Mucho se escribe dando consejos en mensajes
para los jóvenes, pero pocas veces se hace para adultos mayores y raras veces
hay para los más viejos. Pareciera ser que solo nos importara las generaciones
jóvenes y abandonáramos las viejas, no obstante, la Biblia da consejo para los
de edad adulta mayor a igual como para los jóvenes.
A continuación, damos cinco sugerencias con
base bíblica para cristianos de tercera edad, al hacer lo hacemos como respeto
y el amor de Jesús:
1) No trate de aparentar o
presentarse como un joven cuando no lo es. No hay nada más chocante que el ver
a las abuelas en minifaldas con la cara cubierta de varias capas de maquillaje
y pintura con las que tratan de esconder lo obvio, señoras y señores, es normal
que los viejos tengamos arrugas y digo señores porque los varones pueden hacer
cosas parecidas. Con lo anterior no estoy diciendo que sea malo arreglarse y pretender
proyectar la belleza con dignidad, personalmente creo que los cosméticos usados
en moderación pueden ayudar a las hermanas a alcanzar esta meta, máxime cuando
logramos entender que esos toques que agregamos a lo que Dios ha hecho, son
solo para acentuar la obra de Dios, no para arruinarla o deformarla.
La exageración o abuso
del maquillaje, demuestra una inconformidad que es contraria al contentamiento
que la Biblia manda en textos como 1 Timoteo 6:6…8 y Filipenses 4:11…13. Sé que
estos textos se aplican directamente a la conformidad con nuestra situación
económica pero también pueden ser aplicados indirectamente a la aceptación del
proceso natural de envejecimiento. Tal como Pablo había aprendido a estar
contento en cualquier circunstancia económica de su vida así también nosotros,
con la ayuda de Dios, podemos estar contentos en cualquier etapa de nuestras
vidas, seamos jóvenes, adultos de edad media o ancianos.
2) Disfrute la vida que
Dios le ha dado. Pablo era ya un adulto mayor como cualquier otro cuando
escribió “Regocijaos en el Señor siempre, Otra vez os digo regocijaos” Filipenses
4:4.
Da pena ver a ancianos
deprimidos que se han rendido con la vida y no tienen otro deseo sino el
dormir, quizás ver algunas telenovelas en casa y no querer salir de paseo.
Aunque requiere esfuerzo, los ancianos cristianos deben esforzarse en salir y
vivir, asistiendo a todas las reuniones que puedan asistir, visitando a
enfermos y sirviendo a los hermanos mientras puedan. Si su salud no permite que
salgan, pueden leer la palabra de Dios en su casa, invitar a los hermanos a
visitarlos y hablarles del cielo, de la palabra y de la esperanza que Dios nos
ha dado.
El salmista luego de
hablar en Salmo 92:12 y 13 del justo que iba a florecer como la palmera, dice
en los versículos 14 y 15, “Aun en su vejez, darán fruto; siempre
estarán vigorosos y lozanos, para proclamar: «El Señor es justo; él
es mi Roca, y en él no hay injusticia.” Yo he visto y doy testimonio de como los
ancianos que siguen a Jehová tienen una fuerza interior que los del mundo no
tienen.
3) Gócese con las
bendiciones que acompañan la edad. La mayor bendición que nos llega con la edad
es la sabiduría que se acompaña con la experiencia. Algunos lectores del blog,
me han preguntado si me gustaría volver a tener veinte años, no sé si
maliciosamente o seriamente, pero a las dos formas respondo que si pudiera
volver a tener veinte años con la experiencia que tengo ahora con mis sesenta y
ocho hoy en el 2017, lo haría. Pero es imposible. La experiencia únicamente
viene con la edad; por esa razón Dios quiere que los de edad mayor enseñen a
los jóvenes (Tito 2:3). Dentro de todas esas cosas que estamos llamados a
enseñar, existe la necesidad de enseñar a las generaciones jóvenes a preparar
su futuro ese futuro que ahora es el presente nuestro, para que cuando ellos
lleguen lo encuentren en mejores condiciones que las actuales para su propio
beneficio.
4) Evite los pecados que
acompañan la edad. Tal como hay pasiones juveniles, hay algunas tentaciones que
afectan a los ancianos en particular. Pablo hace alusión a algunas de ellas en
Tito 2.
Pablo habla del no ser
sano en amor y paciencia (Tito 2:2) y es que cuando las aflicciones de la edad
comienzan a agobiarnos es fácil dejar que dos actitudes no sanas nos apoderen:
(a) El enredarse en preocupaciones acerca de nosotros mismos,
el hablar continuamente con todo el mundo acerca de nuestras visitas a los
médicos, nuestra medicina, nuestros dolores y nuestros problemas. Cuando
estamos tan enredados en nosotros mismos, no somos amorosos con los demás. El
amor es preocuparse principalmente por otros. Tratemos de no tomar tanto a
pecho nuestros dolores para que podamos enfocarnos en el amor y el servir a
otros.
(b) Todo nos molesta: los niños y jóvenes, la política, los
cónyuges, etc. Si no tenemos cuidado podemos llegar a ser como viejos
refunfuñones, criticando a todos y siempre enojados con el mundo. Dios no
quiere este espíritu malhumorado entre sus ancianos, sino que sean sanos en
amor y paciencia.
El ser esclavo del vino
y de drogas “para los nervios” (Tito 2:3) A veces los médicos recetan drogas
para el dolor y los nervios las cuales pueden ser útiles y necesarias en
ciertas circunstancias pero que también pueden llegar a ser nuestros amos. Los
cristianos van a tener cuidado con este peligro.
5) Añore el cielo. Cuantos
más años tengamos, ¡más cerca estamos al cielo, nuestro hogar eterno! “… Ahora
está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando aceptamos al Señor
Jesús (Romanos 13:11). Esta verdad debe llenarnos a los ancianos con alegría y
entusiasmo. Aunque es verdad que el cruzar el río de la muerte muchas veces no
es nada agradable, Dios nos dará la fuerza para hacerlo y al otro lado del río,
hay bendiciones que no podemos captar ni imaginar. Halla se termina de cumplir
Corintios 2:9 “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han
subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman”
“Por tanto, no
desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el
interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación
momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de
gloria.” (2 Corintios 4:16, 17).
La muerte debe ser integrada al ciclo de la
vida como hecho natural, lo que no implica despojarse de los miedos y las
interrogantes que el hombre ha procurado responderse desde sus inicios, sino
por el contrario, tenerlas presente en como una realidad que ha de venir y que
dará paso a una gran recompensa.
Que Dios nos ayude a tener esta fe y confianza
para que el alcanzar la mayoría de edad no nos traiga la depresión, sino la
esperanza, la fe y los años más fructíferos de nuestras vidas.
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