Como pastor estoy constantemente pensando
en cómo comunicar mejor la palabra de Dios y el Evangelio, en particular, a las
personas en nuestra de nuestra comunidad. Las iglesias generalmente son
multigeneracionales compuesta por personas de todos los ámbitos de la vida.
Esto significa que tenemos profesionales y
jubilados, jóvenes, hombres jóvenes y exitosos y desempleadas. Usted logra
hacerse la idea. No somos una Iglesia monocultural construido sobre el
"principio de homogeneidad."
Todas estas personas necesitan el
evangelio. Y mientras la vida, muerte y resurrección del Hijo de Dios es la
única esperanza de todo hombre delante de Dios, hay una variedad de razones, el
Evangelio es nuestro "único consuelo en la vida y en la muerte."
En otras palabras, el Evangelio y toda la
de sus consecuencias tienen que ser claras y cuidadosamente expuestas y se
aplican a personas de todas las edades y etapas de la vida. Uno de los grupos
que a menudo se pasa por alto es el de la edad avanzada. Esos santos
experimentados que se han jubilado, que a igual que todos fueron, niños, fueron
jóvenes y ahora están en estos años, necesitan tanto como cualquier hombre del
evangelio. Pero, ¿sabemos cómo atenderlos a ellos?
El Evangelio habla de cinco tentaciones
comunes entre las personas mayores: (1) la soledad, (2) lamentar, (3) la
amargura, (4) el dolor, y (5) el miedo.
Me encontré una experiencia que me gusta
mucho y puede darnos una idea para ello, a continuación transcribo del original
en ingles:
Marie Henrie relata la historia de Frank
Craven y Silvya Troiani quienes junto a sus amigos, visitan hogares de ancianos
en su ciudad cada semana, con ellos cantan himnos y comparten su fe.
En la sociedad occidental, las personas
mayores tienen poco estatus y los que están enfermos o que ya no pueden cuidar
de sí mismos, a menudo son enviados a hogares de ancianos, donde por desgracia
puede llegar a ser olvidada por su familia ocupada y amigos.
En esta etapa, que se presenta como la
final en esta vida terrenal, sus necesidades espirituales, son más importantes
que nunca. Sin embargo, estas pueden ser relegadas a un segundo plano por
quienes cuidan de ellos físicamente, sobre todo si no comparten su fe o no son
sus familiares.
Llevar el Evangelio a los residentes en
hogares de ancianos, se ha convertido en un área misionera importante. Frank
Craven y Silvya Troiani se han involucrado en este ministerio como parte de su
iglesia a la que pertenecen. Casados y con tres hijas, ella y su marido
comenzaron este ministerio por accidente. Ella recuerda: "Todo comenzó
cuando un amigo y yo comenzamos a visitar a los abuelos de uno de los amigos de
la escuela de mi hija. La abuela murió y el abuelo fue trasladado a un hogar de
ancianos y hasta ahí lo fuimos.
Después de un par de visitas al lugar,
preguntamos a sus autoridades si podría traer una guitarra y cantar algunos
himnos a él y a los otros residentes para animarles. Ellos estuvieron de
acuerdo y poco a poco, de la alabanza improvisada se paso a un pequeño
servicio, con lectura de las Escrituras y oraciones para todos los pacientes,
del cuarto del abuelo, estábamos ahora en un corredor grande.
Silvya comenta que Frank es tan audaz como
atento lo que lo hace un señor muy querido. Fue su idea la de empezar a leer la
Biblia y hacer que todos se den un saludo fraternal en el Nombre de el Señor.
El ministerio en aquel lugar creció y
Frank con mis hijas reclutaron nuevas señoritas y jóvenes para empezar a
visitar otro hogar.
Inicialmente la Directora del nuevo hogar
no estaba demasiado interesada en sus opiniones religiosas y los puso en una
habitación trasera, pero después de la tercera cambio y por las peticiones de
los ancianos llegamos a ser recibidos con los brazos abiertos y terminamos en
el salón para actos.
