Proverbios 20:29 "La gloria de los
jóvenes es su fuerza, Y la hermosura de los ancianos es su vejez." Saber
envejecer es una obra de la sabiduría y una de las partes más difíciles del
gran arte de vivir.
La tercera edad es una etapa de la
condición humana, hoy sabemos que varía según la cultura y la etapa histórica
en el cual le ha tocado vivir a cada persona. En la actualidad y en nuestra
cultura hay un discurso centrado en la belleza y la juventud, regresando casi a
la época de la alquimia, buscando la fuente de la eterna juventud y tan solo
por una resistencia a aceptar los cambios naturales que van con los años, nos
cuesta más ser felices después de los sesenta años.
Esto no siempre fue así, al hablar de
adulto mayor o tercera edad, vemos que en la historia humana esto ha sido
diferente, en la antigüedad se hacía alusión a la figura del sabio, el cual era
un sujeto con determinada jerarquía de poder, que le facultaba a la toma de
decisiones y acciones que iban desde el afectarse personalmente hasta tomar
decisiones transcendentales que afectaban a toda una comunidad, en el cual el
significado del estado físico de este sujeto giraba en torno a la experiencia,
identificado como un factor positivo a la hora de su reconocimiento dentro de
su comunidad. También lo vemos en nuestra cultura indígena que los adultos
mayores eran los jefes, caciques, chamanes, brujos, curanderos de la tribu… en
conclusión sabiduría.
Pero… ¿Por qué hemos dejado que esa
hermosa concepción de la vejez cambie?,
Debido a los acontecimientos del
contexto, donde se le da un nuevo significado a los cambios relacionados con el
deterioro físico, tanto de manera cultural como personal, en donde se etiqueta
al adulto mayor como un ser que es probable que no pueda realizar las mismas
actividades que desarrollaba anteriormente, tanto de manera física como mental,
lo cual predispone a la persona a la toma de una actitud pasiva ante las
diferentes situaciones que se presentan en su cotidianidad. Ser un adulto mayor
no es un defecto, ni una debilidad.
Adicionalmente esta imagen pasiva es
reflejada tanto en su autoestima, como en la toma de decisiones. En muchas
ocasiones se ve al adulto mayor como un ser incapaz de decidir acerca de su
vida y en algunas oportunidades abandonan la pasión por la vida, reflejado en
discursos como “ya viví lo que tenía que vivir”, ¿pero si fuese así para que
seguir con vida?, ¿cómo ser feliz si ya no hay sentido de vida?
El ser humano por lo general, basa su
proyecto de vida en la búsqueda de su felicidad, enmarcado lo familiar, la
relación sentimental, el desarrollo personal, profesional, logros materiales
como de poder y su utilidad, como mecanismos y/o herramientas para el logro de
sus objetivos. En el caso del adulto mayor, su discurso se encuentra enfocado
en aquello que vivió, hizo, aprendió, su experiencia, lo que da valor a su
conocimiento como una posición dentro de su contexto y una comunidad
determinada. Entonces para ser feliz no solo debemos hablar de un pasado, de lo
que un día fui, de lo que un día hice, porque aún hay un presente y también un
futuro.
El logro de una meta, como el proceso
para alcanzarla, genera diferentes sentimientos, emociones como conocimientos
de la misma, que son expresados y compartidos ya sea por su reconocimiento
propio, como social o por la satisfacción comunitaria de mejorar las
condiciones actuales por medio de su aprendizaje. El reconocer este tipo de
acciones, especialmente en el adulto mayor por medio de su narrativa, es un
factor influyente en su construcción como persona, parte de su búsqueda de
felicidad. Entonces, primero, hacer un recuento de la historia de vida y
pensar… ¿Cuáles son los grandes logros de mi vida?, ¿Qué huella he dejado en mi
familia y en los que me rodean?, ¿Cómo he alcanzado mis sueños en la vida?, esto
permite un balance de vida, donde el adulto mayor se dé cuenta que su siembre
ha sido amplia y fructífera.
Entonces, la sociedad al reestructurar
su búsqueda de un bienestar y fortalecerse, se comienza a reconocer la
importancia de que todos sus miembros logren cumplir sus objetivos, por lo que
el adulto mayor comienza a ser foco de atención. Los adultos mayores deben ser
personas más visibles y reconocidas, pues nos han formado y construido, su
temple, esfuerzo, su lucha comienza a ser reconocido poco a poco tanto en
términos del gobierno como en términos sociales.
Actualmente para su búsqueda de
felicidad en necesario reconocerle y visibilizar la importancia de la
experiencia vivida por este, con el fin de generarle una utilidad. El
sentimiento de ser útil, a nivel social, no solo genera reconocimiento, sino
hace parte de ese aprendizaje social de convivencia como de formación y
desarrollo personal, siendo la experiencia, una forma de evaluarse desde
juicios reflexivos para aceptarla con profundidad. Si bien estas experiencias
son importantes, no solo para la persona, sino para un aprendizaje social, se
hace necesario el reconocimiento de las posibilidades del adulto mayor por
construir otras vivencias, basadas en su misma narrativa, que generen acciones
enfocadas en el cumplimiento del objetivo de la felicidad, teniendo en cuenta
los valores y la moral cultural.
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