En ocasiones anteriores a igual que ahora,
seguimos sosteniendo que el proceso de envejecer nos acompaña a lo largo de
toda la vida, hemos dicho que empezamos a envejecer desde el momento que
nacemos. Pero el desarrollo de la vejez, no sólo está vinculado al tiempo, sino
que también está unido a las características personales del que envejece y
relacionado con quienes lo rodean.
Cuando decimos: unido a las
características personales del que envejece, nos referimos a su estado físico,
características psicológicas, cuidados de la salud, historia previa, etc. y
cuando decimos relacionado con quienes lo rodean, nos referimos al apoyo
social, participación, respeto y apoyo a los mayores; sin dejar de olvidar el
entorno físico, social, económico: vivienda, pensión, recursos, leyes,
políticas sociales...
Es por ello que debemos tomar conciencia
de que, en parte, somos actores y responsables de nuestro propio envejecimiento
y que por tanto, debemos aprender a potenciar nuestras capacidades respondiendo
a lo que podemos llamar un envejecimiento activo en los cuidados de nuestro
cuerpo y nuestra mente, desarrollar la participación social, tanto a nivel
micro como macro, impulsar la solidaridad intergeneracional y con nuestros
iguales, y continuar creando y formando parte de la sociedad actual,
heterogénea y cambiante.
El termino envejecimiento activo según la
Organización Mundial de la Salud (OMS) lo describe así: envejecimiento activo
es aquel en el que se aprovechan al máximo las oportunidades para tener un
bienestar físico, psíquico y social durante toda la vida. El objetivo es
extender la calidad y esperanza de vida a edades avanzadas.
El envejecimiento tiene lugar en el
contexto social de amigos, compañeros, vecinos y familiares. Esta es la razón
por la que la interdependencia y la solidaridad entre generaciones son
principios importantes del envejecimiento activo.
Además de llegar a la vejez y continuar
siendo activo físicamente, es importante permanecer activo social y
mentalmente, participando en actividades recreativas, actividades con carácter
voluntario o remuneradas, actividades culturales y sociales, actividades
educativas, vida diaria en familia y en la comunidad.
No hacer nada para lograr este proceso
evolutivo, es simple y llanamente seguir asesinando a nuestros viejos por falta
de acción de nuestras entidades sociales (publicas, privadas y eclesiásticas),
que esgrimen el alto grado de pobreza.
Ante la pobreza de nuestros países
latinoamericanos cabe preguntarse: Será la vejez, ¿otra víctima más de los
"daños colaterales"?
El sociólogo polaco Zygmunt Bauman, un
hombre que a sus 87 años continúa estudiando los problemas sociales del mundo
contemporáneo. De acuerdo con él, la expresión daño colateral fue introducida
hace poco tiempo en el argot militar para referirse a los efectos no
intencionales ni planeados de los operativos militares. Calificar de
'colaterales' a ciertos efectos destructivos de la acción militar sugiere que
esos efectos no fueron tomados en cuenta cuando se planeó la operación, pero,
no obstante, se consideró que el riesgo valía la pena, dada la importancia del
objetivo militar.
Bauman retoma el concepto de daño
colateral para aplicarlo a lo que sucede actualmente a millones de seres humanos
que se encuentran privados de los derechos fundamentales sin que esa situación
despierte la más mínima preocupación en los dirigentes sociales de las
naciones. Esta porción de la población, por el hecho de ser vieja, queda
situada en el extremo inferior de la escala social por efecto de la
distribución social de riquezas e ingresos, es agrupada como una congregación
de individuos que, a diferencia del resto de la población, no pertenecen a
ninguna escala social, pues sometida a la incapacidad económica, prácticamente
son considerados como que no pertenecen a la sociedad.
Este segmento poblacional, puede estar en
la sociedad, pero claramente notamos como que no es de la sociedad. Una de las
dimensiones más drásticas e impactantes de la desigualdad social es "la
posibilidad de convertirse en 'víctima colateral' de cualquier emprendimiento
humano", por nobles que sean sus propósitos, dice Bauman.
¿A qué vienen estas referencias a Bauman?,
¿Qué relación tienen sus planteamientos con el envejecimiento y la vejez, temas
de esta página?, ¿Cuál es la pertinencia de sus tesis en una época en la que la
Organización Mundial de la Salud nos habla de "envejecimiento
activo", lo que implica, entre otras cosas, que los viejos tengan
oportunidades laborales?, o, "cuando Naciones Unidas habla insistentemente
de "una sociedad para todas las edades"?
