Cuando una persona se hace mayor, experimenta emociones con la misma
intensidad que cuando es joven y los mayores sienten emociones positivas con
igual frecuencia que la gente más joven.
No aceptar que en cada día van pasando los años, genera un conflicto
psicológico en las personas y con los demás. A veces hay hombres y mujeres
empeñados en congelar la edad a los 30, 40 o 50 años. Desarrollar un
envejecimiento positivo es un factor determinante para la felicidad.
Tener una actitud positiva proporciona mayor felicidad en la etapa de
la vejez que el estado de salud, según una investigación desarrollada por la
Universidad de California en San Diego. Es importante que el optimismo y la
actitud de “seguir adelante” con las cosas importantes, para conseguir un
envejecimiento feliz.
Existe una fuerte evidencia de que la experiencia emocional negativa
se da en mucha menor frecuencia a partir de los 60 años. Así, a esas edades,
existe más expresión de “felicidad”.
Si se evalúa la vejez con los parámetros de belleza, éxito y poder
siempre el saldo será negativo. Para reconocer que se está envejeciendo hace
falta mucho valor. Al entrar en negación se comienza a actuar en disonancia con
lo que se es y lo que se pretende ser.
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La actitud
es lo que cuenta
Cómo se enfrente la vida constituye un factor importante al momento de
potenciar y conseguir un envejecimiento positivo, activo y saludable.
Si bien el bienestar en los adultos mayores está asociado a factores
como la salud y la condición económica, existen otros importantes como el
afecto, las posibilidades de recreación, tener una vivienda propia y una
alimentación adecuada.
Las relaciones que se establecen tanto con familiares como con otras
personas, contribuyen, también, a generar un mayor bienestar. El desarrollar un
envejecimiento positivo es un factor determinante al momento de hablar de
felicidad y bienestar en la vejez.
Un grupo de especialistas chilenos conformado por Attilio Rigotti,
Marcela Bitran y Nuria Pedrals se dedicó a estudiar las bases científicas del
bienestar y la felicidad fundamentadas en los principios de psicología
positiva. Encontraron evidencia sorprendente: “Existe un estudio que se hizo a
novicias desde que entraron al convento hasta que fallecieron, que indica que
quienes expresaban una emocionalidad predominantemente positiva en su juventud,
vivían entre 8 a 10 años más que el grupo con una emocionalidad más neutra”. Al
ahondar en las razones del bienestar, Nuria Pedrals destaca: “El cerebro no se
va muriendo con los años, sino que es plástico, entonces si tú,
disciplinadamente pones tu cerebro en una disposición positiva y optimista, tu
biología responde igual a eso y mejora la funcionalidad de distintas áreas
cerebrales”.
Para un adulto mayor no es tarde, si decide iniciar ahora, su cerebro
responde. Entonces hay que ser optimistas respecto a lo que todavía pueden
hacer los mayores, porque no es verdad que están en el ocaso de la vida.
La conclusión de la mayor parte de autores que investigan el mundo
afectivo de los mayores, es que en la vejez existe una mayor complejidad y
riqueza emocional. Es decir, que en la vejez se incrementa el manejo adecuado
de los afectos y que, por tanto, existe una mayor madurez afectiva.
El Dr. Waldinger, Director del estudio de Harvard para el Desarrollo
de los Adultos, llegó a tres importantes conclusiones que explican por qué no
solo se puede sino que es normal ser feliz a partir de los 80:
- Los contactos sociales son beneficiosos para la salud y la felicidad.
- No se trata de tener muchas amistades y relaciones, la clave es la calidad de la relación.
- Las buenas relaciones protegen la salud del cuerpo y del cerebro.
El Dr. Waldinger añade que los hombres que afirmaron mantener
relaciones cercanas con su familia y amigos tienden a ser más felices y más
saludables que las personas menos sociales. En este sentido, las personas que
dijeron sentirse más solos confesaron sentirse menos felices. Asimismo, gozaban
de peor salud física y mental, concluye el estudio.
La soledad puede ser un obstáculo para la buena salud mental, el sueño
y el bienestar, lo que, a su vez, aumenta el riesgo de enfermedad.
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Aprovechar
lo que se tiene en todas las edades
Con el desarrollo de un envejecimiento positivo es posible comenzar
una nueva manera de vivir la vida, aprovechando lo que uno tiene, aun cuando se
hayan experimentado pérdidas.
En la adultez mayor, tú has completado una etapa de la vida llena de
responsabilidades, cumpliste con el deber ser y vuelves a encontrarte con el
placer. Tienes que volver a sentir que tienes derecho a ser feliz. Ya tienes
hijos y nietos grandes, ya no tienes que ganarte la vida necesariamente y ahora
que ocupas tus horas en tener un proyecto que te haga feliz y la
responsabilidad es tuya.
Al hablar de los determinantes del bienestar, las evidencias indican
que hay un porcentaje importante que depende de lo que cada uno decida hacer
con su propia voluntad. “Es una etapa donde vuelves a tener más derechos que
deberes y eso es algo que la gente olvida. Recupera tu libertad para el placer
y cuida tu salud para eso”.
Pero la felicidad va también por el lado de la autoeficacia, de cuán
capaces las personas se sienten para manejar su vida y aquí la autonomía es un
concepto clave. “Los estudios indican que a una edad cercana a los 75, el nivel
de felicidad empieza a bajar porque uno va perdiendo autonomía. Esta es la
etapa que se puede prevenir con el conocimiento científico que existe sobre
bienestar subjetivo, que apunta a la importancia de las relaciones
interpersonales como que cambiar el peso de un pie al otro y darle más
importancia a otras actividades que pueden realizarse el resto de la vida, como
son las actividades de servicio. En estos tiempos en que la expectativa de vida
es mucho mayor que antes, más nos vale vivir bien”.
Los resultados del estudio también demuestran que en las personas
mayores los estados positivos duran más y los negativos menos.
Por tanto, con la edad, las personas tienen más facilidad para
recuperarse rápidamente de sus penas, mientras que son capaces de prolongar
mucho más en el tiempo las alegrías.
De ti depende… Alégrate.
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