He recibido una variada cantidad de misivas
sobre la tercera edad y en muchas de ellas me preguntan cómo en lo personal
enfrento la tercera edad, la insistencia es tan repetitiva que me tome el
tiempo para reflexionarlo y esto puedo expresar:
Primeramente, llego a la conclusión que la
tercera edad, es un regalo enorme de Dios, bendición de Él que a muchos se las
niega. En lo personal como humano, por primera vez en mi vida, soy la persona
que siempre quise ser.
A igual que a cualquier otro viejo, a veces me
desespera mi cuerpo, mi salud, esas cosas que se me olvidan como las famosas llaves
que no donde las pongo; por los achaques de la edad me mandan a caminar y me
pregunto porque no a leer, a pintar o a hacer cosas que me gustan; el cabello
blanco para mí no es problema le aplico un buen tinte negro y a seguir como en
los treinta; la piel arrugada tampoco es problema, todo viejo o vieja se aturra
y tonto quien paga cirugías plásticas aun cuando me sorprende esa persona que
veo reflejada en mi espejo, pero aunque me veo cada día más viejo, no me echo a
llorar, al contrario me digo: “hay que hacerle frente, Dios mío ayúdame”.
Creo que la definición bíblica de que la fe
"Es la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se
ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos" Hebreos
11:1...2, cobra vida como mi pensamiento positivista, que me permite trazarme
metas consecuentes a mi edad, factibles de alcanzar en periodos de tiempo
cortos, porque al fin y al cabo como todos en la vida incluido Jesús, llegara
el momento de partir y a mi edad está más cerca el dia en que me marchare a mi
nuevo vecindario celestial.
Al reconocer mi envejecer me he vuelto más
amable y menos crítico para conmigo concediéndome nuevos privilegios y
abandonando los viejos que ya no vienen bien con mi edad, en relación con los
demás me relaciono lo justo y necesario e igualmente hablo lo justo y necesario.
Aun cuando deje la vida social de andar de un lado a otro, me he dado cuenta de
que tengo más amigos, este invento de la internet, sus conexos y similares
realmente votaron fronteras y trato de usarlo edificativamente, por lo tanto no
tengo Facebook pero si mis blogs, que no me dan clics, no me importa me basta y
sobra con el que Dios me da cada mañana al abrir mis ojos… clic… clic… un dia
mas de vida… ¡Gracias Señor!
Me ha tocado ver como varios amigos y seres
queridos han partido de este mundo, en su mayoría sin entender la libertad que
proporciona la vejez, se fueron preocupados por sus carros, sus tierras, sus
novelas que veían a diario y tantas cosas tontas que realmente les quitaron la
vida, cosas que cuidaron y hay quedaron… ¿será por eso que ahora me siento con
derecho a comer de más y a ser un poco más desordenado y extravagante? No, tan
solo trato de vivir mi vejez aceptándola como una etapa mas del ciclo vital del
ser humano y como tal trato de entender, asimilar y practicar esa nueva etapa
de la vida y lo comparto manteniendo este blog.
Tengo tres fabulosas hijas y una “wonder
woman”, esas hijas son ahora para mi el mas sabroso y exquisito fruto de mis
sacrificios de años pasados y me preguntaran ¿y la “wonder Woman”? ella sigue
siendo la que manda en la casa, ja, ja, ja, ja.
Tenían que haber pasado en mí, ya casi setenta
años para darme cuenta real que ¿A quién le importa si me dan ganas de escribir,
leer o jugar en la computadora por horas y no dormir en el mediodía?… O si
bailo como dice mi esposa todo tieso esas melodías de los años sesenta… O si recorro
las plazas alegre a pesar de las miradas de los niños… Ellos también, si Dios
se los permite, estarán algún día atravesando esta etapa de la vida, ellos
también se arrugarán y se les olvidarán las cosas.
Acepto que me he vuelto olvidadizo y me doy
cuenta de que en la vejez, es más lo que olvidamos que lo que recordamos, pero
gracias a Dios me las arreglo para no olvidar lo verdaderamente importante,
otras cosas las he solucionado como las llaves que ya no las pierdo simplemente
compre un llavero de esos que van atados a tu vestimenta y aprendí a ponerlas
ahí y ya no dejarlas en cualquier lado; es que amigos lectores debemos
reconocer, y cuanto antes mejor, que llegamos a viejos y se sigue aprendiendo
en cada momento.
Me preguntan si guardo sentimientos dolorosos
de mis años pasados, les diré que a través de los años mi corazón se ha partido
muchas veces por la pérdida de un compañero de ideales o de un ser querido; por
ver sufrir a una de mis hijas, por las actitudes mezquinas de quienes por su intelecto
la toman contra mi esposa; porque pastores abusados y acogidos en la iglesia
que Dios me tiene sirviendo que después se fueron robándose las ovejas y tantas
y tantas cosas que pasan en setenta años dejando sus cicatrices.
