La vejez es sin duda, un privilegio y, aun así,
es común encontrarnos con una constante que va despuntando cada vez más: “El
terror a envejecer”. Lo vemos reflejado en muchas personas, hombres y mujeres,
que entran en depresión en una edad joven adulta por el miedo a envejecer.
Es una realidad que se da no sólo en mujeres,
sino en personas que pretenden, de manera consciente o inconsciente, estancarse
en una edad por el terror a envejecer. Mucha gente cuando se le pregunta la
edad no se atreve a decir 30, 40, 50… sino que prefieren utilizar el prefijo
“20 y tanto” de tal modo que no suene “tan feo”, “tan deprimente”, es una
manera de eludir la realidad, de pensar y de vivir como si tuvieran veinte,
teniendo en realidad mucha más edad.
Es muy marcado el ver a mujeres mayores
utilizando ropa inapropiada como faldas demasiado cortas, blusas o pantalones
ajustados, la moda del momento, tacón altísimo aunque casi no puedan dar un
paso del dolor de espalda; mujeres que tienen la responsabilidad de educar a
sus hijos y con tal de estar “al día” con el mundo actual evaden esa obligación
y buscan ser como ellos, esto es un grave error, pues los hijos necesitan que
sus madres y padres funjan como lo que son, sus progenitores, guías y
educadores para la vida.
El terror a envejecer es una especie de
“síndrome existencial” de orden psicológico. Se considera un desorden
multifactorial, provocado en gran medida por los medios de comunicación que,
con tal de vender, nos enseñan hasta el cansancio que la felicidad es tener “un
cuerpo espectacular, una cara formidable, una personalidad perfecta”.
La industria de la moda nos invita a buscar la
plenitud en una serie de “trapos” cortados de distinta manera, según la mirada
de un grupo de diseñadores, unos con buen gusto otros no, pero siempre
generando la necesidad de lucir no sólo bien, sino al último grito de la moda,
de tal forma de crear cierto “respeto, admiración y sentido de pertenencia” a
grupos exclusivos, donde el lucir del tal o cual manera te vuelve más
importante ante los demás.
La superficialidad, el cumplimiento de los
caprichos, la evitación de todo sufrimiento, el insistir en que la vida es
rosa, la falta de formación de carácter, de voluntad, el querer compensar a los
seres queridos con juguetes, ropa, joyas, etc. ante la ausencia o algún mal
comportamiento. Tristemente también, en muchos casos, el ejemplo de las
hermanas mayores y de las madres de familia, que buscan “lucir espectaculares”
pues creen así valer más.
Dejando de lado, por supuesto, la pobreza
espiritual, la sobriedad, la templanza, la prudencia y la aceptación de la
realidad; valores y virtudes indispensables para vivir una vida verdaderamente
plena y acorde con la naturaleza humana; que promueven en la persona un
comportamiento sano con respecto a su aspecto.
La problemática no sólo se expresa en que las
personas ya no valoran la vida como lo que es, un don sagrado, un don de amor,
un don invaluable. Ahora parece ser más valiosa o menos valiosa según su
juventud, el aspecto de su rostro y de su cuerpo.
Razones que influyen fuertemente en el
acentuado crecimiento de los desórdenes alimentarios como lo son la anorexia,
la bulimia, la ortorexia, por nombrar los más típicos del sometimiento a dietas
exhaustivas y en la rendición a miles de operaciones como liposucción,
extracción de costillas, estiramientos faciales y corporales; todas,
situaciones que orillan por descompensaciones brutales, por complicaciones
durante las intervenciones quirúrgicas postoperatorias… en algunos casos a
muchas personas a la muerte, en otros, la consecuencia no es la muerte
corporal, sino la muerte psíquica y emocional que las alcanza, siendo el
desenlace un hospital psiquiátrico…
Luchemos
por un nuevo enfoque
Envejecer es saber que conforme avanza tu edad
y pasa cada día, eres privilegiado, pues tienes la oportunidad de crecer en
edad, sabiduría y gracia. La persona humana debe comportarse como tal, es
decir, de acuerdo a su propia naturaleza, si quiere de verdad, encontrar la
felicidad aquí en la tierra, para luego ser pleno en el cielo, debes aprender a
envejecer como persona humana, envejecer con dignidad
El hombre plasmado a imagen y semejanza de
Dios, es un sujeto consciente y responsable. Aun así, también en su dimensión
espiritual el hombre experimenta la sucesión de fases diversas, igualmente
fugaces. Por tanto, así como la infancia y la juventud son el periodo en el
cual el ser humano está en formación, vive proyectado hacia el futuro y tomando
conciencia de sus capacidades, también la vejez tiene sus ventajas porque,
atenuando el ímpetu de las pasiones, acrecienta la sabiduría, da consejos más
maduros. En cierto sentido, es la época privilegiada de aquella sabiduría que
generalmente es fruto de la experiencia, porque el tiempo es un gran maestro.
