La humanidad y la Iglesia de hoy
necesitamos aprender a convivir con los ancianos. Quizás es ésta una de las
experiencias nuevas de humanidad más importantes que tiene que hacer la
sociedad de hoy.
Hay mucha gente que nos recuerda
constantemente el dolor amargo e injusto de los niños que mueren prematuramente
por falta de higiene en el Tercer Mundo, vemos carteles y lemas que nos
recuerdan los estragos del hambre y de la sed en muchos países de África y
Asia. Por otra parte en estos días vemos la aflicción mundial por el brote de
ébola que amenaza diseminarse por bastas regiones del mundo.
Pero casi nadie nos habla de la necesidad
de acercarnos a la larga agonía de nuestros propios ancianos que necesitan de
nosotros para soportar la debilidad de sus cuerpos y la soledad de sus
corazones en su lento camino hacia el viaje final que lo llevara a la presencia
de Dios.
El alargamiento de la vida ha cambiado las
proporciones de la sociedad, está modificando el equilibrio entre los miembros
de nuestras familias y pone ante nosotros unas nuevas exigencias morales. Todo
ello por la multiplicación de los ancianos. No contábamos con ellos y resulta
que son casi una cuarta parte de nuestra sociedad. No contábamos con ellos y
resulta que forman parte de nuestra familia.
Cuando la humanidad se dedica a explorar
el espacio, resulta que tenemos mucho más cerca estos espacios inexplorados y
desconocidos de la vida, las deficiencias, las necesidades y sufrimientos de
los ancianos enfermos. Hay que tener el valor de entrar en estos espacios,
recorrerlos, explorarlos e investigarlos, y sobre todo hay que tener el valor
de acompañarlos en su larga caída hasta las inciertas experiencias de la
desintegración psíquica y biológica.
Hoy los ancianos enfermos, los ancianos
terminales, son la exigencia moral más fuerte que tienen ante sí muchas
familias.
Tenemos necesidad de contar con ellos, hay
que hacer sitio para el anciano. Hacerle sitio materialmente en nuestras casas,
en nuestras ciudades, pero sobre todo en nuestro cariño, en nuestro corazón y
amor, en nuestra atención, en la distribución de nuestro tiempo y de toda
nuestra vida.
La realidad física de estas enfermedades,
sus consecuencias psíquicas, sus procesos de deterioro, la forma de aliviarlos
y acompañarlos en este itinerario sobrecogedor es un largo aprendizaje que
tenemos todos delante, los investigadores y los médicos, los familiares y
cuidadores, la Iglesia y las mismas instituciones públicas.
Pero, ¿cómo entenderlos, tratarlos y
convivir con ellos, si no conocemos de sus enfermedades? Y ¿cuáles son?
Los problemas médicos en los ancianos
pueden afectar a cualquier sistema del órgano en el cuerpo. La mayoría de las
condiciones son el resultado de disminución de la función o la degeneración del
órgano comprometido.
Lo más comúnmente encontrado condiciones
médicas en las personas mayores basados en el sistema de órganos se enumeran a
continuación:
- Musculoesqueléticas: artrosis (inflamación de las
articulaciones debido al desgaste), osteoporosis (pérdida de masa ósea),
la gota , la pérdida de masa muscular, fracturas.
- Hormonal: Diabetes (alteración de control de la sangre de la
glucosa ), la menopausia , la disfunción de la tiroides, colesterol alto
en sangre, el metabolismo en general más lento.
- Neurológico: demencia (Alzheimer u otros tipos), la
enfermedad de Parkinson , derrames cerebrales, problemas de visión,
discapacidad auditiva, problemas de equilibrio.
- Visual: la degeneración muscular, glaucoma, cataratas,
diabetes e hipertensión relacionada con la enfermedad de los ojos.
- Enfermedades cardiovasculares: infartos de miocardio,
insuficiencia cardíaca congestiva , ritmo cardíaco irregular ( fibrilación
auricular ), la presión arterial alta (hipertensión), la aterosclerosis
(endurecimiento y estrechamiento de los vasos sanguíneos) andperipheral
enfermedad vascular o enfermedad arterial periférica (flujo sanguíneo
pobre como resultado de la estrecha vasos sanguíneos).
- Pulmones: enfermedad pulmonar obstructiva crónica ( EPOC ),
la pérdida de volumen pulmonar.
- Riñones: mala función renal (del riñón o enfermedad renal).
- Piel y pelo: pérdida de cabello , piel seca , picazón,
infecciones.
- Los cánceres: próstata, colon, pulmón, mama, piel, vejiga,
ovario, cerebro, páncreas, sólo para nombrar unos pocos.
- La médula ósea y el sistema inmunológico: la incapacidad de
producir suficientes células sanguíneas ( anemia , mielodisplasia).
- Gastrointestinales: úlceras de estómago, diverticulosis (pequeñas
bolsas que se forman en la pared del colon), inflamación del colon
orcolitis de infección o isquémico (flujo sanguíneo pobre), la dificultad
para deglutir (disfagia), estreñimiento, incontinencia fecal , hemorroides
.
- Urinaria: incontinencia urinaria, urgencia urinaria,
dificultad para orinar .
- Enfermedad de las encías,: oral y dental sequedad de boca,
pérdida de los dientes, mal ajustadas dentaduras .
- Infecciones: infección del tracto urinario, neumonía ,
infecciones de la piel, herpes zoster , infección de colon (
diverticulitis , colitis ).
- Psiquiatría: depresión , ansiedad , trastornos del sueño,
insomnio .
- Problemas generales: cansancio , falta de condición física en
general, falta de memoria, efectos secundarios de la medicación,
disminución del apetito, pérdida de peso, caídas.
Las anteriores enfermedades, son una muestra de los
retos a los que una persona mayor debe de enfrentar, algunas pegaran, otras no,
pero sea como sea, ya seas un anciano o un joven con ancianos en tu familia, no
os dejéis abatir en ningún momento. No perdáis de vista los valores
inmensos de vuestra tarea. Tratad de perfeccionar constantemente vuestros
conocimientos y capacidades profesionales, pero no olvidéis nunca las
dimensiones humanas, cristianas y casi místicas de vuestra vivencia humana
y de vuestros esfuerzos de cada día.
Cada día, en los momentos agradables del descanso buscad el rostro del Señor y escucharéis su hermosa palabra: “Lo que habéis hecho a estos ancianos míos lo habéis hecho conmigo”; “haced el bien y dad sin esperar nada a cambio, y seréis hijos del Altísimo. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. Dad y se os
dará, una medida apretada, rebosante, porque con la medida con que midáis a los demás se os medirá a vosotros” (parafraseado Lucas 6).
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