Muchos hemos visto en nuestros padres o abuelos
como ya una vez viejos, pierden su independencia. Cada vez son mayores las
cantidades de personas que sobrepasan los sesenta y cinco años que se miran en
una emergencia y están solas en sus casas.
Levítico
19:32 “Delante de las canas te levantarás,
y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová.” RV
El honrar significa tener como motivo de
orgullo el ser viejo (no todos lo logran), como también el tener dentro de
nuestros grupos sociales, familia, iglesia, trabajo, etc., personas de esta
edad. Y el temor a Dios, nos lleva a la acción de enaltecer o premiar los
méritos de ellos. Mucho se escucha sobre la anterior cita bíblica, existirán y
se habrán predicado miles de sermones alrededor del tema, estudios bíblicos
sobre ellos, pero la verdad de la verdad es que no pasan de ser palabras y por
eso es que decimos que “Los Cristianos Están Obligados A Proveer Una Nueva Vida
A La Vejez”
No
digo en ningún momento que hablamos mentiras no, lo que quiero decir es que la
verborrea como mal de muchos cristianos, sirve de escape para abordar nuestras
verdaderas responsabilidades, desde la familia pasando por la iglesia, hasta
llegar a todos los amitos sociales.
Si consideramos el crecimiento de la población en
todo el mundo, dentro de ellos, los mayoritarios son los que están
envejeciendo, lo que representa que la escala de desafíos está creciendo
exponencialmente, afectando no sólo los sistemas de salud, sino también las
economías, las políticas gubernamentales y por supuesto, las familias.
Las Naciones Unidas prevén que, a la mitad de
este siglo, el número de personas mayores de sesenta años será el doble,
superando en número por primera vez en la historia a niños menores de cinco
años. La explicación de esta tendencia demográfica es directa: las tasas
globales de fecundidad han disminuido, en un promedio de 5 hijos por mujer, en
1950/1955, a 2,5 niños por mujer en 2010/2015.
A diferencia de las sociedades eminentemente de
consumo, las sociedades humanas ante este crecimiento del envejecimiento de los
ciudadanos no deben considerarlo como una carga económica. Ellos pueden
desempeñar un papel positivo como consumidores activos, un potencial que muchas
industrias ya han reconocido y han comenzado a aprovechar.
Pero eso no mejora el aparentemente intratable
desafío subyacente, un reducido grupo de personas queriendo afrontar la
situación de apoyar a un número creciente de destinatarios. Este desequilibrio
ya ha llevado a algunos gobiernos a aumentar la edad de jubilación y cambiar
sus políticas de pensiones para retrasar o reducir los beneficios y mantener a
la gente en la fuerza de trabajo.
Pero para mantener a la gente trabajando más
tiempo, es crucial mantenerlos sanos; por ello, la industria sanitaria debe
desempeñar un papel importante en los esfuerzos para hacer frente a los retos
del envejecimiento de la población. La vejez debe considerarse no sólo como una
etapa inevitable de la vida, sino como una oportunidad para que las empresas y
los sistemas de atención sanitaria ayuden a las personas a prosperar.
Con este fin, las empresas de atención de salud
deben cambiar el enfoque de sus esfuerzos de investigación y desarrollo hacia
las condiciones que prevalecen entre los pacientes mayores, incluyendo
enfermedades crónicas como diabetes, enfermedades del corazón, glaucoma,
artritis reumatoide y cáncer. Tales esfuerzos también son vitales para
encontrar formas de detener más eficazmente el deterioro de la productividad e
independencia de las personas, preservando su fuerza física, su agudeza mental
y sus sentidos como el oído y la visión. Esto es importante no sólo para los
pacientes mayores, sino también para sus familias y otros en estado de
desventaja.
Un área particularmente prometedora es la
medicina regenerativa, que tiene muchas aplicaciones potenciales - incluso para
prevenir o revertir la pérdida de audición. En la actualidad, un tercio de las
personas de entre 65 y 70 años (y la mitad de las personas de más de 75 años)
experimentan pérdida significativa de la audición, a menudo causada por daño o
pérdida de las células del oído interno que detectan y transforman ondas
sonoras en señales que se registran en el cerebro.
Pero tales avances científicos y sus tratamientos
significarán poco si no son asequibles o accesibles a la gente común. Y la
trayectoria actual, con la carga de los crecientes costos del cuidado de la
salud cada vez más a los pacientes, no es alentadora. Para invertir esta
tendencia, la industria de la salud debe trabajar con todas las partes
interesadas para apoyar la sostenibilidad financiera de los sistemas de
atención de la salud, para que puedan manejar mejor la creciente demanda de
atención.
No estoy diciendo con todo esto, que el
cristiano debe de abandonar su comisión de difundir el evangelio, que quede
claro que no, lo que trato de decir es “apliquemos el evangelio y sus hechos”.
En sus inicios la Iglesia Primitiva en su obligación de atender a las personas
en condiciones similares a los ancianos de ahora, decidió que dentro de la
iglesia se escogieran a personas, no cualquieras, no, sino que personas
idóneas, “de buen testimonio, llenos
del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo”
lea Hechos 6:1...7
¿Y por qué personas con esas características?
Porque el número de cristianos crecía a miles y
así el número de viudas, al igual que ahora crece el número de personas en la
etapa de la vejez. En aquel entonces igual que ahora, el éxito requeriría de estrategias
innovadoras para mejorar los resultados de los beneficiarios de una manera
financieramente sostenible.
Por ejemplo, la iglesia puede trabajar con los
Gobiernos Locales para ofrecer servicios que mejoren las diferentes áreas como
salud mental, empredurismo, fomento de las artes, rescate cultural, jardinería,
etc. Asegurar la disponibilidad de trabajadores voluntarios capacitados o
consejeros para responder a las preguntas de los beneficiarios, en fin, tantas
áreas en que podría ayudar.
Mas halla de estar dentro de las paredes del
templo, el cristiano actual tiene que entender, de realizar en su mente que la
comisión manda a ir por el mundo con la palabra y con hechos.
Abordar las necesidades del envejecimiento de
las poblaciones es uno de los retos que enfrenta el cristiano y su iglesia. Un
modelo exitoso reduciría la angustia de nuestra población anciana, aumentaría su
esperanza de vida, mejorará la calidad de vida y traería paz y alegría en los
ancianos.
El proporcionar y/o adquirir una comprensión
más completa del proceso de envejecimiento, también podría orientarnos hacia actividades
y obras para honrar a esos viejos de los cuales algunos ya somos parte y otros
tendrán la bendición de Dios de llegar a ser. Incluyendo a los jóvenes.
Mientras transformamos nuestro entendimiento no
olvidemos y tengamos presente que: “Delante de las canas te levantarás,
y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová.” RV
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