Para responder a estos interrogantes
conviene volver la mirada al fenómeno ampliamente reconocido del envejecimiento
poblacional. Naciones Unidas en su Informe sobre el envejecimiento de la
población mundial (2009), estima que de 737 millones de personas mayores de 60
años que hay en el mundo (10.8% de la población), se pasará, en al año 2050, a
2.000 millones de personas (22% de la población total). Dentro de 20 años el
número de personas mayores de 60 años, será superior a los menores de 5 años.
Sin acciones claras de un nuevo sistema de bienestar social es de prever que un
gran número de estas personas entrará a engrosar la clase de que nos habla
Bauman. Más aún: para los países en desarrollo no será necesario esperar hasta
el 2050, pues hoy sabemos que más del 20% de los mayores de 60 años, en estos
países, carecen de una pensión que les garantice la subsistencia. Según la ONU
más del 12% de los jóvenes de hoy está desempleado. Esta cifra corresponde al
promedio mundial, pero es considerablemente mayor en los países en desarrollo,
en consecuencia, ¿qué suerte les espera a estos jóvenes cuando sean viejos?
La respuesta es hagamos vida el Concepto
de Envejecimiento Activo.
El concepto ha ido evolucionando, desde la
definición de la OMS centrado en la salud, hacia un modelo mucho más
integrador, como el de Envejecimiento Activo, definido como el proceso de
optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad en orden a
mejorar la calidad de vida de las personas que envejecen.
El objetivo es extender la calidad, la
productividad y esperanza de vida a edades avanzadas. Además de seguir siendo
activo físicamente, es importante permanecer activo social y mentalmente, participando
en actividades recreativas, de voluntariado o remuneradas, culturales, sociales
y educativas. El envejecimiento activo se sitúa en la base del reconocimiento
de los derechos humanos de las personas mayores de independencia,
participación, dignidad, atención y auto-desarrollo. Así, desde esta
perspectiva, los determinantes del envejecimiento activo serían: económicos,
sociales, físicos, servicios sociales y de salud, personales (psicológicos y
biológicos) y comportamentales (estilos de vida).
Las políticas de acción propuestas por la
OMS (2002) para potenciar los determinantes psicológicos y conductuales del
envejecimiento activo son: (1) reducir los factores de riesgo asociados a
enfermedades e incrementar los de protección de la salud a través de hábitos
saludables y ejercicio físico; (2) promover los factores de protección del
funcionamiento cognitivo; (3) promover las emociones y un afrontamiento
positivo; y (4) promover la participación psicosocial.
Los psicólogos están implicados en las
cuatro políticas de acción propuestas. Así, desde el punto de vista de la
Psicología de la salud, los profesionales de la Psicología han enfatizado la
importancia que tienen los estilos de vida (ejercicio físico, dieta, no fumar,
beber moderadamente, la adherencia al tratamiento, etc.) y ejercen un papel
esencial en la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. La
actividad intelectual a lo largo de la vida se considera un factor de
protección de la demencia.
Variables de personalidad como el optimismo
y el pensamiento positivo están asociadas a satisfacción con la vida en la
vejez. El afecto positivo reduce la mortalidad de las personas mayores. En este
sentido, personas con una imagen positiva del envejecimiento (evaluadas 25 años
antes) vivieron 7,5 años más que aquéllas con una imagen negativa. La actitud o
afecto positivo es un protector contra el declive físico y funcional en
mayores.
Finalmente, el modelo de envejecimiento
activo apunta la importancia de las relaciones sociales, la competencia social,
la participación y la productividad.
Los expertos coinciden en que el
envejecimiento activo es un concepto biopsicosocial y, por tanto, no se reduce
al mantenimiento de una buena salud libre de discapacidad, sino que también
implica el mantenimiento óptimo de aspectos psicológicos y sociales.
Sobre la base de datos empíricos obtenidos
en distintas investigaciones, cuatro son las áreas que deben promocionarse para
lograr envejecer activamente: hábitos saludables o salud comportamental,
funcionamiento cognitivo, funcionamiento emocional, control y estilos de
afrontamiento positivos y finalmente, participación social.
En definitiva, se puede aprender a
envejecer activamente y los psicólogos expertos en vejez y envejecimiento
(psicogerontólogos), pueden contribuir muy positivamente a promover el
envejecimiento activo de los individuos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario