Debo
decir en primer lugar que no estoy aquí para apoyar un enfoque de política en
particular para hacer frente a la cuestión de la atención a nuestros mayores.
Esa es una cuestión exclusiva de los gobiernos. Creo, sin embargo, que todo
pensamiento fresco es bienvenido y sobre todo en este ámbito donde la vida y el
bienestar de muchas personas vulnerables están en juego y donde
instintivamente, muchos de nosotros nos damos cuenta, que en esta materia, estamos
mal.
Quiero,
más bien, reflexionar sobre mis propias observaciones, como ciudadano, un
padre, en la experiencia vivida en nuestra sociedad.
Mi
primera reflexión es positiva. Recuerdo que en algún momento al llegar a mis
cincuenta y cinco años, reflexionaba sobre la realidad de los viejos en
Latinoamérica. Años atrás a igual que ahora a mis sesenta y cuatro años, fui y
sigo siendo, una persona comprometida con el cambio social, desde una
perspectiva cristiana.
Junto
con mi esposa Silvia, cuatro años menor que yo, conformamos una pareja mayor,
todavía vibrante, comprometidos con la vida, activos y no en la sombra del
mundo, sino más bien en el resplandor de nuestro esplendor. Siempre pensé que
eso era lo que quería con la edad, así es como lo quiero y vivo mi tercera
edad.
Todos
nosotros todos, podemos recordar algunos momentos igualmente positivos,
desafiando los estereotipos y trabajando con el mundo como si la edad en verdad
no es más que un número.
Por
cada persona como nosotros, posiblemente hay decenas, si no cientos de otras
personas de la misma edad cuyas vidas están lejos de ser feliz o libre de
soledad o de dolor físico. Mi generación está en un punto en que muchos padres
y amigos o bien han muerto, están incapacitados, o tiene demencia, es muy
probable que hayan perdido a un compañero y se encuentran en hogares de
ancianos, que viven solos o en ocasiones
siendo atendidos en la casa de un familiar.
Hay
ciertas cosas que chocan cuando usted comienza a experimentar la vejez y para
mí, lo más notable es la soledad. La soledad es universal y no se limita sólo a
las personas mayores. Otro tipo de soledad se debe a la muerte de amigos, ya
que se hace viejo y enfermo. Una a una las estrellas se apagan, las estrellas
que eran las personas que llenaban y enriquecían el paisaje de nuestras vidas.
Con demasiada frecuencia ahora me entero de otra derrota, otro amigo o vecino
desaparecido y es realmente duro desarrollar acciones de consuelo.
Otra
observación es la presencia de la demencia. Yo diría que este es uno de los
mayores problemas que enfrentaremos como sociedad en los próximos años, ya que
la gente vive más tiempo, pero con condiciones de exigua atención, tan solo
porque ya no son económicamente productivos.
Demencia,
junto a la pérdida de la movilidad significativa propio del desgaste físico del
paso de los años, una enfermedad o un accidente.
Hace
un par de años atrás visitaba un hogar de ancianos, mientras el personal era
amabilidad en sí, parecía que la mayoría de los residentes tenía demencia, eran
en su mayoría mujeres: Mujeres que sólo unos años antes habían sido vibrantes
esposas, vibrantes madres, comprometidas con su comunidad, esposas de alguien,
madre, o amiga. Ahora aquí... en un asilo, perdieron ante el mundo, se mueven
de sala de TV al jardín, al dormitorio por lo general en grupos. Pero no todos
están en un asilo de ancianos, sin embargo, la forma de vida en algunos hogares
con su familia no es muy diferente para ellos.
La
incentivación de los hogares de ancianos debe estar ligado a las decisiones de
política gubernamental, son claves del desarrollo cultural e histórico de los
pueblos, ahí están sus enciclopedias vivientes, su historia reciente de un
país.
Esa
historia en particular de tradiciones, pasada de boca a boca, como nuestros
orígenes cristianos, antes que Moisés escribiera los primeros libros de la
Biblia. Todo ello me lleva a pensar acerca de lo bueno de seguir en la lucha,
de ahí, esta trinchera de “55ymás”
Suponiendo
que el modelo social para los ancianos existiese, este requeriría ser muy
activo, comprometido con los intereses de la comunidad, avocados a ellos las
escuelas, los clubes locales de voluntarios, grupos musicales, negocios,
restaurantes, en otras palabras, la comunidad tratando de compartir con ellos
lo que estaban disfrutando antes de entrar al circulo de los adultos mayores.