Silvya comenta: Una cosa llevó a la otra,
ya que el personal parte del personal de trabajo de la primera casa de
ancianos, cambio de lugar y fueron a esta segunda casa y ellos querían que
fuésemos a visitar a sus pacientes por lo que en un momento íbamos a dos
hogares diferentes por semana, haciendo dos o tres visitas semanales.
Ha sido algo muy bonito de hacer. Visitar
los hogares y llevar alegría a los demás es maravilloso. Cuando llegamos, el
Espíritu Santo realmente se hace cargo y nos ayuda. Puede ser muy deprimente
ver a todos sentados en un círculo mirando el uno al otro, pero cuando llegamos
sus rostros se iluminan y empiezan a sonreír. Les decimos que no hemos venido
aquí para su entretenimiento, hemos venido a decirles lo mucho que Jesús les
ama. Los abrazamos a ellos y hablamos con ellos y ellos saben que los amamos.
A veces nos damos cuenta de que uno de
ellos no se encuentra en el grupo, pedimos permiso para visitarlos en sus
habitaciones donde generalmente oramos con ellos. A veces, el personal es muy
colaborador, especialmente los que provienen de un status humilde y que por
obra de Dios, son cristianos, ellos nos ayudan a las actividades festivas.
En otras ocasiones se puede encontrar un
poco de negatividad. Silvya recuerda: En una ocasión la Directora por una
epidemia muy fuerte de gripa y estando con ella varios de los que llegamos, nos
invita a no reunirnos por la propagación de gérmenes, así que nos fuimos al
parque y desde ahí cantamos para ellos nuestras alabanzas y que alegría, en
cuestión de minutos oímos los cantos ellos uniéndose a nosotros. ¡Que
experiencia! reflexiona.
Realmente existen más ministerios para los
niños pequeños, cosa que realmente me gusta y alabo a Dios por ello, pero un
montón de gente está trabajando con los niños y alguien tiene que ayudar a los
ancianos."
Ahora existen cuatro grupos entre ancianos
de la congregación y jóvenes. Se han unidos varios vecinos y amigos. Un equipo
asiste los miércoles por la tarde y otro los domingos, siempre por la tarde.
Uno de ellos tiene en un taxi, otro un pick up y otros su carro, lo de auto,
trasladan a los de a pie. Es tremendamente divertido, viajar asi pero llevando
la Palabra de Dios llevamos gozo y nos gozamos todos nosotros.
A veces suceden cosas divertidas, como la
vez que una hermanita encontró una dentadura postiza en su bolso, hubo que
preguntar a todos en publico por su dueño. En otra ocasión una ancianita
emocionada beso a nuestro pastor en la boca, nuestro pastor algo colorado le
dio las gracias a lo que la anciana le contesto: Cuando quieras guapo y aun
tengo más.
Hasta aquí esta historia, pero deseo hacer
hincapié que las iglesias y con ellos los pastores, tenemos que hacer un
esfuerzo por responder a la demanda de medidas prácticas en que la iglesia
pueda demostrar su amor para los otros, tal vez no haya más oportunidades
emergentes que la de cuidar a los santos envejecidos.
Es nuestro cuidado de los desamparados,
nuestra práctica de la misericordia, que nos tilda a los ojos de muchos de
nuestros oponentes. Esa bondad expresa una característica distintiva del Cristo
que vino al mundo.
¿Qué mejor oportunidad para demostrar en
Cristo la reorientación de nuestras prioridades al preocupamos por el
envejecimiento dentro de la comunidad del pueblo de Dios?
En la carta de Pablo a Timoteo, subraya
esta responsabilidad hacia las personas mayores y a las viudas en particular.
Pablo va tan lejos como para decir que cualquier persona que no provea de
acuerdo a su propia familia es culpable de negar la fe y es peor que un
incrédulo (1 Timoteo 5:08 ). Así que ese tratamiento no es más que una buena
opción si es conveniente o económico, pero nuevos ministerios deben aparecer en
las iglesias. Sea esto nuestro reto.
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