¿Qué piensa una persona en los breves
instantes que lo separan del pavimento, después de saltar al vacío desde el
cuarto piso de un edificio de apartamentos?
La caída es veloz e indescriptible, en
esos segundos toda la vida pasa por la mente, como una película donde se
confunden escenas de dolor y los momentos de satisfacción. Todo el baúl de
recuerdos expuesto para quien sabe que todo está por terminar. Cuándo estamos
en el umbral de la muerte, dimensionamos el verdadero valor de la vida.
¿Argumento de una novela? En absoluto. La
historia es real. La vivió Carlos Armando Armendáriz, de 23 años. Los hechos
ocurrieron una madrugada cualquiera, al sur de Cali, Colombia. Regresaba de un
baile, bajo los efectos del licor. Cuando iba a ingresar a su apartamento en el
noveno piso, comprobó que había perdido las llaves. Preso de la preocupación
tomó una decisión absurda: subir a la azotea y saltar con el propósito de
asirse de una ventana, romper el vidrio e ingresar, pero su intento, además de
suicida, no tendría éxito por la torpeza de su cuerpo como consecuencia del
alcohol... ¡Y saltó!
“No medí las consecuencias. Sólo recuerdo
que caía y caía... metros abajo me esperaba el duro suelo. ¡No podía evitar
morir! Estaba perdido. En ese momento recordé que alguien me había hablado de
Jesucristo. Yo me burlaba, creía que no necesitaba a Dios. Sin embargo, en ese
instante, en medio de la desesperación, le pedí: “Ayúdame, Señor Jesucristo”. Y
Dios respondió”, relató el joven.
Carlos Armando sufrió fracturas graves,
principalmente en su pierna izquierda. Lo sometieron a prolongadas
intervenciones quirúrgicas, de las cuales, por la intervención milagrosa de
Dios, salió airoso. A partir de entonces vive la vida intensamente. Comprendió
que, al darle una nueva oportunidad, Dios le ofrecía una página en blanco para
que él comenzara a escribir un nuevo capítulo de su vida.
No importa la edad que tengas, para morir
no hay edad y la pregunta es: ¿Estas preparado para morir?
Ezequías fue uno de los mejores reyes de
Israel. Durante su gobierno (726-698 a.C.), el país experimentó un despertar
religioso sin precedentes, las estrategias militares experimentaron un denodado
fortalecimiento y se vivió una relativa solidez económica. Pero cuando creía
que todo marchaba viento en popa “...Ezequías se enfermó gravemente y estuvo a
punto de morir. El profeta Isaías hijo de Amoz fue a verlo y le dijo: “Así dice
el Señor: Pon tu casa en orden, porque vas a morir. No te recuperarás.” 2 Reyes
20:1 NVI.
La muerte es inevitable. Si en lugar de
ser Ezequías, la notificación de que estaba próximo a perecer le hubiese
llegado a usted hoy...¿Cuál habría sido su reacción? ¿Está preparado para
morir?
Este monarca israelí, quizá como usted, no
había meditado en el hecho de que tarde o temprano debemos morir. “Exequias
volvió el rostro hacia la pared y le rogó al Señor: “Recuerda, Señor que yo me
he conducido delante de ti con lealtad y con un corazón íntegro, y que he hecho
lo que te agrada”. Y Exequias lloró amargamente.” 2 Reyes 20:2..3 NVI.
Esa es una reacción comprensible cuando
reconocemos que nos falta algo todavía: rendirnos a Dios. Que hemos vivido
mucho, pero sin el Señor en el corazón. Cuando reconocemos que le necesitamos,
Él responde y abre las puertas a una nueva vida
“No había salido Isaías al patio central, cuando le llegó la
Palabra del Señor;”Regresa y dile a Exequias, gobernante de mi pueblo, que así
dice el Señor, Dios de su antepasado David: “He escuchado tu oración y he visto
tus lágrimas. Voy a sanarte y en tres días podrás subir al templo del Señor.
Voy a darte quince años más de vida...” 2 Reyes 20:4..6 NVI
¿Cómo cree que vivió el rey a partir de
ese momento? Vivió intensamente, aprovechando cada segundo...Viviendo para Dios,
disfrutando de cada nuevo amanecer, de los arreboles del atardecer, de la
sonrisa de alguien, de una frase amable...
¿Cómo ha estado viviendo su vida? ¿Tiene
metas? ¿Es feliz? ¿Disfruta cada instante? Si su vida es una oscura sucesión de
fracasos y crisis y ha pensado que no vale la pena seguir viviendo, le invito
para que antes de tomar cualquier decisión, tenga una experiencia personal con
Jesucristo. Él dijo: “...yo he venido para que tengan vida, y la tengan en
abundancia”, y también: “...yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mi
vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mi no morirá jamás...” (Juan
10:10 y 11:25).
¡Hoy puede ser el comienzo de una nueva
vida!... No siga encerrado en el mismo cascaron... ¿Qué hacer?
Basta pedirle a Jesucristo que entre en su
corazón. Hágalo con una oración corta, dígale: “Señor Jesucristo, reconozco que
hasta ahora he vivido alejado de ti y que he pecado. Te doy gracias porque, con
tu muerte en la cruz, perdonaste todos mis pecados y me das una nueva
oportunidad. Te acepto como mi Señor y suficiente Salvador”. Amen.
Puedo asegurarle que su vida no será la
misma desde hoy. ¡Lo felicito! Deseo conocer su decisión por Cristo. Quizá
tenga alguna pregunta o petición de oración. No dude en escribirme.
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