Retardar los efectos del tiempo con dignidad
¿Cuántos hombres, cuántas mujeres están
preocupados por su belleza? Si es preocupación, es legítima; si es obsesión, es
anormal. Se equivocan, principalmente en la naturaleza de los cuidados que han
de poner en el embellecimiento de su cuerpo. Todos los esfuerzos que se
procuran del exterior para destacar, rectificar, aumentar la armonía y la
gracia del cuerpo y especialmente del rostro, dan sólo un resultado muy exiguo.
La auténtica belleza proviene de dentro, nace del espíritu y se despliega con
la irradiación del alma divinizada. Esta belleza atrae y tonifica a quienes la
contemplan.
Ciertamente es bueno buscar una armonía en
todos los aspectos o dimensiones de nuestro ser, en el orden físico algunos
consejos de belleza son:
1. Hacer ejercicio, tomar agua, evitar ingerir
bebidas alcohólicas, evitar fumar, incluir en la dieta nutrimental verduras y
frutas especialmente.
2. En el orden psicológico: leer, mantenerse al
día (avances tecnológicos, noticias), reír mucho, convivir con personas de
todas las edades, con tus seres queridos, no guardar rencores ni
resentimientos, cultivar una autoestima sana, evitar el estrés.
3. Del orden espiritual: Tener conciencia que
envejecer es una manifestación humana; muchos quieren acallar esta conciencia:
maquillándose en exceso, usando ropa inapropiada, sometiéndose a cirugías estéticas;
no se dan cuenta de que los años pasan y que con esos comportamientos sólo
fracturan su interior, viven en una incongruencia tal que no les permite verse
a sí mismos, de una manera auténtica y madura; detrás de las inyecciones de
botox, de la liposucción, de los injertos de cabello, de las horas diarias de
gimnasio, de la ropa…, tienen olvidada al alma, vieja, empolvada, sin darse
cuenta de que lo más importante es mantener joven el espíritu.
También hay una edad espiritual y esa es la que
más debemos cuidar y hacerla crecer, esta con la madurez física y la
psicológica puede crecer para ayudarnos a ser más libres y alcanzar la
felicidad.
A través del espíritu, avanzando a lo largo de
las diversas etapas de desarrollo podemos llegar a una vida madura que te
ayudará ser como niño, pero no un “infantil”, no un “niñón”, sino un adulto con
espíritu libre, espíritu bondadoso: eso es “Sed como niños”
Por tanto, cuidemos no solamente la belleza
exterior, la belleza corporal, la belleza facial; ciertamente es importante, pero
no lo primordial, la belleza exterior ha de ser solo el indicio de un cuidadoso
amor a uno mismo que penetra desde el espíritu para esbozar la maravilla de la
persona que se expresa a través de ese cuerpo.
Cuidémonos de no ser como la manzana, una fruta
de hermoso aspecto, grande, roja y de un aroma incomparable, pero que dentro de
ella tiene una podredumbre que tarde o temprano atravesará la piel y se verá
por fuera. Si quieres en verdad mantener la belleza de la juventud, detente un
minuto ante el espejo, cinco ante tu alma, quince ante tu Dios.
La belleza del cuerpo es limitada y tristemente
vulnerable, busca engrandecer y embellecer tu alma, esa belleza es infinita.
No tengas miedo de envejecer, piensa en todos
aquellos que no tienen vida para poder vivirla, para poder compartirla, para
poder disfrutarla, a causa de la muerte que le sorprendió a muy temprana edad.
La vida es para vivirla, no te “remiendes” al grado de perder tu verdadero
rostro, corres el grave riesgo de perder el rostro de tu identidad humana y
específicamente personal, ama la vida, vívela en plenitud, cada etapa tiene su
encanto, no tomes al tiempo como tu enemigo, hazlo tu aliado, vive tu vida, no
la desperdicies, reflexiona y date cuenta, envejecer es un privilegio.
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