Un lector quien dice tener setenta y cuatro años me
remitió lo siguiente, por el respeto que se merece, su esfuerzo por escribirme
y colaborar con nosotros le transcribimos lo enviado, léalo y vera que esta
entretenido, alegra el alma.
Los
adultos mayores son blanco de constantes críticas por cada deficiencia
concebible del mundo moderno, real o imaginaria. Sabemos que nos
responsabilizamos de todo lo que hemos hecho y no culpamos a otros. PERO,
después de cierta reflexión, nos gustaría señalar que NO fueron los adultos
mayores quienes privaron:
•A
la música de la melodía,
•A
la apariencia del orgullo,
•Al
amor del romance,
•Al
matrimonio del compromiso,
•A
la paternidad de la responsabilidad,
•A
la familia de la unión,
•A
la educación del aprendizaje,
•Al
patriotismo del servicio,
•A
la escuela de la religión,
•A
los gobernantes de la regla de oro,
•A
la conducta de la cortesía,
•Al
lenguaje del refinamiento,
•Al
empleo de la dedicación,
•A
los gastos de la prudencia, o
•A
la realización de la ambición,
Y
ciertamente NO somos quienes privaron a las relaciones personales y a la
interacción de la paciencia y la tolerancia.
¿Hay
alguien que tenga menos de 50 años que conozca la letra de nuestro himno
nacional? Basta con mirar a los adultos mayores que, con lágrimas en los ojos y
orgullo en el corazón, se paran firmes con la mano sobre el pecho.
Sí,
soy un adulto mayor. Generalmente quiero volver a casa antes de llegar a donde
debo ir.
Estoy
despierto muchas horas antes de que mi cuerpo me permita levantarme.
Casi
siempre estoy sonriendo porque no escucho lo que la gente me dice.
Me
gusta contar historias, y las repito una y otra vez.
Ya
sé que los nietos de otras personas no son tan lindos como los míos.
Todos
me atienden: el médico, el oculista, el dentista.
No
soy gruñón; simplemente no me gusta el tráfico, ni las esperas, ni el gentío,
tampoco los políticos.
Estoy
seguro de que todas las cosas que no puedo encontrar están en un lugar seguro.
Estoy
arrugado, flácido, lleno de quistes y esa es solo mi pierna izquierda.
Me
cuesta recordar simples palabras, como…
Si
la vejez la determina la manera en que uno se siente, ¿cómo podría yo estar
vivo a los 150?
Soy
un depósito andante de información…acabo de perder el depósito.
Ahora,
si pudiera recordar quién me envió este mensaje, lo enviaría a otras personas.
¿Ya
le envié el mensaje a usted?
Este
es un mensaje que ha circulado en la Internet.
¿Es
lo mismo decir “anciano” que “viejo”?,¿Es lo mismo hablar de “geriatría” que de
“ gerontología”?, ¿Qué “espacio” tiene el “ anciano” de hoy en la sociedad?,
¿Cuáles son las necesidades que tiene esta etapa evolutiva en la actualidad?
Si
empezamos por responder la primera pregunta (¿Es lo mismo decir “anciano” que
“viejo”?) iremos en sus respuestas contestando las demás, hagamos este
ejercicio y respondamos:
Anciano es quien tiene mucha edad; viejo el
que sin importar la edad, perdió la jovialidad. Usted es anciano, cuando
reflexiona y se pregunta si algo de la vida vale la pena; usted es viejo cuando
sin pensar, responde que no.
Usted
es anciano cuando sueña, usted es viejo cuando apenas duerme. Todos tenemos
derecho a soñar sin importar los años.
Usted
es anciano cuando todavía aprende; usted es viejo cuando ya no enseña. Es
nuestra obligación pasar el legado de nuestros conocimientos a los que vienen
atrás.
Usted es anciano cuando se ejercita en una u
otra forma; usted es viejo cuando solamente descansa sedentariamente.
Usted
es anciano cuando todavía siente amor y deseos por vivir plenamente; usted es
viejo cuando solamente siente celos y manifiesta amarguras de su vida.
Usted
es anciano cuando el día de hoy es el primero y lo hace el mejor del resto de
su vida; usted es viejo cuando todos los días parecen ser el último de su larga
vida.
Usted
es anciano cuando su calendario tiene “mañanas” mirando esperanzado el futuro;
usted es viejo cuando solamente tiene “recuerdo de los ayeres”.
El
anciano se renueva cada día que termina, porque mientras el anciano tiene sus
ojos puestos en el horizonte, por donde el sol despunta e ilumina la esperanza,
el viejo tiene su miopía mirando hacia las sombras del pasado.
El
anciano tiene planes para mañana, para los próximos meses... para años
venideros; el viejo tan solo tiene nostalgias.
El
anciano se esfuerza y valientemente lucha lo que le resta de vida; el viejo
sufre cobardemente lo que le falta hasta la muerte.
El
anciano lleva una vida activa, llena de proyectos y plena de esperanzas. Para
el viejo tan solo mira en los próximos minutos o días su fenecer.
Para
él el tiempo pasa más rápido, y la vejez nunca llega. Para el viejo, sus horas
se arrastran, destruidas de todo sentido.
Las arrugas del anciano son más bonitas,
porque fueron marcadas por la sonrisa; las arrugas del viejo son feas, porque
fueron marcadas por la amargura.
En definitiva, el anciano y el viejo pueden
tener la misma edad en el calendario, pero edades diferentes en el corazón.
Que
usted, anciano, viva una larga vida, pero nunca se ponga viejo.
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