Empecemos
por entender que la expresión "vaca sagrada " tiene su origen en el
politeísmo hinduista. Desde una larguísima tradición este animal que mantiene
su posición erecta por el hecho de estar parado en cuatro patas, es un símbolo
de la estabilidad del universo. Y además, por brindar ese alimento fundamental
que es la leche, se considera un colaborador imprescindible de la vida y la
salud. Por eso se interpreta a la vaca como un animal sagrado, que se pasea,
hasta el día de hoy, por las calles de la India y se considera un pecado
sacrificarlo.
Esta
expresión se ha consagrado en la cultura global de la humanidad y hoy también
se designa vaca sagrada a cualquier individuo o institución cuyas conclusiones
y afirmaciones son irrebatibles y forman parte de una época, una comunidad o de
una cultura.
Se
suele designar con ese termino un personaje que ha logrado en su campo una alta
jerarquía personal y cuyas afirmaciones son respetadas y veneradas por un grupo
de fieles lo bastante ignorante como para consagrar a ese personaje de acuerdo
al concepto de culto a la personalidad.
Vacas
sagradas son también todos aquellos personajes que en el curso de la evolución
de las religiones se han destacado de tal manera que sus ideas, creencias y
enseñanzas han pasado a formar parte de los cánones y dogmas de las Iglesias,
no importando en el caso del cristianismo si estas son apegadas o no a la
Biblia.
Hace
algún tiempo leí el caso de una persona que narraba: "esperé por largas horas el desenlace de una operación
quirúrgica. Carlos, mi hermano, había sufrido un derrame cerebral y uno de los más connotados neurocirujanos
lo estaba interviniendo. Al cabo de aquellas
siete horas de angustia empezaron a salir del quirófano varios de los médicos que, la verdad de las cosas, nunca llegué a
saber qué hacían dentro y así uno
le decía al otro ¡Qué éxito! ¡Qué operación maravillosa!, a lo que agregaba, un tercero ¡qué manos! ¡Qué precisión! Ante tanto
entusiasmo, me animé a preguntar, ¿y mi hermano Carlos? Ah, Carlos, se tomó la
molestia de responderme uno de ellos,
¿se llamaba así? Carlos, murió. Se hizo
un breve silencio pero el coro médico continuó con sus alabanzas, de inmediato,
con aquella alharaca poco menos que festiva. ¡Qué manos! ¡Qué precisión! ¡Qué
éxito! Sumamente empavonado de sí mismo salió finalmente el cirujano y como
buena vaca sagrada, se fue rumiando satisfecho. Y así, como el triunfo de una
vaca sagrada, hubo de difundirse la muerte de Carlos.
Como
esta vaca abundan tantas otras en distintas disciplinas. Se también de un
abogado que, tras perder el caso, se presentó ante sus clientes con flamante
factura y el "vaquífero" argumento: "¡Y agradezcan lo bien que
lo llevé que, de no ser así, habría
sido muchísimo peor el resultado!" ¡Ah!, el maestro, habrán dicho también
sus seguidores, ¡qué lógica contundente, qué retórica, que golpiza propinó a sus contendientes! ¡Qué sapiencia!
Pero... y ¿el caso? ¡Ah, el caso! se
perdió... ¡Qué éxito, que sapiencia, qué lógica, que retórica, qué precisión!
Así
es como se van haciendo y como abundan las vacas sagradas que se dan entre
nosotros. ¡Qué gran entrenador! Pero, la verdad, es que pierde todos los
partidos. ¡Qué gran profesor! Pero, la verdad, es que apenas aprendió a
escribir. ¡Qué gran pastor! Pero, la verdad, es que solamente habla
bonito.
Estas,
las vacas sagradas, nos han hecho y nos seguirán haciendo mucho daño. Son éstas
las que se han apoderado del espectro institucional entre nosotros, las
que pontifican y nos conducen a los
mismos frustrantes resultados, las que en muchas ocasiones dirigen grupos de
personas que terminan frustradas cuando cambian el entendimiento, pero
lamentablemente, muchas personas son y morirán siendo amantes, defensores y
seguidores de estas vacas sagradas.
