Por qué el mundo actual olvida o se hacen los
sordos con la porción del Salmo 92 que en su versículo 14 cita sobre los viejos:
“Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes…”
La imagen que las iglesias en su mayoría y la
sociedad tienen de las personas mayores, de la vejez como fenómeno social y del
envejecimiento como proceso y estado demográfico, está asociada de forma casi
automática a elementos negativos.
Culturalmente, prevalece una visión de la vejez
que identifica a las personas mayores como un grupo homogéneo caracterizado por
la inactividad, improductividad y dependencia. En las aproximaciones
sociológicas predominantes, la mirada sobre el envejecimiento y la vejez gira
en torno al impacto y las consecuencias que sobre el desarrollo económico,
social y cultural tiene, ejemplo: el acelerado envejecimiento poblacional en
cuestiones de salud, previsión social, modificaciones de la fuerza de trabajo
en el mercado laboral, en fin, aspectos que relacionan al conjunto de los
adultos mayores con el espacio de la carga presupuestaria y social, el retiro,
las pérdidas y la ruptura de vínculos sociales.
El retiro obligatorio a una edad temprana, la
crisis de solvencia económica que han sufrido en las últimas décadas las
instituciones que brindan servicios a los adultos mayores, entre otros
factores, han dado cuenta de un grupo importante de la población a la que se le
establece arbitrariamente el cese de la vida laboral y el inicio de la vejez, aun
cuando continúan o desean continuar realizando actividades productivas y
contribuyendo significativamente al desarrollo y bienestar de la familia y la
sociedad.
Debemos desarrollar una lectura diferente de la
situación actual de la persona mayor, reconociendo su potencial productivo como
un rasgo que ha sido invisibilizado en nuestra sociedad y al mismo tiempo, ha
favorecido a reforzar los estereotipos y limitantes que ponen las necesidades
asistencialistas de los adultos mayores por sobre sus aportes reales para con
las personas que los rodean y la comunidad en que viven.
El no reconocimiento de dichas actividades
productivas se debe en parte a la creencia social que considera que el trabajo
y la vejez son realidades opuestas o difícilmente conciliables. Sin embargo,
hay especialistas que cuestionan la equivocada asociación entre productividad y
empleo remunerado y destacan la importancia de valorar las capacidades y
contribuciones de las personas mayores, con un criterio más amplio que el de términos
estrictamente económicos. Sí observamos las experiencias asociadas a la vejez
en los actuales contextos de cambio, encontramos a un sector importante de la
población con una esperanza de vida superior a la de generaciones precedentes y
llenos de vitalidad, cuya actividad en el mercado laboral ha finalizado, pero
se encuentra en situación de seguir activo y productivo más allá de la edad
oficial del retiro laboral.
Considerando que la vejez es una experiencia
variable y diversa que comprende personas mayores con necesidades,
características e intereses diferentes, se elaboró una muestra investigativa de
casos que fueron seleccionados estratégicamente, teniendo en cuenta las
diferencias de género, edad y tipo de ocupación, tratando de descubrir toda la
gama de perspectivas de las personas mayores. En ese sentido, la técnica del
muestreo teórico, sin pretender una representatividad estadística, intenta
cubrir tipos sociales diferentes. Los relatos de cada uno de los informantes,
cuyas edades se ubican entre los 60 y 85 años, la mayoría de ellos jubilados o
realizando la gestión correspondiente se obtuvieron a partir de entrevistas
realizadas de manera individual, en el año 2016 realizada en Ciudad de México
por una ONG.
El análisis de los datos se realizó mediante la
comparación sistemática de las biografías laborales que se asemejaban o
diferenciaban, para lo cual se diseñó una matriz teórica que facilitó la
lectura y la clasificación del material cualitativo obtenido de los relatos,
así como también, la posibilidad de cruzar y comparar los testimonios. De este
modo, siguiendo una guía de la biografía laboral de los entrevistados, se
organizaron cuatro ejes temáticos tratando de estructurar un esquema integrador
que reúna los contenidos teóricos de todas las categorías que emergieron de los
relatos.
Del estudio se deriva que podemos decir que la
actividad productiva en la edad avanzada es un tema relevante y de gran
actualidad que ha sido introducido en la literatura gerontológica, a principios
de la década de 1980. Que el envejecimiento productivo debe entenderse como "la
capacidad de un individuo o una población para servir en la fuerza de trabajo
remunerada, en actividades de voluntariado, ayudar en la familia y mantenerse
independiente como sea posible". No obstante, en otros trabajos de
investigación se ha propuesto una concepción más amplia del término,
definiéndolo de la siguiente manera: "El envejecimiento productivo es
cualquier actividad desarrollada por una persona mayor que produce bienes o
servicios, sea remunerada o no, o desarrolla capacidades para producirlos".
Desde este punto de vista, el enfoque del
envejecimiento productivo hace referencia al concepto de productividad en su
sentido amplio, entendiéndose como el conjunto de beneficios colectivos que las
personas mayores consiguen a partir de sus acciones individuales.
Contrariamente a otros enfoques como el envejecimiento "activo",
"saludable" o "exitoso", que hacen hincapié en las acciones
que realizan las personas mayores teniendo como principal objetivo el beneficio
individual, como es el caso, por ejemplo, del ejercicio físico; el
envejecimiento productivo apunta a la contribución social de las personas
mayores y a la satisfacción de necesidades sociales de importancia. Por lo tanto,
contribuir es la esencia de este paradigma y la clave para comprender el
concepto de productividad desde esta perspectiva.
Del universo investigado, podemos inferir que las
personas mayores participan activamente en una diversidad de ocupaciones de la
vida cotidiana colaborando notoriamente en las dinámicas diarias de la familia
y la comunidad que los rodea. Muchos de ellos aún desempeñan alguna tarea
remunerada como la costura, el cuidado de enfermos, la docencia, la producción
artesanal, el comercio o la profesión que han realizado a lo largo de su vida.
Otro grupo realiza actividades poco frecuentes, cuyo trabajo realizan de manera
voluntaria, con fines solidarios. Entre estas actividades se destacan el apoyo
escolar, la colaboración en proyectos comunitarios, trabajos de jardinería y
cuidado de las plazas públicas, enseñanzas bíblicas en sus iglesias y talleres
artesanales. La mayoría de los entrevistados cuidan a sus nietos u otros
familiares enfermos y colaboran con las tareas domésticas, que van desde
cocinar hasta realizar una huerta para el consumo familiar.
Así pues, las dimensiones del envejecimiento
productivo son numerosas entre las personas mayores consultadas, pudiendo
identificar cuatro grandes grupos de aportes: el trabajo remunerado, el trabajo
familiar-doméstico, el trabajo voluntario en la comunidad y las actividades
educativas-culturales.
CONTINUA Próxima Semana
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