Pero ahora las cicatrices del corazón son las
que nos dan entereza, ánimo y fortaleza. He comprendido el “perdona nuestras
ofensas como nosotros perdonamos a nuestros ofensores”. Ahora realizo en mi
racionalidad que estoy cerca a comparecer ante el Creador y que en mi imperfectabilidad
tendré que pedir perdón de mis errores y entiendo que seremos perdonados como
nosotros perdonamos aquí en la tierra, por ello, llegando al entendimiento de
lo que es bueno para mi he perdonado.
Dios me ha bendecido con una vida lo suficientemente
larga como para pintar mis canas mejor que mis cuadros y para darme cuenta de
que llegar a esta etapa no es tan malo como quizás pensamos cuando somos
jóvenes, pero también me doy cuenta de la trampa de creer en una juventud
eterna.
Algún lector dirá: “que feliz parece no tener
mayores enfermedades”, déjeme decir que soy hipertenso, tengo tinnitus, me
tiemblan las manos y por mas de treinta años sufro de formar cálculos renales y
para contrarrestar todo ello tomo varias pastillas a diario, aparte de las
esporádicas gripes, tontos dolores de cabeza, etc., pero desde mi primer
calculo renal aprendí que para sobrevivir hay que aprender a vivir con la
enfermedad, a no darle lo que la haga fuerte por lo tanto a saber mantener un
balance de alimentos y hábitos saludables.
Nunca me creo más viejo y más enfermo de lo que
en realidad estoy. Este tipo de pensamientos, sólo te hacen sentir vacío.
Recuerda que, a nadie, y me incluyo en ellos, le gusta estar escuchando
historias de achaques, enfermedades u hospitales. Si estás enfermo atiéndete y
cuídate. No olvides que todo es cuestión de actitud. Llegar a la vejez no es
sinónimo de que la vida ha llegado a su fin, por el contrario, es una etapa que
se puede disfrutar como cualquier otra. Trato de ser útil a mí mismo y a los
demás. Hago lo necesario. Realizo mis actividades por mi mismo hasta donde es
posible y ayudo a otros. Ayudo con el ejemplo, con alegría, con una sonrisa,
con un consejo, con un servicio o escribiendo para todos.
No he abandonado mis ideales,
ciertamente siempre me ha molestado y he luchado contra la injusticia social,
por ello llegue a conocer hasta el exilio y el llegar a viejo no ha eliminado
ese ideal, tan solo cambie de trinchera, pero sigo en guerra. Aunque es cierto
que conforme envejecemos subimos de peso y perdemos algunas de nuestras
habilidades intelectuales, no hay razón para asumir los estereotipos que hay
acerca de los adultos mayores.
Mitos como el que están
desconectados de la realidad o que son irritables son perpetuados por los
medios y por nuestra cultura. Los avances tecnológicos han extendido el
estereotipo de que los viejos no pueden mantener el paso. Con demasiada
frecuencia, los mitos crean barreras o límites que pueden interferir en la
forma en que los adultos mayores nos mantengamos conectados con la realidad
social.
Ciertamente hay hitos en
la vida, como cumpleaños, cambios de trabajo y el fallecimiento de familiares y
conocidos, que me recuerdan el paso del tiempo, pero no me distraen de mi
objetivo de buscar el significado de la vida y de querer mejorar la calidad de
la misma.
Reviento y me rebelo contra quien se me acerca
y me trata de imponer sus creencias de lo que es o debe de hacer una persona de
mi edad, vamos hombre, por favor no me venga a decir lo que es ser viejo si aun
no es viejo y si es viejo que sea uno inteligente y combativo, que comprenda
que los viejos debemos estar dando, enseñando y difundiendo lo que la vida nos
ha dado.
Si sabemos aprovechar el poco tiempo que nos
queda, cada día puede tener algo especial y además ya no tenemos esos
compromisos rutinarios que nos impedían disfrutar de un amanecer o el canto de
los pájaros.
“Por eso, mientras esté aquí, no voy a perder
el tiempo lamentándome por quien pude haber sido o por lo que no pude hacer.
Seguiré disfrutando, cada día y cada minuto, como si fueran los últimos,
seguiré luchando por una sociedad más digna para los futuros viejos y por
desalienizar a nuestros jóvenes de la creencia que la juventud es eterna. Vamos
jóvenes hay que preparar el futuro de ustedes… un dia llegaran a ser como yo”
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