron en cosas
como la jubilación o el alcanzar honor y sabiduría para impartir a sus
generaciones. Es por esto que debemos revalorar esta etapa comenzando por darle
honor a los que ya están ahí.
La honra a los ancianos se ha perdido porque
honrar implica humillarnos a nosotros mismos. Tiene que ver con el
reconocimiento a los méritos de otro que quizá sea más débil físicamente o no
se vea menos que nosotros.
El honrarlos, no lo debemos hacer sólo porque
son ancianos sino porque son humanos y más porque son nuestros hermanos en
Cristo. Pablo dice: Romanos 12:10 “Ámense los unos a los otros
con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente”
¿Por qué debemos honrar a los ancianos?
Porque Dios lo manda, porque son señal de
autoridad, porque son la voz de la experiencia, porque lo que quieras que hagan
contigo hazlo tú con ellos, porque el hecho de llegar a esa edad los hace
merecedores de honor por las pruebas y luchas superadas durante la vida. Y si
lo quieres ver egoístamente, porque también serás un anciano, si Dios te
bendice con ello.
A veces lo que pasa es que los más jóvenes no
reflexionan en que los ancianos ya pasaron por cada etapa de las que ellos
están pasando. Como que se consideran eternos y que no entienden el hoy, pero
en realidad como diría el libro de Eclesiastés 1:9, “Lo que ya
ha acontecido volverá a acontecer; lo que ya se ha hecho se volverá a hacer ¡y
no hay nada nuevo bajo el sol!”
Por tanto, deberíamos comenzar por verlos como
si nos viéramos a nosotros y adquirir esa curiosidad de saber cómo fue la vida
de ellos y cómo sortearon los problemas que ellos tuvieron.
Tenemos una deuda de amor y de honra
para con nuestros ancianos, aun cuando nuestra cultura o la sociedad no lo
estipulen como lo políticamente correcto, eso es lo que Dios nos ordena: Romanos
13:7…8 “Paguen a cada uno lo que le corresponda: si deben impuestos, paguen los
impuestos; si deben contribuciones, paguen las contribuciones; al que deban
respeto, muéstrenle respeto; al que deban honor, ríndanle honor. No tengan
deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho,
quien ama al prójimo ha cumplido la ley”
¿Qué significa honrar al anciano?
Significa, dar valor, dar importancia, no
menospreciar, no tratarlo como si fuese cualquier cosa, es pensar en ellos como
lo que son realmente valiosos pese a la fragilidad en que su cuerpo demuestra.
En los países orientales como Japón acostumbran
honrar a los ancianos haciendo una reverencia. Dar honra engrandece a las
personas.
Podemos vivir honrándolos o menospreciándolos
ante los demás, pero la orden es honrarlos.
¿Cómo podemos honrarlos?
Empecemos por oír a nuestros ancianos; de seguro
que en esto tenemos dificultad porque a los ancianos les gusta hablar muchos y
tienden a repetir las mismas historias al punto que nos sentimos aburridos.
Pero prestar atención a quien nos habla hoy es una orden divina. “Proverbios
23:22 “Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a
tu madre cuando sea anciana.”
Una de las tareas que Dios ha encomendado a los
ancianos es que ellos sean portavoces del testimonio para las generaciones
venideras, que de ellos manen sus experiencias, la verdad, la
sabiduría, la disciplina y el discernimiento.
Los jóvenes pueden aprender lecciones valiosas
de los ancianos. Está en la Biblia, Salmo 71:18, “Aun cuando
sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh Dios,
hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido”.
hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido”.
Ellos tienen testimonios de poder para
nosotros: Salmo 92:14…15 “Aun en su vejez, darán fruto; siempre
estarán vigorosos y lozanos, para proclamar: El Señor es justo; él
es mi Roca, y en él no hay injusticia”
CONTINUARA PROXIMA SEMANA
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