Esa
falta de imaginación o voluntad por hacer cosas diferentes, lleva y condena a
los ancianos a permanecer en aislamiento aun cuando están situados cerca de la
comunidad, convirtiendo a la posición de la persona mayor como
"otros" de menos oportunidad.
Mi
propia experiencia me ha enseñado una serie de cosas:
·
Uno, el mantenimiento
de una buena salud mental y física es fundamental para el bienestar en la edad
adulta y que es responsabilidad de los servicios de salud.
·
Segundo, la gente
incluso mayores en buen estado de salud sufren gravemente de los efectos de la
soledad y el aislamiento.
·
Tercero, el aislamiento
de las personas mayores en hogares de ancianos o no, con poca conexión diaria a
la comunidad a su alrededor, hacen que no se sienta bien con el interés
público.
También
es mi punto de vista, que la relativa escasez de apoyo familiar y las
dificultades con mucha frecuencia en el acceso a ellos, añade una capa adicional
de estrés a las personas que podrían ser perfectamente capaces de vivir en casa
tan solamente con un poco de atención.
Cuando
veo como los miembros mayores de la iglesia van dejando de llegar, reflexiono
sobre lo que ellos están necesitando. La amistad y el compañerismo es obvio.
Pero cuando los amigos mueren, cuando la familia no siempre está disponible,
sería de gran ayuda contar con una red local de transporte, minibús, taxi,
disponible para llevarlos a la iglesia, al cine, ir de compras, cualquiera que
sea su necesidad. Una evaluación de las necesidades para aquellos cuyas
familias no pueden ofrecer. También es vital asegurarse de que tienen incluso
los pequeños soportes de bajo costo que pueden hacer la vida más fácil, un
abridor de latas adaptado, un sillón con un elevador que puede ayudarle a
conseguir una posición por si solos, accesorios de baño adaptados, productos
comercialmente disponibles que pueden ayudar a mantener la capacidad de una
persona para vivir en su propia casa, ya que es más probable que sea el mejor
lugar para ellos.
Una
hermana en Cristo maravillosa que vivió hasta los 86 años, una vez me dijo:
"Sabe pastor, la vejez tiene muy poco que dar y no se la recomiendo."
Yo era incapaz de responder, ya que sabía que su vida era difícil en gran parte
debido a las dolencias físicas de la vejez y de la lucha para seguir adelante
día tras día. Soy consciente también de que otras personas mayores no ven la
vejez en estos términos sombríos, pero no podemos negar que se acompaña con frecuencia
de una enfermedad crónica o por alguna forma de deshabilitar las condiciones.
Haríamos
bien en reconocer esto y urge, para quienes están prontos a ser parte de esta
generación, el usar su momento actual e imaginación para imaginar un ideal para
nosotros mismos cuando lleguemos a hacernos mayores y debemos empezar ahora.
Haríamos
bien en no retroceder ante la realidad de algunas de las cargas de la vejez,
sino asumir los retos y pensar en nuevas maneras de tratar con ellos, las
formas que ponen a la humanidad y la dignidad de la persona a la frente y al
centro de nuestro pensamiento. A la imagen y semejanza con el Creador.
En
un nivel más profundo, debemos dejar de hablar de la vejez siempre como un
problema. Es parte del ciclo de la vida, tan natural como el nacimiento y la
adolescencia y la edad adulta y la eventual y absolutamente inevitable muerte.
Tal vez necesitamos a los filósofos a dar un paso adelante y que nos ayude a
volver a imaginar este pasaje en la vida, sin duda el más difícil, pero que se
puede hacer muchísimo más fácil por una re calibración de nuestro pensamiento,
pero lo más importante, por una recalibración de nuestras actitudes y nuestras
acciones.
El
futuro de la Tercera Edad requiere de iniciativa. Es, por lo menos, digno de
una audiencia y tal vez el mejor punto de partida sería reconocernos todos
nosotros, políticos, defensores del
pueblo, organismos públicos, familias con personas mayores, iglesias,
municipalidades, todos involucrarnos en esta área, y tener la honestidad y la
humildad de reconocer que lo que tenemos ahora es vergonzoso.
Tarde
o temprano, irremediablemente serás viejo... ¡mejor comencemos ya!
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