La memoria es una función del cerebro y a
la vez, un fenómeno de la mente que permite al organismo codificar, almacenar y
recuperar la información del pasado. Surge como resultado de las conexiones
sinápticas repetitivas entre las neuronas, lo que crea redes neuronales (la
llamada potenciación a largo plazo).
La memoria permite retener experiencias
pasadas y según el alcance temporal, se clasifica convencionalmente en: memoria
a corto plazo, memoria a mediano plazo y memoria a largo plazo
La conservación de la memoria es uno de
los aspectos que más preocupa cuando nos vamos haciendo mayores. Utilizamos la
memoria constantemente, siendo un elemento imprescindible para la propia
autonomía. Por lo que es razonable, que con los primeros síntomas de pérdida de
memoria que aparecen con los años, nos preocupemos por mantenerla funcionando
el máximo tiempo posible.
Imaginemos por unos segundos, que
despertamos una mañana cualquiera desligados por completo de nuestra memoria...
¡Que angustia!...
Sería como volver a nacer. Ignorando lo
que nos rodea, todo resultaría nuevo, sin saber para que funciona cada uno de
los objetos que se encuentran en la habitación, habiendo perdido el lenguaje,
incapaces de encontrar las palabras para expresar nuestros pensamientos,
desconociendo el día en el que vivimos, sin reconocer cualquier persona que se
nos pusiera delante ya fuera familiar o amigo, incapaces de recordar nuestra
historia, tan siquiera nuestro nombre. ¡Seguro que seria un enorme tormento!
Aunque probablemente en lo primero que
pensamos cuando nos referimos a la memoria es en los recuerdos; en realidad, el
archivo memorístico es mucho más amplio. Almacenamos información de todo tipo;
conocimientos que hemos ido adquiriendo, procesamientos sobre cómo desarrollar
una tarea determinada, sensaciones y sentimientos, aspectos relacionados con el
futuro (cosas pendientes de realizar), múltiples elementos del lenguaje.
Si tuviéramos que ubicar la memoria en una
zona del cuerpo humano, lo haríamos en el cerebro, aunque definir una sola
parte de éste como responsable del procesamiento memorístico es imposible.
Existen cantidad de áreas del cerebro implicadas en la codificación de la
información, en su almacenamiento y recuperación posterior.
Algunas personas mayores, se someten a
terapias y ejercicios de estimulación de la memoria, tras detectar que ya no
tienen la misma capacidad y estando concientes de que es necesaria para el buen
funcionamiento diario. En la primera visita a su Terapista, como es lógico,
acuden con numerosas cuestiones y dudas sobre la memoria, además de quejas y
experiencias, que no tardan en surgir y a las que hay que ofrecer una respuesta
adecuada. El hecho de compartirlas y darse cuenta de que otros compañeros viven
situaciones parecidas resulta importante para mitigar el posible nivel de
angustia.
Son habituales comentarios como los
siguientes:
·
"A veces voy a la cocina a buscar alguna cosa y cuando llego
no recuerdo a qué iba"
·
"Si me encuentro a alguien conocido puede que no recuerde su
nombre"
·
"Me cuesta acordarme de lo que hice ayer; pero, los hechos
antiguos no se me olvidan"
·
"En ocasiones guardo tan bien alguna cosa importante para que
no se pierda que después soy incapaz de encontrarla"
·
"Necesito apuntar todas las visitas a los médicos para que no
se me olviden"
·
"Cuando salgo a comprar, frecuentemente me olvido de alguna
de las cosas que necesitaba"
Con el objetivo de disipar las primeras
cuestiones de manera sencilla subrayaremos tres ideas principales:
1. Para comprender por qué recordamos
mejor acontecimientos del pasado que hechos más recientes, podemos comparar la
memoria con una máquina. Si compramos un coche, durante los primeros años
funcionará perfectamente; será silencioso y rápido y presentará mínimas
averías. Poco a poco, ese coche nuevo que funcionaba tan bien, después de
acumular kilómetros, tendrá que acudir al taller más a menudo y su resultado en
la carretera será peor. Algo parecido ocurre con la memoria. Los archivos que
fabrica cuando es una máquina nueva tienen una calidad excelente, por lo que se
conservan sin dificultad. Sin embargo, los archivos de información que se vayan
creando más tarde, presentarán mayores defectos y se estropearán antes,
olvidándose en primer lugar.
2. No se pueden confundir las patologías
específicas de la memoria (demencias y amnesias) con una pérdida esperable
asociada a la edad. Con los años, del mismo modo que se reducen otras
habilidades y facultades, la memoria también se va deteriorando.
3. Si bien es el lógico perder memoria con
la edad, no deberíamos mostrar una actitud pasiva ante ello. Sin esperar
recuperar totalmente la memoria (imposible debido al proceso de
envejecimiento), esta se puede trabajar y potenciar. Utilizar la memoria y
estimularla es una tarea preventiva que nos ayudará a mantenerla en mejor
estado durante más tiempo.
Después de leer esto y entender por que se
te olvidan unas cosas, espero que te pongas seriamente a ejercitar tu memoria y
RUEGO A DIOS, QUE NO SE TE OLVIDE.
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