A veces a los jóvenes se les atribuyen cierta
exclusividad sobre algunas emociones, como la felicidad, pero los adultos
mayores también pueden y tienen derecho experimentarlo. Los adultos mayores no
deben borrar la sonrisa de sus rostros.
Me gusta la siguiente historia: “Cuentan que en
una ocasión un perrito que se había perdido, buscando su regreso a casa, llegó
a una habitación en la cual había mil perritos más. El perrito del cuento
comenzó a mover la cola, a levantar sus orejas poco a poco y a sonreír.
Los otros mil perritos hicieron lo mismo. Cuando salió de la habitación, el
perrito pensó: “¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venir más seguido a visitarlo!
Al tiempo después, otro perro entró al
mismo sitio, pero a diferencia del anterior, este perrito al ver a
los otros mil perritos se sintió amenazado, ya que lo estaban mirando de
manera agresiva. Empezó a gruñir y de inmediato vio cómo los mil perritos le
gruñían y ladraban a él también. Cuando este perro salió de la habitación
pensó: “¡Qué lugar tan horrible es este! ¡Nunca más volveré a entrar allí!”
Ninguno de los dos perros sabía leer, pero en
el frente de la casa había un letrero que decía: “La casa de los mil
espejos”.
Con lo anterior los motivo a pensar sobre la
responsabilidad que tenemos en la proyección que hacemos de nosotros mismos y que,
en definitiva, es lo que recibimos desde quienes se relacionan con nosotros y
ustedes ¿cómo quieren que los traten? ¿Como perritos alegres y amistosos o
perritos gruñones y agresivos? En fin, lo que tu des eso recibirás, porque
dando es como recibimos.
Es importante desechar la idea de que ciertas
cualidades y emociones son propias y exclusivas de la gente joven. Es sumamente
común escuchar frases como “soy mayor, pero de espíritu joven” o “me siento
feliz como si tuviera 20 años”. Es sano pensar que la felicidad, la alegría y
el entusiasmo pueden experimentarse y se experimentan a cualquier edad, sólo
hay que decidirse a vivir estas emociones con plenitud.
Para nadie es desconocido que la vejez conlleva
limitaciones y sin dudas que las hay. No obstante, para muchos, esta etapa
puede ser sinónimo de libertad. Es la etapa en la que ya no hay que complacer a
nadie, ya no hay espacio para las relaciones impuestas o por conveniencia, los
horarios ya son relativos, se está libre de conflictos sexuales, de luchas y
competencias; puede entonces volcarse la mirada hacia adentro para explorar el
mundo interior sin distracciones y agradecer tanta riqueza y oportunidades. Y
con esa paz silenciosa, emprender una rutina colmada de buenos momentos.
Si tomamos la decisión de llegar a la vejez con
una vida plena hasta el último aliento de vida, podremos llegar a transmitir
una imagen de vejez que sea envidiada y deseada.
Reírse es algo natural; el ser humano siempre
ha reído, de la misma manera que ha danzado y ha cantado. Sin embargo, los
adultos mayores no están dispuestos a practicar esta actividad y darle alegría
a su vida. A diferencia de un pequeño que ríe un promedio de 300 veces al día,
un adulto lo hace entre 15 y 100 veces.
Aun cuando la risa no puede curar una
enfermedad, se ha comprobado que es un buen medicamento que renueva la energía
del paciente y le estimula ante su padecimiento. Los enfermos, especialmente de
sida o cáncer, tienen una mayor resistencia mientras mejor es su estado
anímico. A nuestros mayores les vendría bien ver películas y programas de humor
(como los cortos del gordo y el flaco, los tres chiflados, etc.), leer libros
jocosos y revistas cómicas.
Cuando nos reímos activamos 430 músculos de
nuestro cuerpo. Los pulmones mueven 12 litros de aire, en vez de los 6 litros
habituales; lo que mejora y fortalece al corazón y aumenta el riego sanguíneo.
Tres minutos de reír a carcajadas son equivalentes a 20 minutos de ejercicios
en bicicleta o 45 minutos de relajación.
Es bueno aclarar que la risa tiene su lado
negativo: Existe, por ejemplo, la risa burlesca, que disfruta el mal ajeno y la
famosa risita que no es otra cosa que la risa falsa, usada para fingir alegría,
cosa que en algunos países le llaman la risa de pescado seco.
¿Por qué hace bien reír al adulto mayor?
La risa es un ejercicio muscular, porque
moviliza la mayoría de los músculos del cuerpo: abdominales, cara, miembros
superiores, entre otros.
Actúa sobre el eje respiratorio, dilatación de
bronquios, aumento del volumen respiratorio, lucha contra el asma.
Es un estimulante cardiovascular, baja la
tensión arterial, disminuye el ritmo cardíaco.
Mejora la digestión. Hace un masaje en el tubo
digestivo aumentando la flora intestinal.
La risa libera endorfinas cerebrales, actúa
sobre el dolor y aumenta la secreción de la serotonina.
Actúa sobre el sistema neurovegetativo,
disminuye el estrés y favorece el sueño. Es un estimulante psíquico.
Por otro lado, los adultos mayores debemos
darnos cuenta a igual que el mundo debe darse cuenta, que esta edad es una
bendición de Dios, millones no llegan a viejos y los que llegamos a viejos debe
ser agradecidos a Dios y decir: “Nuestra boca se llenó de
risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas. Hasta los otros pueblos decían:
«El Señor ha hecho grandes cosas por ellos». Sí, el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y eso nos llena de alegría” Salmos 126:2…3
«El Señor ha hecho grandes cosas por ellos». Sí, el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y eso nos llena de alegría” Salmos 126:2…3
Ahora que conocemos sus beneficios procuremos
que nuestros adultos mayores tengan la sonrisa a flor de labios, como una
terapia que les ayudará a conservar su salud y es que las enfermedades no sólo
se curan con medicinas.
Sí, el Señor ha hecho grandes cosas
por nosotros, y eso nos llena de alegría.
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