Acepto
públicamente y sin problemas que repito algunas veces la frasecita “me estoy
haciendo viejo”… y que esto hiere los oídos de alguna de mis hermanos en Cristo
que no quieren admitirlo, pero... porque la tristeza de envejecer cuando se
puede envejecer alegre.
Al
jubilado o al no jubilado pero que ya esta en los 55ymás, le recuerdo que la
palabra jubilación o jubileo viene de la palabra “júbilo”. O sea gozo, alegría.
Debemos
de aprender y entender que la vejez es un regalo de Dios, no un tormento. Casi
siempre la vejez es asociada a sentimientos tales como: enfermedad, limitación,
incomprensión, rebeldía, resignación, recogimiento, aceptación... pero con la
ayuda de Dios debemos transformar nuestro pensamiento e incluir estados tales
como madurez, confianza, sabiduría, corona de gloria, alegría, gozo.
La
vejez no debe ser un tormento, sino un tiempo de crecimiento, crecimiento en
libertad: la libertad es oro. Salomón
nos dice que: “Todo tiene su tiempo y
todo lo que se quiere debajo del sol tiene su hora” Eclesiastés 3:1
Es
el tiempo de preparar nuestro legado a generaciones futuras, esos años que
hemos vivido tienen un enorme cúmulo de experiencias tan necesarias de conocer
por nuestras generaciones venideras; es el tiempo de tratar de encontrar esos
secretos de Dios que nos hacen intendible muchas veces su palabra dice
Eclesiastés 3:11 “Todo lo hizo hermoso
en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que el hombre
alcance a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”
Para
nosotros los de 55ymás, hay tres regalos de dios: libertad, tiempo y
silencio. Ahora es el momento de
conocerlos en profundidad, de entenderlos, vivirlos y gozarlos.
La
tercera edad en muchos aspectos es un tiempo de dejar responsabilidades, por lo
menos en cuanto a un trabajo fijo y remunerado, en cuanto a tomar decisiones
para nuestros hijos, etc. Es un tiempo de libertad.
La
libertad siempre tiene límites y aunque sea así, si el Señor nos conserva la
mente clara, la libertad nunca la perderemos, quizás perdamos la libertad de
movimiento, la agilidad, pero el pensamiento seguirá volando a mil por hora.
Nuestro pensamiento en libertad y centrado en Dios puede ser creativo y
llenarnos de la gratitud que trae paz y gozo.
Ejercitar
tu mente, tu ser, es una actividad imperante en esta edad, trata de estar o
conformar círculos de tertulia, de escritores novatos, de fotografía, etc.
Ahora tienes libertad, hecha a volar tus pensamientos y realízalos.
Por
tanto es imprescindible que aprendamos a pensar... pero...¿Cómo educar nuestro
pensamiento?
Dios
nos lo dice: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo
puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si
algo digno de alabanza, en esto pensad…”
¿Requiere
mi esfuerzo?… Claro que si, pero no olvides que el Dios de paz estará con
vosotros.¡Hermosa recompensa!
Aprovechemos
nuestra libertad de pensamiento, de decisión propia, y llenemos nuestro corazón
de la hermosura del buen hablar, del buen fruto que complace a Dios, y del buen
testimonio de nuestra fe, que conforta en esperanza a nuestros hermanos.
Aprendamos
a hablar, hablar bien es un arte.
Salmo
71:8..9 Nos dice: “8 Sea llena mi boca de tu alabanza, De tu gloria todo el
día. 9 No me deseches en el tiempo de la vejez; Cuando mi fuerza se acabare, no
me desampares.” Aquí encontramos:
Un propósito = Sea llena mi boca de tu
alabanza, de tu gloria todo el día. Vs. 8
Una súplica = No me deseches (no quites mis facultades)
en el tiempo de la vejez. Vs.9
Se
envejece desde el primer día de vida. Se envejece toda la vida. Toda la vida es
una especie de capital de tiempo que se utiliza lentamente. Hay que preparar en cada tiempo la etapa
siguiente. Por ejemplo, la etapa profesional se prepara en la infancia, con los
estudios. La etapa de la vejez debe prepararse durante el período profesional.
La preparación de la vejez (de la jubilación), es vivir de tal manera que se
prepare la vejez para ser una manifestación de alegría (un florecimiento) de la
vida, un ensalzamiento a la vida que esta dando sus mejores frutos y no un
declive.
Se
ha hecho del trabajo un fin para el hombre, pero ahora llega el tiempo del
descanso, aceptémoslo como un regalo de Dios. Saboreando cada recuerdo,
volviendo a leer libros antiguos, ordenando papeles y cosas, visitando
amistades o familiares, escribiendo para ejercitar nuestra memoria y para que
otras personas conozcan nuestros pensamientos, quizás haya personas que no
puedan escucharnos, pero si que puedan leernos, etc.
La
vejez es el fruto de la vida. Es porque se ha vivido con un sentido en la vida,
que va a poderse prolongar en la vejez.
Aprendamos
a aprovechar el tiempo. El Salmo 92 es un cántico para el tiempo de reposo. “El
justo florecerá como la palmera, aun en la vejez fructificarán, estarán
vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová es recto”.
Regalemos
tiempo, cualquier pequeño servicio que podamos dar a un ser querido,
sustituyéndole en algo, es regalar tiempo, es, en algunos casos, el regalo más
hermoso que pueda hacerse.
Por
otro lado, tu edad como mayor, no te da permiso a ser entrometido e imprudente,
aprendamos a callar, si hablar es un arte, callar también lo es.
Al
guardar silencio, aprendemos a escuchar, a escuchar la voz de Dios, a escuchar
la voz del que está a nuestro lado, a escuchar a nuestros jóvenes, a nuestros
hijos. (Cuántas veces hemos tratado de educar a nuestros hijos con
recomendaciones y recomendaciones y nos olvidamos de escucharles)
No
creamos que por ser más viejos sabremos más que los jóvenes. Ellos también
pueden enseñarnos muchas cosas sabias.
Si sabemos callar, también aprenderemos a ser
prudentes y nos volveremos más dulces y comprensivos (no tolerantes, sino
comprensivos). Si aprendemos a guardar silencio, a escuchar, cuando hablemos,
los demás nos escucharán.
No
es en las muchas palabras donde está la sabiduría, sino en la palabra de
verdad, sencilla y clara, que penetra y hace bien. Cuando tengamos que hacer
alguna amonestación (la vejez puede ser la edad de la amonestación y de la
verdad), digámosla con cariño, con
respeto, con prudencia, con una sonrisa. Esto a nadie hace daño. Hagamos bien
el bien.
En fin, hagamos de nuestra vejez un tiempo de aprendizaje
y alcancemos la hermosura que nos asemeje más a Jesucristo, porque este es el
propósito de Dios para nosotros. No olvidemos que:
·
“La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura
de los ancianos es su vejez” Proverbios 20:29
·
“Corona de honra es la
vejez, que se halla en el camino del justo”
Proverbios 16:31
La
vejez, no es el momento del adiós o de la partida, no, es el momento de una
nueva etapa de la vida, que se debe de afrontar con alegría, alegría que da el
saber que somos libres y podemos hacer cosas nuevas hoy.
La
vejez no es el momento pasadero, es el momento de afianzar la eternidad, tan
solo no desfallezcamos, estemos atentos y prestos a realizar, hacer y dar,
nuevas y buenas experiencias a quienes nos rodean.
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