Son
estas mismas vacas sagradas que en muchísimas ocasiones hablan por nosotros lo
viejos, como si ellos fuera lo ultimo en la materia, por ellos muchas de las
políticas de asistencia a la tercera edad, están plagadas de asistencialismo momoficador
de ancianos o sea de practicas que en ves de activar al anciano de acuerdo a su
edad, lo recluyen como ser inservible en alguna institución e inclusive en su
propia casa.
Y
precisamente, mientras no renovemos nuestro entendimiento las vacas sagradas, seguirán protegiéndose una a otras, rumiando
satisfechas su insuperable estupidez, artífices de la realidad en que vivimos y
lo que es más grave aún, de su previsible persistencia.
Cuando
hablamos de vacas sagradas seguro que visualizas el papel de este animal en la
India, ¿verdad?
Allí
se consideran sagradas y no se las puede maltratar o perjudicar lo más mínimo,
aunque eso signifique quedarte atascado indefinidamente si una vaca decide
echarse en medio de la carretera. De igual forma nos quedamos atascados cuando
en lugar de seguir a Jesucristo seguimos a míseros hombres y/o mujeres emulas
de las vacas sagradas.
Ahora
bien, es de mi interés que tengas en mente que todos nosotros, tú incluido,
tenemos vacas sagradas en nuestra vida. Se pueden materializar de muy distintas
formas: puede ser una persona, un lugar, una circunstancia, una creencia, un
comportamiento, una costumbre...
Algo
a lo que estamos aferrados y no queremos dejar marchar o abandonar, aunque no
nos aporte nada o incluso aunque nos obstaculice o nos perjudique en nuestro
crecimiento personal.
Me
refiero a eso que realmente es un obstáculo para tu un desenvolvimiento acorde
a tu edad y tu intelecto, pero que o no te das cuenta o no quieres prescindir
de ello. Cosas que para ti son intocables, que no te las cuestionas y a lo
mejor ya es hora de hacerlo... Que ¿como qué?
Bien
te daré unos ejemplos:
·
Ciertas formas de hacer las
cosas que no dan resultados pero que "siempre se ha hecho así",
porque "es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer". Como por
ejemplo tener reuniones semanales de larga duración en la que la mayor parte de
la gente pierde el tiempo o no escuchar la opinión de alguien nuevo porque tú
ya lo sabes todo. Debes de entender que el hecho que seamos viejos no es base
de erudición, tenemos mucho que aprender de nuestros niños y jóvenes.
·
Andar y convivir con
personas que no te aportan lo que necesitas pero que siempre han estado ahí y
nadie se plantea sustituirlas. Principalmente aquellas llenas de vicios o que solo
sirven para hablar de calamidades, de enfermedades, de desgracias, tristezas,
etc.
·
Creencias que no te
benefician en nada, pero ni te planteas cambiarlas: "es que las cosas
están muy mal", "a esta edad ya no se puede cambiar", etc.
·
Productos o servicios que
te encantan pero que no te rinden buenos resultados y que te resistes a
eliminar. Indudablemente que a igual que las diferentes edades de la vida, la
nuestra también requiere de ciertas dietas y abstenciones.
·
Muletillas que usas para
evadir ser sujeto real de tu vida como ese estribillo que te mete el diablo...
“es que como ya estoy viejo” o ese estribillo con el que evitas a Jesucristo
cuando dices “en esta religión vivieron mis padres, en ella nací y en ella
seguiré”.
·
Es que yo nunca tuve una computadora
no se si la podré usar... levántate, anímate en el nombre de Cristo y deja de
estar vegetando.
Todo
esto no es más que lastre que te impide abrir las puertas a nuevas
posibilidades y a un mayor desarrollo. Así que tómate tu tiempo para descubrir
a qué te estás resistiendo, cuál o cuales son tus vacas sagradas.
Y
piensa qué precio estás pagando por mantenerlas allí y qué sería diferente si
no estuvieran.
Hay
momentos en los que hay que dejar marchar cosas, por tu bien y para abrir las
puertas a otras opciones y a cambios.
No
te quedes estancado(a) con algo que no te supone ningún beneficio, ¿qué ganas
con ello?
DERRUMBEMOS
LAS VACAS SAGRADAS
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