Siempre me ha preocupado el entender las grandes
inversiones que realizan muchas iglesias y ministerios, en mega-obras físicas,
máxime cuando hablamos de servicio al prójimo y estas están a pocos pasos de la
triste y cruda realidad en que viven las clases menos favorecidas. Que realizan
acciones... si que las realizan, pero lamentablemente son acciones
asistencialistas, pareciera ser que son acciones para descargo de la
conciencia.
Me encontré días atrás con un articulo titulado “Aging Well: If church
doesn’t value frail seniors, who will? De fecha Mayo 27, 2012 Posted by Missy
Buchanan, UMR Columnist”. Missy Buchanan La Sra. Buchanan, es miembro de FUMC
Rockwall, Texas, es autora de varios libros, incluyendo el “Envejecimiento
Fiel: 28 Días de Oración” (Libros Upper Room).
Y he querido en esta ocasión compartir ese articulo que
creo es un buenísimo llamado a la reflexión y corrección de nuestros caminos;
acción que debemos considerar de acuerdo a la Palabra de Dios: "Así ha
dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos. Subid al monte,
y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré
glorificado, ha dicho Jehová" Hageo 1:7..8.
Leamos el articulo de la Señora Buchanan:
(Traducción de un servidor)
“Cada semana visito amigos adultos mayores en tres
comunidades diferentes de cuidado de ancianos.
No mucho tiempo atrás, cuando fui a visitar a uno de mis amigos, vi a
una mujer frágil sentada en una silla de ruedas, mirando por la ventana hacia
el estacionamiento. Parecía vestida
para una ocasión especial con rizos blancos que enmarcaban su rostro delgado y
el lápiz labial de color rosa que hacía juego con su blusa perfectamente
dispuesta.
Como me detuve para desearle un buen día,
la anciana me miró y sonrió diciendo:
"Estoy esperando a mi iglesia que va a venir. Vienen todos los martes a las diez, como un
reloj. Es mi día favorito de la semana.
"
Sus comentarios despertó mi
curiosidad. Me arrodillé a su lado y
rápidamente me entere de que ella pertenece a una iglesia bautista local. La iglesia cuenta con varios equipos de
visita y los pastores designan a un equipo diferente cada semana, así que cada uno
puede estar en contacto con los miembros más antiguos.
La mujer también habló de sus compañeros
en el centro de ancianos, especialmente aquellos cuya familias rara vez vienen
a visitarlos. "Me pone triste que
las personas mayores como yo se les hace sentir que han sido puestos a
vegetar", dijo.
La mujer habló con orgullo de su propia
iglesia. Mientras la veía llenarse de
un pálido gris en sus ojos de la emoción, no podía dejar de estar impresionada
por la fidelidad a su iglesia. En ese
momento sintió algo en el ambiente y miró hacia arriba encontrándose con caras
conocidas penetrando a través de la puerta.
Ella gritaba de alegría y aplaudió.
Miré el reloj de la pared y sonrió.
Exactamente el reloj marcaba las diez horas.
El grupo de seis miembros de la iglesia y
un pastor se reunieron alrededor de su anciana amiga. Sólo de ver los abrazos y escuchar sus risas me calentó el
corazón. También me hizo pensar en algo
que un hombre mayor me dijo una vez. Su
mayor temor era sobre envejecimiento de ser olvidado.
Antes de que pudiera escapar, la anciana
insistió en que caminara a su lado, mientras se abrían camino a la biblioteca
donde seguiría la visita. Me di cuenta
de que un laico celebró una soda de naranja en una botella en miniatura. Otro me dijo que tenía un DVD del servicio
de adoración del domingo para dar a la mujer mayor. Cuando dejé de ir por el pasillo y me dirigí a visitar a mi
amigo, el equipo de la visita estaba a punto de cantar algunos himnos
acompañados por un guitarrista en el grupo.
