Santiago 1:2...4 - "Hermanos míos,
considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas,
pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe
llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les
falte nada." NVI
La vida no es siempre un resplandor. En ella
encontramos los días oscuros de la prueba, la tristeza y el dolor. El hombre es
un péndulo entre la sonrisa y el llanto. Como dice el dicho popular en la vida
unas son de cal y otras de arena.
La vida nos hace experimentar de todo: el amor
y el odio, el dolor y el placer, la alegría y la tristeza, la traición y la
fidelidad, el sabor de una victoria y la amargura de una derrota, la alegría de
una conquista y la tristeza de una pérdida.
Como el problema cumbre de nuestra civilización
es el crecimiento continuo de las dificultades, a los humanos no nos queda más
remedio que crecer también, en valor, en fe y en creatividad para sobrevivir.
A veces Dios permite que diversos problemas nos
sacudan para sacarnos de la mediocridad y hacernos transitar por el hermoso
camino que Él ha dispuesto para nuestro bien.
Sepamos sacar partido a la dificultad
Cuentan que un comerciante chino tenía un
pequeño negocio en la mitad de una cuadra. Un día una enorme empresa,
propietaria de una cadena de almacenes, inició la construcción de un gran
almacén en una esquina de la cuadra, mientras otra empresa similar lo hacía en
la otra. El pequeño comerciante se halló aplastado entre dos enormes
competidores. Llegó el día en que ambos negocios abrirían sus puertas. Las dos
empresas colgaron enormes carteles que decían: "Gran inauguración".
¿Qué hizo el hombrecito del medio? Colgó un cartel sobre la puerta de su
negocio que decía: "Entrada principal". Y ¿Sabe una cosa? Él llegó a
ser muy afortunado gracias a la competencia y a su creatividad.
Y es que, en la dificultad del camino, se
aprende y vive el gozo del triunfo. Los hombres de mentalidad creativa poseen
una visión incapaz de reconocer cosas tales como tiempos malos o condiciones
sin arreglo. Cualquier momento o cualquier situación es buena para sus
poderosas embestidas. Tienen el talento de hacer algo con cualquier cosa.
Estos hombres permiten que las condiciones
mismas sugieran ideas para convertirlas en parte del esfuerzo victorioso. Son
sabios, formados por el andar de la vida y los tropiezos con sus levantadas a
lo largo de su vida.
Debemos de aprender que las dificultades nos
dan grandes oportunidades para desarrollarnos. Ellas son parte moral y esencial
de toda la vida y nuestra fuerza se desarrolla al enfrentarse con ellas, al
meditar en ellas y dominarlas. Enfocando las dificultades con un esquema mental
positivo, siempre se puede obtener algún bien de ellas, por difíciles que sean.
Leí el testimonio de un esquiador que decía:
"Cuando subimos en los telesillas que remontan los Alpes para admirar el
paisaje, nos asomamos desde alturas vertiginosas y vimos algunas de las más
hermosas flores que pueda haber. Resulta muy difícil creer que apenas unas
semanas antes aquellas flores estaban sepultadas bajo muchos metros de nieve.
La carga del hielo y las tormentas invernales habían contribuido a su
brillantez y a su crecimiento".
¿Sabe?, Las cargas que soportamos pueden tener
ese mismo efecto en nuestra vida. Cuando una persona se enfrenta a las
tormentas de la adversidad, puede resurgir con mayor belleza. Es como los
árboles que crecen en las cordilleras: azotados por el viento, sí, pero dotados
de la madera más resistente.
Dios está en todas partes al mismo tiempo, por
lo tanto, está también junto a usted, viendo lo que hace, sabiendo lo que
piensa. Si usted sufre, es porque el dolor le traerá beneficios futuros y no
por capricho de Dios. Usted deja que su hijo sufra en el sillón del dentista,
porque esto beneficia a su hijo, aunque lo haga sufrir.
Muchas veces la manera de hacer más por un hijo
es hacer menos. Dios actúa también así con nosotros.
Sin la angustia nunca conoceríamos la liberación.
Por eso, en tanto que el Señor sea nuestro refugio, no es necesario
desesperarnos por los sufrimientos, antes podemos esperar que esos tormentos se
tornen en bendición y nos sirvan cual acicates para impulsarnos. No olvide que
las mejores cosas de la vida, los goces más agradables, las cosas más valiosas
de este mundo, han llegado a nosotros por medio de las lágrimas y la
tribulación. De esta manera, ¡toda desgracia es una lección!
Cuantas veces no te ha pasado que sales a la
calle y empieza tu día, quieres empezar de cero. Como si fuesen las ocho de la
mañana y no las dos de la tarde, como si todo se hubiera borrado de tu cabeza
en un abrir y cerrar de ojos, como si todo lo malo que has pasado no hubiera
existido nunca, como si fuera el último día de tu vida. Intentas no pensar en
aquello que siempre te ronda la mente. Pero piensas, siempre acabas pensando.
Tu mente es independiente y camina en paralelo a tu cuerpo. No puedes
controlarla, nunca lo consigues. Pero ya no lloras, miras todo con otros ojos.
Aquello que te hacía daño ahora sólo te permite recordarlo de una forma
distinta, de una manera mejor. Ya no guardas rencor, sólo das gracias. Ya no
echas de menos, sólo recuerdas. Y es mejor así, porque la vida es perder y
ganar, y no siempre se tiene ésta última. Así que hay que caerse, aunque sea
cien veces, pero es imprescindible caerse. El único requisito es que no te
quedes en el suelo, una vez que estés abajo debes aprender a subir.
Es cierta le teoría de que todo lo que sube
vuelve a bajar, por lo que volverás a caer tantas veces como te levantes, pero.
¿qué sería la vida sin altibajos? Demasiado aburrida, no merecería la pena
vivirla. Estar continuamente feliz aburre hasta a las moscas.
Por eso debes aprender a disfrutar esos días
sin sol, con truenos y relámpagos que sean tan fuertes que te hagan temblar,
porque cuanto mayor sea la caída, mejor será la subida. Cuanto más grande sea
la tormenta, un sol más radiante saldrá después de ella. Sólo hay que aprender
a disfrutarlo y entender que, al igual que nosotros, el cielo necesita llorar
de vez en cuando.
Animo, todos pasamos dificultades, hagamos y
saquemos de ellas nuestro mejor provecho, por ello Dios nos bendice siempre.
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