"La
única manera de no llegar a viejo es morirse joven" les decía
el viejo maestro a sus alumnos (todos jóvenes) que en clase y fuera
de ella se burlaban entre ellos de su edad, a simple vista, ya
bastante avanzada. Era el ímpetu juvenil contra el viejo que no se
resignaba a la jubilación, por dos reales razones:
- Qué hacía todo el día en la casa, con esa jubilación de hambre que se paga en la mayoría de países latinoamericanos; y
- No quería estar condenado, todo el día, a ver la misma cara, de pocos amigos, en la casa.
Y
en sus momentos tranquilos como consuelo, el viejo profesor recordaba
que, hace años, el también fue joven. Y que había tenido la suerte
de llegar a viejo. Aún cuando, los jóvenes de hoy, no consideran
que algún día llegarán también a viejos.
Y
se consolaba recordando que en tiempos pasados, las también viejas
tribus de la humanidad (la mayor parte, ya desaparecidas) eran
administradas y dirigidas por los viejos. Solo que hoy, estas míseras
sociedades modernas y dicen que desarrollados consideran que a los 45
años uno ya es viejo.
Tan
es cierto lo anterior que si una persona se presenta en una empresa y
dice que está sobre los 45 años, le dicen que ya es un viejo, que
no les sirve. Y el viejo protestaba porque las empresas actuales
exigen que los y las jóvenes, si quieren trabajar, tienen que tener
máximo 30 años y 10 de experiencia. Nadie, por supuesto, contesta a
la pregunta: ¿y cómo obtengo la experiencia si nadie quiere darme
trabajo porque no la tengo?
Sin
duda, estamos frente a uno de esos problemas que tiene siglos de
existencia; y que no ha sido resuelto por la humanidad. El joven,
siempre querrá que los y las viejas se vayan a casa y dejen el campo
libre, para ellos poder ascender. En especial, en esas oficinas en
que todo el mundo dice y se pregunta: ¿y cuándo se irá el viejo no
nos deja hacer las cosas como manda la modernidad? Y el viejo o la
vieja se preguntan: ¿cuándo aprenderán estos jóvenes que, sin lo
que sabemos los viejos, ellos no podrían ni hervir agua?
Mucho
se habla en los inicios de años de las personas de la tercera edad
(es supuestamente su mes en el ámbito mundial, pero las cosas son
así: se habla pero no se hace nada nuevo, se quiere seguir tratando
al viejo como una calamidad.
¿Entonces?...
...¿Qué
hacemos?...
Pues
ni modo seguir haciendo lo que hemos en el largo de la vida hacer y
que no es otra cosa que ser transformadores del mundo, para que las
generaciones que vienen atrás lo hallen un poco mejor y pasadero.
Digo
y repito se puede hacer mucho por los ancianos. Y se me ocurre pensar
porque no auspiciar una especie de turismo de viejos (jas) que...
¿Cómo es eso?... Pues muy sencillo. Los y las viejas de cada pueblo
pueden agruparse y recibir, como es debido, a sus congéneres de
otros pueblos; darles de comer "como en casa" (sabroso y
nada pesado) y servirles de guías para que conozcan los lugares de
interés que hay en cada rincón patrio, a fin de que no pasen como
sonsos y olvidados el resto del tiempo. Eso y mucho más, sería lo
que yo llamo el turismo para ancianos. Cada gobierno local podría
poner lo suyo para divertir a los que llegan, incluso a que se
conformen grupos musicales o de teatro, de pintura, de cuenta
relatos, etc. De esta manera, los y las viejas seguirían haciendo
algo más.
Estas
apenas son ideas. Pienso que estas son unas ideas de lo mucho que se
puede hacer para que los viejos y las viejas (más los viejos) dejen
de pensar que solo sirven para sentarse en los bancos de las plazas y
ser parte del paisaje. Que por ese lado pueden ser una solución y
dejar de ser un problema. Porque, como dijo el viejo profesor, la
única manera de no llegar a viejo es morirse joven. Y el joven no
quiere morirse si no llega a viejo.
Otra
idea, para que no se mueran temprano, como ya ha ocurrido y me
consta, porque conocí a alguien que fue durante muchos años
trabajador de una entidad de aduana portuaria (Victor Valencia), de
la noche a la mañana, le jubilaron. Y se murió de pena; o porque no
sabía qué hacer. Eso de sentarse en los bancos del parque de la
colonia le pareció siempre "una pérdida de tiempo" y peor
estar en la casa. Otra idea decía, es la de conformar pequeñas
empresas de plantas (viveros), artesanías, etc.
Otra
idea seria: si una dama se pasó haciendo oficios toda la vida, hasta
que se jubiló, puede dedicar 2, 3 y 4 horas diarias a hacer esos
mismos oficios, a un precio "razonable". Esto beneficiaría
a las jubiladas y a la empresa privada. Lo mismo se puede pensar del
ciudadano que se pasó toda una vida haciendo tal cosa, o es
ingeniero, o médico o abogado. Puede dedicarse 2, 3 y 4 horas
diarias a lo que siempre ha hecho. Y a un precio "módico".
O puede dedicar sus horas a los que padecen las llamadas
"enfermedades terminales" En fin, que se puede hacer muchas
cosas de manera que los y las jubiladas no se mueran de soledad, por
lo menos.
En
este país (igual que en el resto de América Latina) estamos
acostumbrados a que todo se nos dé resuelto por el Estado, a través
de sus organismos estatales. Para encontrar qué hacer, no hace falta
un centavo ni que alguien lo haga por nosotros. Se puede hacer muchas
cosas desde el punto de vista privado.
Pienso
que tenemos (me incluyo) todavía mucho que decir a la sociedad. Y
cuando se es viejo (ja) se aprenden cosas y situaciones que debíamos
aprender cuando éramos jóvenes. Y cuando éramos jóvenes, pues no
pensábamos que íbamos a llegar a viejos y que la juventud sería
eterna. Y no hay que ser una sociedad de "avanzada" para
encontrarle solución al problema de los viejos y las viejas. Tal
vez, las sociedades "avanzadas" en este aspecto, quizá
estén más atrasadas que las nuestras.
Desde
luego, no le vamos a pedir que algún viejo (ja) que ya da muestras
de su vencimiento; o de que sufre una aguda depresión o/y tiene un
cáncer avanzado, o cualquier otra enfermedad terminal, que ponga lo
suyo. Ya dio, hace fechas, lo que pudo y lo suyo.
Lo
que estoy diciendo es que los viejos y viejas todavía tenemos algo
que decir a los jóvenes; de manera que, cuando éstos lleguen a
viejos (jas) no sean como nosotros, los que y estamos en lista, para
irnos; pero que tenemos algo más qué decir y opinar.
Los
que ahora somos viejos (jas) no debemos de dejar que nos tapen la
boca, no debemos de dejar que otros vengan a querer pensar por
nosotros, como tampoco debemos de dejar que nos vuelvan y hagan
inútiles.
Somos
la experiencia de la vida andante, en nosotros esta la historia
contemporánea de nuestros pueblos, pero sobre todo somos el futuro
para esos jóvenes que llegaran a ser igual que nosotros.
Por
último, no lo olvide “”mas sabe el viejo por viejo, que por
estudioso”, pelee, aun estamos por dar la mejor batalla y tenga
presente: Quienes ceden en las palabras, ceden en las ideas.
Adelante
que aun falta mucho.
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