Durante varios días después, me repetía la
escena en mi mente. No es difícil
entender por qué los martes eran día favorito de la mujer mayor de la
semana. Pensé en su iglesia, así que
atentos a la entrada como a los de los centros de atención. Pero también pensaba en aquellos a los que
la iglesia visita esporádica o no en absoluto.
No es de extrañar que se sienten alienados y olvidados.
El evento me recordó la importancia de las
visitas regulares. Ministrar para y con
los que viven solos en casa o en centros de atención es más que el envío de una
tarjeta de saludo ocasional o el boletín semanal de adoración. Aunque se trata de un importante esfuerzo de
ministerio, la iglesia puede y debe hacerlo mejor. Los adultos mayores en declive físico necesita vivificante
relaciones con personas compasivas que están dispuestos a invertir
constantemente su tiempo.
La idea bíblica de la comunidad se basa en
el amor de unos por otros. ¿No es hora
ya de dejar de poner excusas y dejar de empujar a los ancianos frágiles a los
márgenes de la sociedad? Los invito a
hacer la pregunta difícil. ¿Haga el
recuento de personas de edad dependientes de usted y destine un día, para hacer
de ellos su día favorito de la semana?”
Ser viejo no significa ser inútil. Ser
anciano quiere decir recoger los recuerdos y experiencias de la vida para
ofrecer sus mejores frutos a las generaciones posteriores.
Lo bien hecho permanece para siempre,
aunque nadie lo haya visto y pasen millones de años. Además, no todo pasa con
el correr de los años. El saber acumulado y el amor no pasan nunca. Por eso,
cuando muere un anciano con mucha experiencia y que ha amado a manos llenas, es
como si se incendiase una biblioteca o como si se incendiase una catedral. Por
tanto, ante un anciano bueno y sabio, respeta sus canas y aprovecha tanta
sabiduría y tanta belleza espiritual, ahora que todavía está a tu lado.
Los ancianos nos ayudan a ver los
acontecimientos terrenos con más sabiduría, porque las vicisitudes de la vida
los han hecho expertos y maduros.
Ellos son depositarios de la memoria
colectiva y por eso, intérpretes privilegiados del conjunto de ideales y
valores comunes que rigen y guían la convivencia social. Excluirlos es como
rechazar el pasado, en el cual hunde sus raíces el presente.
La ancianidad es un tiempo para vivir con
un sentido de confiado abandono en las manos de Dios. Es un período que se ha
de utilizar de modo creativo con vistas a profundizar en la vida espiritual,
mediante la intensificación de la oración y el compromiso de una dedicación a
los hermanos servidores.
La tercera edad es muy hermosa. Nada hay
en ella de inútil y si sólo podemos hacer pequeñas cosas, para Dios nada es
pequeño, porque, cuando hay mucho amor, Dios está ahí para hacernos
inmensamente felices. Y se pasea con nosotros por los caminos de la vida.
Qué hermoso es poder ser conscientes del
gran valor de la vida y vivir con entusiasmo y amor hasta el instante final.
Así vivía también su ancianidad el gran poeta hindú Tagore, que, en su Poema de
despedida, dice:
"Es hora de partir, hermanos míos, hermanas mías. Ya
he devuelto la llave de mi puerta. Hemos sido vecinos mucho tiempo y recibí de
vosotros más de lo que puedo daros. Ya se va poniendo el día y se ha apagado la
lámpara, que iluminaba mi rincón oscuro. Ya oigo la orden de partir y estoy
pronto para emprender el camino. Adiós".
Mas ¿Cómo estarán partiendo nuestros ancianos? ¿Cómo
fueron esos sus últimos años?
La verdad que un inmenso porcentaje nos contestaría que
nada bien, nuestras sociedades e incluso muchas iglesias pareciera que han
cauterizado de su corazón la asistencia y amor a los ancianos.
Por ello me preocupo cuando veo que se invierte en esas
mega-obras, hay dinero, supuestamente de dado por la feligresía, pero... “Si
Las Iglesias No Valoran Las Personas Mayores Frágiles, ¿Quién Lo Hará?”
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