Los seres humanos en su gran mayoría, antes de
salir de casa, tenemos el cuidado de habernos bañado, llevar ropa limpia e ir
presentables. ¿Por qué? Por un lado, porque comprendemos que la higiene
contribuye a mantenernos sanos y por otro, porque sabemos que casi toda la
gente juzga por las apariencias.
Por lo general desde pequeños adquirimos de una
forma u otra estos hábitos y nuestro Padre celestial también desea que sus
siervos seamos personas limpias. De hecho, nos promete en la Biblia que se
mostrará limpio “con el que se mantiene limpio” (Salmo 18:26)
¿Por qué insiste Jehová en este punto? En
primer lugar, porque nos ama y sabe que es para beneficio nuestro. Y, en
segundo lugar, porque la imagen que damos sus creyentes lleva a que la gente se
forme una impresión de Él. Sin duda, no queremos deshonrar a Dios. Queremos
glorificarlo, honrarlo. Y por eso debemos mantener impecables tanto nuestro
aspecto como nuestra conducta (Ezequiel 36:22; 1 Pedro 2:12).
¿Qué motivos tenemos para conservar la
limpieza? Para empezar, sabemos que Dios ama a las personas limpias. Además,
nosotros lo amamos a Él y queremos honrarlo con nuestra forma de vivir. Por
último, deseamos mantenernos por siempre en su amor.
No siempre este tema es de fácil trato, por el
contrario, hablar con una persona mayor (anciana) acerca de la higiene es una
situación delicada.
La mayoría de las personas mayores vivieron su
etapa de adultos como personas sanas y fuertes que se interesaban por su
apariencia o al menos se aseguraban de que permanecían limpios.
Lamentablemente, existen muchos ancianos que no
pueden cuidar de su propia higiene, ni siquiera reconocer que le falta y hay
que ayudarlos muy respetuosamente.
Si necesita hablar con un adulto mayor acerca
de la higiene personal, asegúrese de mostrarles el respeto que merecen y ver
sus limitaciones como posibles señales de advertencia sobre su salud. Ayudar
con los suministros de cuidado personal y elaborar una rutina de higiene para ayudar
a mantener a su ser querido tan fresco y saludable como sea posible.
·
Muestra
respeto
Los ancianos no son niños, no importa cuán
limitados estén en cuidarse. Recuerde esto cuando hable con un adulto mayor y
haga todo lo posible para mostrar respeto y proteger su dignidad.
Dejar a alguien saber que su higiene personal
es deficiente puede ser embarazoso para todos los involucrados, así que, si
usted siente que la noticia es mejor comunicada por un terapeuta o profesional
médico, busque uno.
No hable acerca de la higiene como que, si
fuese algo fastidioso u obligatorio, podría ser contraproducente y hacer que él
o ella les sea menos probable que realice actividades como bañarse, afeitarse y
cambiar de ropa. En su lugar, aborde el tema en un lugar privado y deje claro
que usted está preocupado y quiere ofrecer asistencia.
·
Busque
señales de advertencia
Cuando la higiene en las personas mayores se
descuida, puede ser una señal de que están experimentando problemas de salud.
Observe y pregúntele claramente si hay razones por los que no está manteniendo
los mismos estándares. Considere si podría ser que:
-
El
dolor articular no le permite abrir frascos / tubos / botellas.
-
Disminución
de la fuerza significa que no puede presionar hacia abajo en los aerosoles.
-
Un
equilibrio inestable le mantiene fuera del baño o de la ducha.
-
Una
disminución del sentido del olfato significa que no nota olores.
-
La
falta de visibilidad significa que no ve claramente su apariencia.
-
Parte
de una rutina de higiene pasada les causa dolor físico.
-
Si
tiene problemas para recordar la última vez que se bañó.
-
Una
cavidad o infección le impide practicar una buena higiene bucal.
-
Los
productos de higiene que una vez favoreció no están disponibles.
-
Los
medicamentos están provocando nuevos efectos secundarios.
-
La
depresión significa que ya no le importa.
-
La
confusión hace que las tareas de higiene no sean seguras.
·
Asistencia
con suministros
Una vez que usted determine por qué un adulto
mayor no se está manteniendo al día con la higiene, usted puede ofrecer su
ayuda para facilitar acumular los suministros que necesitará para volver a la rutina
diaria de higiene. No sólo puede reponer los productos necesarios, sino
reorganizar dormitorios o baños para que todo esté a su alcance. También puede
ser capaz de comprar equipos de adaptación, tales como bañera rieles
(agarraderas) para ayudar a su ser querido con sus tareas. No olvide comprar:
-
Jabón,
lavado corporal y/o burbujas de baño.
-
Toallitas
para la cara o el cuerpo.
-
Antitranspirante
o desodorante.
-
Pasta
de dientes y/o enjuague bucal.
-
Productos
de limpieza para dentaduras.
-
Afeitadora
manual o afeitadora eléctrica.
-
Champú.
-
Gorro
de ducha.
-
Toallitas
personales para guardar cerca del inodoro.
-
Productos
para la incontinencia.
-
Cortauñas.
-
Loción
para el cuerpo.
-
Perfume
o colonia.
·
Elaborar
una rutina
Una vez que haya reabastecido todos los
suministros de cuidado personal, es posible que desee elaborar una rutina con
él o ella. Considere la posibilidad de comprar un calendario grande en el que
puede marcar las citas en particular, por ejemplo, un viaje semanal al salón o
el día de un asistente de cuidado personal, poner fechas para cuando vienen a
ayudar con actividades de aseo de la casa. Coloque una lista de los números de
teléfono importantes para los contactos de emergencia (médico, dentistas,
amigos y familiares cercanos) cerca del calendario para que toda la información
sobre salud e higiene esté centralizada.
Muestre a los adultos mayores el respeto que
merecen, observe sus rutinas de higiene limitadas para determinar si hay signos
de advertencia de problemas de salud, ayúdeles a conseguir y arreglando
suministros de cuidado personal y elaborar una rutina para que usted y su ser
querido se sientan confiados higiene personal en el futuro.
Y recuerde “Hagan lo que
hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este
mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia…”
Colosenses 3:23…24
No hay comentarios:
Publicar un comentario