La sociedad actual aún mantiene el debate sobre
si las personas mayores de setenta años que están cansadas de la vida y que
consideran que su vida debe completarse, deberían tener opciones legales para
solicitar la muerte asistida y esto porque a veces los ancianos ya no quieren
vivir.
Hasta ahora ha habido poca investigación sobre
las experiencias de estas personas mayores, pero por algunos estudios en grupos
de ancianos se ha logrado tener una perspectiva del mundo de la vida, tal como
la viven y experimentan las personas mayores.
En la recopilación y análisis de datos se
utilizó un diseño de investigación reflexivo sobre el mundo de la vida, basado
en la tradición fenomenológica. El significado esencial del fenómeno se
entiende como "una maraña de incapacidad y falta de voluntad para
conectarse con la vida real", caracterizada por una tensión permanente:
las experiencias cotidianas parecen incompatibles con las expectativas de la
gente sobre la vida y su idea de quiénes son. Mientras se siente cada vez más
desconectado de la vida, se fortalece el anhelo de un deseo de terminar con la
vida.
La experiencia se explica con mayor detalle en
sus cinco componentes: 1) una sensación de dolorosa soledad; 2) el dolor de no
importar; 3) la incapacidad de expresarse; 4) cansancio multidimensional; y 5)
un sentido de aversión hacia la dependencia temida.
1) Una
sensación de dolorosa soledad. La soledad ha sido denominada como el problema
emocional más común del mundo. Se supone que es una de las principales razones
de sufrimiento humano. Además de esto, es una condición permanente de millares
de personas. La soledad es una experiencia que se acrecienta según llegamos a
nuestras últimas etapas de la vida y que se agudiza ante la actitud de ignorar
al anciano social y familiarmente; es un dolor interno, un vacío, un
sentimiento de insatisfacción. Sentir soledad no es pecaminoso, por lo que no
hay necesidad de agregar un sentimiento más de culpa al problema. Nuestro Señor
no tuvo pecado, sin embargo, también se sintió solo. La realidad es que, si
esta emoción no es confrontada en forma realista y adecuada, entonces pueden
desarrollarse actitudes dañinas, las cuales ocultaran el gozo en su vida.
Filipenses 4:6…7 “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración
y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que
sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en
Cristo Jesús.”
2) El
dolor de no importar. Quien mira el mundo con ojos monetarios o en
una sociedad de consumo donde tanto tienes tanto vale, es fácil que un anciano
deje de importar pues es considerado una carga económicamente pasiva. Jesús
nunca menospreció a otros, y eso le dio la habilidad de verlos como personas.
No fueron usuarios, consumidores o clientes. Eran personas con necesidad de
relacionarse con Él, no con una religión de haz esto y no hagas aquello. Igual
son nuestros ancianos, son personas que no necesitan se les este recriminando
constantemente. Una vez que entendemos nuestra identidad en Cristo, vamos a
comenzar a ver a las personas de la misma manera. Entonces veremos que nuestros
ancianos son seres eternos, creados a la imagen de Dios. Ya no utilizaremos sus
circunstancias o su edad para definir quiénes son. “Hermanos, consideren su
propio llamamiento: No muchos de ustedes son sabios, según criterios meramente
humanos; ni son muchos los poderosos ni muchos los de noble cuna.” 1 Corintios
1:26 NVI)
3) La
incapacidad de expresarse. La libertad es el
poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer
esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre
arbitrio cada uno dispone de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza
de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. Hasta que no llega a
encontrarse definitivamente con su bien último que es Dios (acción inmediata a
la muerte), la libertad implica la posibilidad de elegir entre el bien y el
mal, y por tanto, de crecer en perfección o de flaquear y pecar. La libertad
caracteriza los actos propiamente humanos. Se convierte en fuente de alabanza o
de reproche, de mérito o de demérito. Entonces si todos tenemos esa libertad de
expresarnos, ¿Quiénes somos nosotros para callar a los ancianos y negar el
expresarse? Eclesiastés 9:10 “Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo
empeño; porque en el sepulcro, adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni
conocimiento ni sabiduría”
4)
Cansancio multidimensional. Cuando se platica con personas mayores, suele escucharse
la misma frase: “Estoy cansado. Me resulta difícil levantarme de la cama. Me he
sentido un poco triste, pero sé que me estoy poniendo viejo, así que tengo que
vivir con eso”. Esta postura fatalista se basa en suposiciones ampliamente
aceptadas pero erróneas acerca de lo que constituye el envejecimiento normal.
De hecho, la fatiga, la debilidad y la depresión, entre muchas otras
preocupaciones comunes, no son consecuencias inevitables de volverse viejo,
generalmente son una señal de que algo está mal y de que hace falta una
evaluación médica. Las personas tienen una percepción, promovida por nuestra
cultura, de que el envejecimiento equivale a deterioro, y eso es algo
equivocado. Muchos adultos mayores permanecen con buena salud por largo tiempo
y “somos afortunados de vivir en una época en la que hay muchos medicamentos
disponibles. Por supuesto, los cuerpos de las personas sí cambian a medida que
avanzan los años. Pero se trata de un proceso gradual. Salmo 92:14 “Aun en su
vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos”
5) Un
sentido de aversión hacia la dependencia temida. El mundo en general se
encuentra inmerso en un proceso de crecimiento acelerado de su población adulta
mayor. Definitivamente, los cambios asociados a este proceso en el envejecimiento
poblacional y los retos que conlleva son inéditos en la historia de cada uno de
los países y sin duda deben ser vistos y enfrentados en un plazo relativamente,
como parte activa de la sociedad aun los viejos estamos obligados a propiciar
un envejecimiento y una vejez con calidad, ante todo. La vida de las personas
adultas mayores no tiene por qué ser pasiva o carente de participación en
distintos ámbitos de la sociedad. Más aún, debe ser una preocupación de todos,
donde el conjunto de cambios individuales, asociados al envejecimiento no
impliquen una pérdida de oportunidades y mucho menos de sus derechos. Por lo
tanto, toda sociedad debe contar con un conjunto de instrumentos de protección
e instituciones que la garanticen. Si bien es cierto existen múltiples
condiciones asociadas al envejecimiento, también es cierto que nadie,
absolutamente nadie, debe invalidar a los ancianos, ellos dentro de sus
capacidades aún son productivos y lo que es más bello, es que nadie mejor que
ellos pueden cultivar, educar y amoldar el espíritu de nuestras generaciones
futuras.
Nuestros ancianos no son dependientes, desarrollemos
una nueva cultura dentro de una concepción humana y digna, para asegurar una
vida deseable a quienes llegan a esa edad y pidan a Dios los que aún no llegan
que les permitan llegar.
SER
ANCIANO, ES VIVIR.
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